EL LEGADO OLÍMPICO DE ""LOS JUEGOS DE TODOS"
Barcelona ‘92 y el boom del nuevo urbanismo elitista

Barcelona ‘92 sirvió para transformar un modelo económico decadente a la medida de los sectores empresariales mayoritarios.

12/11/08 · 15:12
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El proceso de reconversión urbana
que precedió a los Juegos
Olímpicos de 1992 se suele considerar
como un modelo del óptimo
aprovechamiento de grandes
eventos para beneficio de una ciudad.
Barcelona era a finales de los
‘70 una ciudad industrial que había
experimentado un crecimiento
expansivo en los 20 años anteriores
con apenas planificación
urbana o atención a servicios y
dotaciones asistenciales básicas.

En un contexto global en el que la
producción industrial se estaba
descentralizando, moviéndose
hacia centros más asequibles, la
ciudad condal debía emprender
una transformación económica
estructural o languidecer dentro
de un modelo agotado.

La alternativa planteada con la
presentación de la candidatura
olímpica en 1982 fue clara y contó
con el beneplácito de las administraciones
y la opinión pública:
la terciarización del espacio urbano
barcelonés, la transformación
de ciudad industrial a ciudad
empresarial, turística y “cultural”,
bien publicitada y con una pléyade
de esperadas infraestructuras
de nueva factura.

La creación de redes de comunicación
viaria modernas, la ampliación
y mejora del aeropuerto
del Prat y la apertura de la ciudad
al mar fueron los ejes sobre los
que se fundó el apoyo de las administraciones
locales al proyecto,
que prometía una oportunidad
para deshacer los desmanes urbanísticos
del Franquismo con un
coste de aproximadamente un billón
de pesetas.

Gentrificación

Un 55% de la inversión salió del
erario público, con un aumento
de la carga impositiva y una merma
en la provisión de servicios
sociales en el área metropolitana
de Barcelona en los años posteriores,
tiempo en el que el índice
de precios aumentó en tres puntos
respecto al resto del Estado.
El precio del suelo creció un
240% entre 1986 y 1992, la construcción
de vivienda pública cayó
un 75% en este período y la oferta
de vivienda de precio libre creció
hasta un 101%.

Todo ello contribuyó a elevar el
perfil económico necesario para
habitar en Barcelona ciudad, desplazando
hacia la periferia a las familias
con menos ingresos y cronificando
la dualidad social que ya
existía durante los años del desarrollismo,
como señala el profesor
Pere López Sánchez.

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PRECIO DEL SUELO. En Barcelona, creció un 240% entre 1986 y 1992.
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