CAMBIO CLIMÁTICO // GRAN OPOSICIÓN SOCIAL A LAS PROPUESTAS DEL BANCO MUNDIAL
Los bosques, atrapados en una ‘REDD’ comercial

La propuesta que el Banco Mundial hizo en Bali en diciembre para combatir
el cambio climático (descontar emisiones de contaminación por evitar la
‘deforestación evitada’) podría beneficiar a los principales actores contaminantes.

24/01/08 · 0:00

El Banco Mundial (BM) encabezará
proyectos piloto de esta iniciativa internacional
con el probable apoyo
político y económico del G-8. La propuesta,
conocida como REDD (Reducción
de Emisiones Provocadas
por Deforestación y Degradación),
se está desarrollando como otro de
los instrumentos comerciales de
Kyoto, y entraría en vigor en 2012.

En el actual sistema, los beneficios
económicos inmediatos de la
deforestación pesan más que las
ventajas de proteger los bosques para
el futuro. El Banco Mundial afirma
que reducir el índice anual de la
deforestación en los países en desarrollo
costaría entre 2.000 y 20.000
millones de dólares anuales, y el coste
total superaría los 100.000 millones
de dólares al año. Los países con
mayor índice de deforestación serían
los principales beneficiados.

El BM asumió la tarea de administrar
proyectos piloto en cinco países
mediante su nuevo Fondo para reducir
las emisiones mediante la protección
de los bosques (FCPF), cuyo
responsable, Benoît Bosquet, manifestaba:
“El objetivo final del FCPC
es impulsar un mercado de emisiones
con los bosques”. No le falta experiencia
al BM con los mercados de
emisiones. En 1999, la institución inauguraba
su primer fondo, el Fondo
Prototipo del Carbono (PCF), que
buscaba construir un instrumento
de créditos de derechos de emisión
con empresas y gobiernos. El PCF se
creó para respaldar proyectos en el
marco del Mecanismo de Desarrollo
Limpio (MDL) del Protocolo de
Kyoto. En principio, el PCF era un
mecanismo temporal, pero pasados
ocho años, la cartera de los diez fondos
del Banco en este sector ronda
los 2.000 millones de dólares.

Los MDL han sido objeto de constantes
críticas desde sus inicios. Se
suponía que los proyectos permitirían
a las industrias contaminantes
compensar sus emisiones invirtiendo
en proyectos limpios en el Sur. En
la práctica, los MDL dan carta blanca
para seguir contaminando en el
Norte, donde empresas y gobiernos
tienen una opción barata para seguir
sus negocios, y en el Sur, donde los
proyectos MDL que generan la mayoría
de créditos garantizan subvenciones
a algunas de las empresas
más contaminantes del mundo.
Como sucede con la REDD, cuando
se presentaron los MDL, la información
era ambigua. Sin embargo,
proyectos financiados con el MDL
han desembocado en el desalojo de
comunidades enteras, y varias empresas
han sido acusadas de apropiarse
de tierras, exacerbar la contaminación,
generar una emigración
forzosa y destruir medios de vida.

A diferencia del MDL, la REDD
funcionará por países, hecho que
propiciará nuevos problemas. Entre
ellos, la cuestión de quién posee las
tierras y tiene derechos sobre ellas.
En muchos países con una densa
masa forestal, el Estado no reconoce
los derechos legales de los pueblos
indígenas que viven en los bosques y
los protegen. “En estas condiciones
de conflictos no resueltos de tierra, la
desviación del carbono proyecta ese
reclamo para reducir las emisiones
de la deforestación, pero estarían basadas
en una cuota por debajo del
enfoque y pondría más poder en las
manos de gobiernos”, afirma Jutta
Kill, de la ONG europea FERN.

El programa REDD aplica un
enfoque estático a la deforestación,
y reduce una cuestión muy
compleja a un simple mecanismo
mercantil, ajustado a los modelos
de la economía convencional. “La
propuesta REDD simplifica la función
de los ecosistemas forestales,
como si sólo fueran un almacén de
carbono”, sostiene la organización
indonesa Wahli.

Conflictos de interés

En su reunión anual, el propio grupo
de inspección del Banco emitió
un informe que denunciaba el último
escándalo forestal de este organismo
en la República Democrática
del Congo. El préstamo concedido
había infringido casi todas las normativas
internas del Banco al abrir
la cuenca del río Congo a madereras
industriales que habían arrasado
enormes zonas de bosque virgen
y acabado con los medios de vida de
comunidades indígenas. Y no es un
caso aislado. Según Amigos de la
Tierra-Brasil, la ganadería representa
la mayor amenaza en la cuenca
del Amazonas, y el Banco es uno de
los principales responsables, al financiar
la expansión de la industria
ganadera y la deforestación en la región
amazónica.

Este enfoque apunta a pueblos indígenas
y marginados como ‘impulsores’
de la deforestación. En la península
de Kampar, en la provincia
indonesia de Riau, hay una de las
mayores turberas del mundo. La papelera
APRIL propone plantar un
‘anillo’ de árboles para proteger los
bosques de la tala ilegal de la que
acusa a las comunidades vecinas.
Ahora está buscando financiación
para el proyecto, que pretende presentarse
al programa REDD. Pero el
proyecto despejaría casi la mitad de
la cubierta forestal restante, y no
abordaría el principal problema de la
deforestación en la zona: la sobrecapacidad
de las fábricas de papel de
APRIL y de la empresa rival, APP.
En Bali, cientos de activistas comprometidos
con la lucha por la justicia
climática mostraron su oposición
a la REDD y al nuevo fondo del
Banco Mundial. Grupos indígenas,
mujeres de Tuvalu y activistas indonesios
se manifestaron para decirle
al Banco que sus propuestas no son
bienvenidas. Más de 59 organizaciones
suscribieron una declaración
contra la REDD.

LAS MUJERES CAMPESINAS ABRAZAN LOS BOSQUES, EL BANCO MUNDIAL LOS AMORDAZA
_ SORAYA GONZÁLEZ
_ La lucha contra la deforestación
que ahora lidera el BM es ya
conocida en aquellas regiones
rurales donde los bosques son la
moneda de cambio de la economía
doméstica. Mujeres campesinas,
principalmente, organizadas
desde los años '70, han
interpuesto lo puesto, su cuerpo,
a las sierras de los trabajadores
a sueldo de empresas que
comercian con la madera. Otras
han fecundado el suelo con
millones de semillas.
La extracción de madera y la
deforestación por la expansión
agrícola no son sólo un problema
para el calentamiento de la tierra.
Son las principales amenazas
para alrededor de 150 millones
de personas, principalmente
mujeres, que dependen de la
supervivencia de los bosques primarios.
La erosión del suelo, provocada
por el desmonte de las
montañas a manos de empresas,
vuelve más vulnerables, si cabe,
a las comunidades rurales. Ésta
es la lección que aprendieron las
comunidades campesinas cercanas
al río Alaknanda, en la India,
cuando las lluvias monzónicas
abrieron sus tierras en 1970. Así,
cuando pocos años después, el
Departamento de Montes de la
India anunció la subasta de
2.500 árboles en el bosque de
Reni, junto al río Alaknanda, los y
las pobladoras salieron a defender
lo que les pertenecía. Gaura
Deví organizó la resistencia no
violenta de las mujeres de Lata,
su aldea, que encadenadas con
sus brazos a los árboles prendieron
la chispa del movimiento
Chipko (abrazar en hindú). La
empresa de deportes Simon
Company tuvo que retirarse y,
posteriormente, el Gobierno prohibió
la tala durante 10 años. El
éxito se propagó desde un extremo
a otro del Himalaya y hoy
Chipko tiene una relevancia internacional,
gracias también a la
ecofeminista Vandana Shiva.
Con sólo un 2% de cubierta forestal,
Kenia es otro enclave de
los más afectados por la deforestación.
A finales de los '70, el
movimiento Geen Belt, también
protagonizado por mujeres y auspiciado
por una mujer con presencia
internacional hoy, Wangari
Maathai (Premio Nobel de la Paz
en 2004), acometió su lucha
plantando árboles. Convertido en
ONG, el movimiento se vanagloria
de haber plantado más de 40
millones de árboles. En ambos
movimientos, no se trata sólo de
conservar los bosques sino de
apostar por la biodiversidad y la
seguridad alimentaria.
La explotación comercial de los
bosques por empresas extranjeras
ha prohibido durante años el
acceso a sus recursos a las aldeas
que viven en equilibrio con
ellos. Ahora, la conservación de
las zonas boscosas como sumideros
de carbono puede perpetuar
su blindaje a las comunidades
rurales, que no han sido
consultadas en ese festival de
lavado verde celebrado en Bali.

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