ITALIA : LA IZQUIERDA SE QUEDA SIN REPRESENTACIÓN
Berlusconia: bastión de la derecha europea

Il Cavaliere y sus aliados posfascistas tienen una amplia
mayoría. En el programa de Gobierno, expulsiones de migrantes,
precarización laboral y vuelta a la energía nuclear.

01/05/08 · 0:00
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SERGIO FRUTOS

Berlusconi vuelve al poder. Pero algo
ha cambiado en el país que lo votó
mayoritariamente. Los últimos dos
meses y medio después de la
caída de Romano Prodi han alterado
el panorama político. Italia es famosa
por su ingobernabilidad y por el
exorbitante numero de partidos: pero
en el nuevo Parlamento hay sólo
seis grupos políticos. En la pasada legislatura,
había 26. La campaña electoral,
con el llamamiento al “voto
útil”, benefició a los partidos mayoritarios,
contribuyendo a la exclusión
de las formaciones menores, como
los comunistas y los ecologistas. En
el Parlamento italiano, además de un
pequeño partido centrista, quedan
por un lado el nuevo Partido Democrático
de Walter Veltroni, que aspira
a un compromiso entre las instancias
socialdemocráticas y católicas, y
por el otro el Pueblo de la Libertad,
nueva formación de Silvio Berlusconi.

Berlusconi va a gobernar junto
con los posfascistas de Alianza
Nacional y con la Liga Norte, la formación
xenófoba de Umberto Bossi.
La Liga, centrada en los intereses del
norte rico del país, ha crecido hasta
el 8% a nivel nacional (muchísimo
para un partido que se presenta sólo
en unas pocas regiones) y va a condicionar
la agenda política del futuro
Gobierno. Los temas prioritarios para
el nuevo ejecutivo: mano dura
contra los migrantes (expulsiones
masivas, desalojos de chabolas gitanas,
moratorias a la construcción de
mezquitas) y más dinero público para
su feudo electoral.

Años duros

Berlusconi tendrá que arreglar sus
cuestiones personales y mientras
tanto complacer a sus aliados más
extremistas. La Liga Norte es la única
formación que puede poner en
riesgo la estabilidad del Gobierno.
Los analistas políticos señalan que,
bajo su influencia, el ejecutivo endurecerá
su política frente a la inmigración.
El partido de Bossi pide el cierre
de las fronteras, un aumento de
los centros de detención para migrantes
sin papeles y más poder de
los alcaldes para expulsar extranjeros.
Otra petición son más ventajas
fiscales para las regiones del norte,
las más ricas del país y feudo electoral
de la Liga. Sobre las cuestiones
económicas, Berlusconi asegura para
el futuro “años duros”. Il Cavaliere
promete sacar a Italia de la difícil situación
en la que se encuentra: el poder
adquisitivo de los italianos con su
salario está entre los más bajos de
Europa y el crecimiento económico
está estancado alrededor de cero.
Pero las medidas van a estar en línea
con los deseos de las instituciones financieras
internacionales y de los
empresarios. El ex líder de la patronal,
y actual presidente de Fiat, Luca
di Montezemolo, unos días después
de las elecciones, ha inaugurado la
nueva temporada política con un duro
ataque a los sindicatos. Ya en su
pasado Gobierno, Berlusconi había
intentado precarizar aún más el mercado
laboral: esta vez lo va a intentar
de nuevo, bajo el eslogan de que para
subir los salarios hay que aumentar
la productividad.

TAV y centrales nucleares

Otro reto del nuevo Gobierno es la
cuestión energética: Berlusconi no
piensa desarrollar las energías renovables
sino que quiere volver a
construir centrales nucleares, prohibidas
después del referéndum de
1987. Un punto fuerte del programa
político va a ser la construcción
de infraestructuras, a partir de las
líneas de alta velocidad ferroviaria
contra las que protestan las comunidades
de la Val di Susa, en Piamonte.
Pero el proyecto más importante
es sin duda el puente sobre el
estrecho de Messina (entre Calabria
y Sicilia): una obra de ocho billones
de euros, en un territorio con
un fuerte riesgo sísmico y donde las
actividades económicas están en
manos del crimen organizado. Un
gran negocio para la mafia.

El veterano de la derecha europea
_ Silvio Berlusconi ha llegado otra
vez para fortalecer la oleada
conservadora en Europa. Con
sus 15 años en altos cargos (su
primer Gobierno fue en 1994)
es, como afirmó con orgullo, el
«veterano» de los derechistas
europeos. Se supone que va a
tener buenos aliados en Angela
Merkel y Sarkozy, pero Il Cavaliere
no es muy querido entre
todos los conservadores del
continente. El semanario liberal
inglés The Economist acogió su
vuelta al poder con una portada
bajo el título «Mamma mia»,
seguido por un «Aquí estamos
otra vez». La razón de tanta desconfianza
en Europa es que Berlusconi
es la expresión de una
derecha populista un tanto particular,
como confirman sus
aliados: los posfascistas de
Alianza Nacional y la xenófoba
Liga Norte. La Liga Norte de
Umberto Bossi, en particular, se
inserta en la ola xenófoba que
atraviesa el continente. El partido
de Bossi, centrado en la
defensa del rico norte del país,
tiene los rasgos de xenofobia,
racismo, y rechazo de la integración
europea que presentan
muchas formaciones políticas
del continente (Sarkozy y Le Pen
en Francia, Haider en Austria,
los movimientos de extrema
derecha en alza en Alemania y
los partidos xenófobos de Europa
del Este, como el de los
gemelos Kaczynski en Polonia).

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Un pasado de trapos sucios
_ Berlusconi, antes que pensar
en los problemas del país, tiene
que solucionar los suyos. De
hecho, está todavía bajo juicio
por corrupción y fraude fiscal.
Empezará entonces como hizo
en su pasado Gobierno: preocupándose
durante cinco años en
resolver sus asuntos y los de
sus colegas. Las actas parlamentarias
de la legislatura entre
2001 y 2006 están repletas de
leyes que se han definido «ad
personam» (o sea, hechas para
intereses personales). Con una
mayoría sometida a su voluntad
Berlusconi hizo normas que
despenalizaban delitos por los
que estaba bajo juicio (como
falsificar balances) y que acortaban
los términos de prescripción
(para no ser condenado).
Hizo aprobar un indulto que,
bajo la motivación de aliviar la
dramática situación de las cárceles
italianas, evitó a muchos
de sus colegas entrar en prisión.
Aprobó además condonaciones
que perdonaban a quien
no había pagado impuestos.
Un capítulo aparte merecen las
leyes sobre la televisión. Il
Cavaliere retrasó el plazo, fijado
por la Corte Constitucional, en
que una de sus tres cadenas
nacionales, Rete 4, tenía que
despejar las frecuencias y emitir
desde satélite. Las frecuencias
pertenecen a otra emisora,
Europa 7, que en 1999 ganó
una licitación pública. La cadena
de Berlusconi sigue ocupando
de manera abusiva las frecuencias,
dejando sin ejecución
las sentencias del máximo tribunal
italiano. El pasado 31 de
enero, la Corte de Justicia Europea
dijo que «el sistema italiano
de repartición de frecuencias
es contrario al derecho comunitario».
Pero todas estas cosas,
después de su tercera victoria
electoral, parecen no importar
demasiado a Berlusconi.

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