Danone te regala una
semilla por cada yogur o
natillas que compres. Los
autores de este artículo
dan una vuelta de tuerca a
esta presunta campaña de
solidaridad de Danone
poniendo el acento en su
modelo de producción y
alimentación insostenible.
La transnacional Danone ha
iniciado en España una presumida
maniobra de márketing
denominada Juntos
Sembramos Vida (JSV), que pretende
reducir la solidaridad al simple
hecho de comprar yogures y natillas.
Por cada producto Danone que
se logre vender en las próximas semanas,
la multinacional francesa regalará
una semilla para diversos
proyectos de Cruz Roja en África.
Antes se hacía la digestión con Actimel.
Ahora, por el mismo precio,
se logra cambiar el mundo, o al menos,
así se anuncia en la web de la
campaña, en letras bien grandes y
entre signos de exclamación.
Sin embargo, la crisis alimentaria
que pretende combatir la campaña
no nace de una falta de producción
de alimentos, sino entre otras causas
del gran poder corporativo, que
en el mundo de la alimentación controla
todas las etapas productivas y
que poco a poco va eliminando a los
pequeños competidores. Y aquí tenemos
a Danone, la primera industria
lechera intensiva del planeta, la
segunda mundial de aguas embotelladas
y la segunda en “nutrición infantil”,
entre otros ‘liderazgos’ como
el de destruir la ganadería campesina
del mundo, asfixiando económicamente
a los pequeños productores.
Danone, una multinacional con
unas ventas de 14.000 millones de
euros anuales, aportará 550.000 euros
en tres años a esta campaña, o
sea, 183.000 al año, lo que representa
un 0,0013% de sus ventas. En el
mundo de la cooperación al desarrollo,
un proyecto de 183.000 euros es
un proyecto diminuto, que en este
caso ha sido engrandecido a través
de una campaña publicitaria que
con toda seguridad resultará mucho
más cara que su aportación a este
proyecto de márketing, ya que sólo
en 2006, Danone gastó 1.000 millones
de euros en publicidad en todo
el mundo, 80 de ellos en España.
Hay otra forma de valorar el esfuerzo
económico que supone para Danone
este proyecto solidario. Nos
hemos tomado la molestia de hacer
unos cuantos cálculos a partir de los
tres céntimos aproximados que gana
por cada yogur, natillas, etc.
¿Saben ustedes cuánto tarda
Danone en obtener el dinero necesario
para financiar los 183.000 euros?...
Pues requerirá vender seis
millones de unidades, lo que logrará
en las próximas ¡¡14 horas!! Visto
desde otra perspectiva, Danone rentabilizará
la inversión humanitaria
si incrementa sus ventas un 0,6% en
los tres meses de duración de su
campaña. Y seguro que lo hará en
mucho más, a pesar de la crisis por
la que pasan las familias españolas.
En Navidad lo dimos todo.
Macrogranjas
Danone opera en los países empobrecidos,
donde como sabemos es
fundamental apoyar a los pequeños
agricultores. No obstante, sus negocios
se orientan a comprar la leche
necesaria para sus productos a las
macrogranjas de sociedades y magnates.
La mejor manera de acabar
con la agricultura y ganadería familiar,
como se viene haciendo en
España.
En el ámbito ecológico, el costo
energético y ambiental de sus actividades
es brutal. En Arabia Saudí es
socio de la mayor granja del mundo,
donde sus decenas de miles de vacas
comen en un solo día la harina
de más semillas que las destinadas a
los proyectos de África. Granja intensiva
al límite, donde una vaca, sin
ver nunca el pasto, vive la mitad del
tiempo que otra en Galicia, a pesar
de ser duchadas a diario con la escasa
agua de estos países. Sólo en las
distintas fases en el campo y la granja,
se requieren decenas de litros de
agua por cada futuro yogur. Además
Danone proyecta amplias granjas
intensivas en países del Sur, que requerirán
mucha más tierra y semillas
para alimentar a las vacas, que
las que se podrían destinar para alimentar
a humanos en decenas de
campañas como ésta. En España,
Danone no ha garantizado la ausencia
de ingredientes transgénicos en
los productos de alimentación infantil
Nutricia, Milupa, Dumex, Mellin,
Cow&Gate y Blédina. En México
tampoco ha negado la presencia de
transgénicos en varios productos
lácteos, según investigaciones de
Greenpeace. Que el jurado del premio
Mejor Empresa Alimentaria Española
(organizado por el MAPA),
concediera a Danone en 2006 el premio
en la modalidad de medio ambiente,
es sólo una muestra más de
la ceguera y torpeza que reina en el
Ministerio desde donde se permite
la extinción de cientos de miles de
agricultores y ganaderos.
En América Latina
En América Latina tiene negocios
en México, Brasil, Chile, Uruguay,
Argentina y recientemente penetró
en Colombia, a la que ve como puerta
de entrada hacia otras naciones
como Ecuador, Perú y Bolivia. En
Uruguay adquirió –con la brasileña
AmBev– la empresa de agua embotellada
Salus, produciéndose poco
después numerosos despidos. En
Brasil obtuvo la Companhia Campineira
de Alimentos y dos años después
se había reducido la plantilla
un 30%. En agosto de 2007, la planta
de Danone en Longchamps (Buenos
Aires, Argentina), tuvo que ser
temporalmente clausurada debido
a los problemas en los acumuladores
de amoniaco que situaban en
riesgo a empleados y vecinos. En
dicho continente, Danone ha invertido
mucho capital para acaparar
(junto a Nestle, Coca Cola y Pepsi
Cola), un recurso tan vital como es
el agua. Numerosas organizaciones
sociales han criticado duramente
su privatización porque en
algunos casos se puede anteponer
el negocio a las necesidades básicas
de la población.
EL MÁRKETING SOLIDARIO, CARIDAD EN LUGAR DE COMPROMISO
Es frecuente ver en los medios a
grandes empresas energéticas y
eléctricas que pagan costosos y
espectaculares anuncios para
ofrecer una visión ecológica de
sus proyectos. Algunas se jactan
y exprimen mediáticamente
el hecho de destinar fondos a
grupos conservacionistas. Con
el éxtasis consumista las propuestas
de carácter solidario
son las que se disparan: “Compre
tal producto y parte de su
dinero se destinará a mejorar la
calidad de vida de los pobres”.
Pueden ser yogures, pañales o
la entrada a un concierto. Y consumiéndolos,
usted “cambiará
el mundo”, ya que un porcentaje
de su dinero se destinará a
semillas, juguetes o a la financiación
de proyectos de la
ONG de moda.
Sin embargo, el márketing solidario,
verde, etc. no tiene un fin
altruista. Busca el lavado de
imagen ante el insostenible
comportamiento social, económico,
laboral y ecológico de
muchas transnacionales. En
casos como la campaña de las
semillas de Danone, también
se persigue el incremento de
las ventas de yogures, natillas,
etc., mediante campañas sensacionalistas
y finamente calibradas,
que buscan engatusar
a ciertos consumidores que,
perturbados por las injusticias
en el planeta, buscan de alguna
manera hallar esa paz interior
sin actuar, sin cuestionarse
nada y sin alterar sus patrones
de consumo.
Este tipo de acciones son contraproducentes
y causa rubor que
ciertas multinacionales de la solidaridad
se presten al juego. Al
unirse a ciertas compañías están
secundando y contribuyendo en
la limpieza de la fachada. Toleran
que la solidaridad se reduzca
al simple hecho de consumir un
producto, que en algunos casos,
puede esconder una truculenta
historia tras de sí. Bajo esta
modalidad se fomenta la comodidad
y la caridad en detrimento del compromiso.
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