EN 2009 EVO MORALES GANÓ LAS ELECCIONES CON EL 64% DE LOS VOTOS. AHORA EL GOBIERNO ATRAVIESA SU PEOR MOMENTO
Bolivia: entre la euforia y la frustración

El Gobierno de Evo Morales ha defraudado a
amplios sectores de los movimientos sociales que le
auparon al poder y que aspiran a reformas políticas
más profundas.

, Enviado especial a La Paz (Bolivia)
03/05/11 · 10:57
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Ilustración: Emma Gascó

En el edificio de la vicepresidencia
del Estado plurinacional, en el centro
de La Paz, discurre una reunión
de asambleístas
del Movimiento al
Socialismo (MAS). Los sombreros
negros de copa, las polleras –faldas
tradicionales– de las mujeres del
Altiplano y los mantos con tejidos
andinos hablan de tiempos muy diferentes.
Hace unos años el mismo espacio
estaba copado por diputados blancos,
hombres de corbata y con estudios
en EE UU, en un país donde el
67% de las personas se considera indígena.

Nos recibe Juan Carlos
Pinto
, coordinador general del Proceso
de la Enciclopedia Documental
del Proceso Constituyente y asesor
en vicepresidencia. “Estamos en una
etapa de la revolución democrática y
cultural. Algo que en Europa ha pasado
hace 200 años nosotros lo estamos
viviendo ahora con el acceso de
la mayoría de la población a los puestos
del Estado”, explica Pinto. “De alguna
manera estamos cambiando de
contenido el Estado
, estamos transformándolo.
No ha dejado de ser un
Estado liberal en su forma de organización,
pero está salpicado de pueblo,
y eso es una medida auténticamente
liberal, la posibilidad de que
todos tengan derecho a ser parte”.

Durante las últimas dos décadas,
el Estado había sido conducido, según
describe Julieta Paredes, por
“masterados, doctorados, especializados,
que habían estudiado en
Harvard, en Lovaina... y ¿qué han hecho
del país? Se lo han entregado a
los depredadores. ¿Qué logros ha tenido
la política neoliberal de esos
yuppies de traje? ¿Qué cosa han hecho?
¡Nada! Durante todo el primer
período nuestras hermanas y hermanos,
muchos de ellos campesinos,
han tomado el Gobierno, y ahí empezaron
a aprender, al hacerlo, porque
esto también es nuestro”.

Presiones de la derecha

La Asamblea Constituyente (2006-
2008), una eterna demanda para la
refundación del país, fue un punto
culminante de la participación popular.
Pero ese “momento fundamental”,
en palabras del sociólogo
aymara Pablo Mamani, “también representó
el inicio de la frustración”.
Las presiones de la derecha obligaron
a cambiar la sede de la Asamblea
Constituyente de Sucre a Oruro.
En 2008, estas presiones llevaron al
Gobierno del MAS a aceptar un
acuerdo y pactar en el Congreso la
modificación de 144 artículos
de los
400 que habían sido aprobados por
los representantes elegidos por los
bolivianos para esta misión.

La frustración fue creciendo en
adelante, a pesar de coincidir con el
histórico momento en que había sido
derrotada la derecha, élite que
había monopolizado el poder durante
los tres siglos de conquista y
los 184 años de República. Para
Raúl Zibechi, analista y editor de la
revista uruguaya Brecha, la clave se dio en las
jornadas de agosto y septiembre de
2008, donde “las fuerzas populares
bolivianas” consiguieron “una contundente
derrota
de la derecha oligárquica
de Santa Cruz”.

La derecha arrinconada en su
propio bastión tuvo que admitir su
derrota. Las elecciones generales
de diciembre de 2009 lo confirmaron:
Evo ganó con un 64% de los votos.
“Derrotamos en términos simbólicos
a la derecha, pero también
los derrotamos en el sentido de que
no tenga poder político, que no tenga
representación simbólica pública,
aunque sigue teniendo el poder económico,
la tierra, los medios de comunicación,
todos esos elementos
fundamentales”, dice Mamani.

Pero los festejos de esta victoria
no duraron mucho, porque pronto
empezó a verse que “la derecha estaba
dentro del Gobierno”, según
apunta Marco Gandarillas, director
del Centro de Documentación e
Información de Bolivia (CEDIB).
“No fue tan de repente. Desde que
asumió, Evo tuvo la idea de que había
que saber de Estado. Decían
que tuvieron que recurrir a los que
saben
, ser incluyentes, y por incluyentes
querían decir que a los viejos
políticos les dejemos una silla al
lado. Es así como gente del MNR,
MIR o ADN [partidos que gobernaron
durante la etapa neoliberal] o
del MSM [una escisión del MAS]
se colaron en el Gobierno”.

Gobernando con el enemigo

Gandarillas pone como ejemplo al
actual ministro de Economía, Luis
Arce Catacora
, un “fondomonetarista”
que trabajó con Gonzalo
Sánchez de Lozada y fue miembro
del partido neoliberal MNR. Algunos
de los más férreos opositores al
Gobierno en los primeros años se
han ido acercando al MAS. El caso
más sonado fue el pacto, antes de
las últimas elecciones entre el
Gobierno, y sectores de la Unión
Juvenil Cruceñista, grupo que había
liderado numerosos ataques racistas

en los años anteriores.

Para Juan Carlos Pinto, existe un
sector “más liberal”
dentro del
Estado, que apuesta por demostrar
que Bolivia consigue “grandes cifras
económicas”, ahorro del
Estado o superávit fiscal. Esta corriente
fue determinante en la promulgación
del decreto 748, por el
que subían los hidrocarburos. “El
sector económico presentó como
catastrófico el hecho de no tomar
este tipo de decisiones. Y no se hizo
una adecuada evaluación política.
Fue un mal cálculo. Porque el
estómago pesa más que cualquier
cosa”, apunta.

Desde la derrota de la derecha el
panorama político se ha complicado
para el Gobierno. “Ahora vivimos
un nuevo escenario histórico,
en el que la derecha es una parte de
la crítica, pero desde dentro de
nuestra cancha
sale otra crítica,
otras voces, otros hombres y mujeres
diciendo ‘hermano, estás fallando:
esto, esto y lo otro está mal’. En
ese escenario el Gobierno de Evo
Morales ya no sabe moverse”, puntualiza
Pablo Mamani.

“A todos los
califican de derechistas, de enemigos,
de neoliberales. Esta lectura ya
no sirve. El Gobierno sigue leyendo
este momento de la historia igual
que en los momentos de la guerra
contra la derecha”, dice.

Debate sobre Evo Morales

Desde el inicio del segundo mandato,
los principales conflictos no
fueron, como en el primer período,
con las élites del Oriente, sino con
sectores de los movimientos sociales. El alejamiento
de los principios originarios del
proceso y “la contradicción entre lo
que dice y hace el Gobierno”, según
Silvia Rivera, ha colocado al
Gobierno en el peor momento de
sus cinco años. El futuro de Evo
Morales y de todo proceso es objeto
de debate continuo en todas las
esferas.

“Evo tiene una gran ventaja: no
tiene una alternativa política que
pueda poner en riesgo su mandato
ni, de momento, su reelección”, dice
Soliz Rada. Para Pablo Mamani,
el Gobierno de Morales ya
cumplió su rol histórico. “Ahora
necesitamos otro momento y otros
actores. Todavía no sabemos dónde
está eso, pero ese momento será
el de condensación de esta larga
lucha, de las frustraciones y de
los logros
de hoy”, dice. Lo que nadie
pone en duda es que Bolivia ya
no es la misma.

Para Mamani hay razones para
ser optimista: este proceso situará
a la sociedad boliviana en un punto
histórico
muy diferente “desde
donde poder mirar el mundo, el
poder, la política, la economía...
Yo creo que lo que la gente está
pensando, lo que la gente está diciendo,
lo que está soñando va
mucho más allá del Gobierno de
Evo Morales, al mismo tiempo que
está agradecida a muchas cosas
que hizo”.

Para Silvia Rivera, la principal
aportación del proceso de cambio
es que actúa como un “paraguas
que protege de la lluvia ácida neoliberal”,
permitiendo que surjan
todo tipo de iniciativas, actividades
y colectivos autogestionados,
que generan un nuevo sentido del
poder
que hay en manos de la población,
que permite protestar y
hasta tumbar una medida como el
‘gasolinazo’. “Es el poder de la sociedad
sobre el Estado”, concluye
Rivera.

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Un proyecto neocolonial

Otra de las contradicciones entre
el discurso y la práctica del
Gobierno son las carreteras dentro
del plan de infraestructuras
para América Latina conocido
como IIRSA. «El IIRSA se planea
en Bolivia desde hace años, lo
que hace el Gobierno es continuar
con el proyecto», dice John
Zambrana, de Fobomade. «El trazado
de las carreteras principalmente
va por áreas donde hay
recursos naturales, que coinciden
con áreas protegidas y zonas
indígenas. El objetivo es el aprovechamiento
de esos recursos
naturales para exportarlos como
materia prima. Continúa con un
modelo extractivista, sin tener
beneficios por la industrialización»,
señala Zambrana.

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