SUDÁN DEL SUR: EL REFERÉNDUM HA SIDO IMPULSADO POR EE UU Y CHINA CON MIRAS EN EL PETRÓLEO
Apoyo internacional a la división de Sudán

En Sudán del Sur, territorio semiautónomo que sufrió 22 años de guerra, cuatro millones de personas han votado constituirse en un país.

- El petróleo en el sur de Sudán alienta la independencia

, Madrid
26/01/11 · 8:00

Texto de África González

Del 9 al 15 de enero tuvo lugarun referéndum crucial en África. El
pueblo negroafricano del territorio
semi autónomo de Sudán del Sur ha
votado si quiere permanecer unido
al norte de Sudán, árabe y musulmán,
u optar por la independencia.

EE UU, principal mentor del
Acuerdo Comprensivo de Paz (CPA,
por sus siglas en inglés) firmado el 9
de enero de 2005, esconde, detrás de
su fachada pacificadora, intereses
por hacerse con un trozo del pastel:
las inmensas reservas de petróleo sin
explotar, oro, uranio y tierras fértiles

de las que hasta ahora sólo se han
beneficiado el Gobierno del norte y
sus aliados, sobre todo China.

Sudán del Sur, con una superficie
de 600.000 kilómetros cuadrados,
–como España y Portugal juntas– con
una población estimada de diez millones
de habitantes, ha sufrido hasta
2005 una de esas guerras africanas
olvidadas, que duró 22 años
y dejó al
pueblo al borde de la extenuación,
convirtiendo estas fértiles tierras bañadas
por el Nilo y bendecidas por
abundantes recursos petrolíferos, en
una de las zonas más paupérrimas
del mundo. La guerra se cobró dos
millones de vidas y cuatro millones
de refugiados.

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UNA SEMANA DE REFERÉNDUM. Arriba, manifestación de partidarios de la unidad. Central: una mujer sale de un centro electoral de El Fasher (al norte de Darfur). Un soldado y un reportero durante el recuento (a la izquierda). Albert González Farran / UNAMID

Islamización obligatoria

Marginados durante décadas por el
norte árabe y musulmán, excluidos
de todo desarrollo y acosados por
una islamización forzosa, la población
de Sudán del Sur –de mayoría
cristiana y seguidora de religiones
tradicionales– después de tantos
años de lucha, de marginación absoluta
y pérdidas humanas, lo tiene claro:
el sí a la independencia significa
el fin de la esclavitud, a pesar de todos
los riesgos y desafíos que tenga
que afrontar.

El mismo presidente
del Gobierno de Sudán del Sur (GOOS)
Salva Kiir, hace tiempo que lo
dijo alto y claro; en octubre de 2009
declaró: “Los electores tienen dos opciones:
la unidad, aceptando seguir
siendo ciudadanos de segunda en su
propio país o la separación y por fin
ser personas libres”. El proceso para
la búsqueda de un fin al conflicto armado
entre el norte y el sur arrancó
en 2002 con las primeras negociaciones
de paz entre el Gobierno de Jartum
y el entonces grupo armado
Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés
(SPLA), hoy convertido en partido
político: SPLM.

Tras muchas dificultades e inmensos
esfuerzos diplomáticos por
parte de la comunidad internacional
formada en este caso por la
Unión Africana, Naciones Unidas,
UE, Liga Árabe, Grupo Intergubernamental
para el Desarrollo (IGAD);
pero sobre todo gracias al empeño
de EE UU
, el 9 de enero de 2005 se
firmaba en Naivasha (Kenia) el Acuerdo
Comprensivo de Paz (CPA),
que marcaba el camino hacia la independencia.

El CPA marcó la fecha
del referéndum por la independencia
el 9 de enero de 2011, tras un periodo
interino de seis años y seis meses,
en el que el Gobierno de
Unidad Nacional se establecía en
Jartum, mientras Juba era la capital
de la región semi autónoma de
Sudán del Sur, gobernada por el
SPLM.

Entre el norte y el sur quedan aún
muchos asuntos pendientes por resolver,
antes de que se proclame definitivamente
la independencia, prevista
para el 1 de agosto, si el ‘sí’
triunfa como indican todas las previsiones.
Uno de esos flecos es la cuestión
de la ciudadanía y nacionalidad
de norteños en el sur, y de sureños
viviendo en el norte; otra es resolver
las cuestiones fronterizas, como en
la región de Abyei, pendiente aún de
un referéndum para decidir si quieren
pertenecer al sur o al norte.

Sin embargo, la cuestión más espinosa
gira en torno a los repartos de
los beneficios del petróleo. Hasta
ahora el norte ha sido quien ha producido,
exportado y se ha beneficiado
del petróleo pese a que el 80% de
sus reservas (6.300 millones de barriles)
se encuentran en el sur.
Según
establece el CPA durante este período
interino los beneficios deberían
haberse repartido al 50%, pero el norte
sólo le ha pasado al sur el 15%, según
han revelado las propias compañías
que están comprando el petróleo
a Sudán.

Por otra parte, la veda
para negociar directamente con el
sur ya está abierta. Tras la firma del
CPA, la compañía norteamericana
Marathon Oil, junto con la francesa
Total Elf Fina y la Kuwait Foreing
Petroleum Company
comenzaron a
hacer negocios directamente con el
SPLM para la explotación del Bloque
B, en la región de Sudán del Sur.

Intereses en la región

EE UU ha invertido millones de dólares
en su empeño por una paz definitiva
en una región olvidada durante
décadas. ¿Por qué ahora este compromiso
tan firme por la paz? No cabe
duda que la política exterior de
EE UU cambió de rumbo tras el 11-S
de 2001, cuando comenzó una lucha
antiterrorista contra posibles nichos
de Al Qaeda. Y Sudán del norte estaba
en la lista negra, ya que en 1994
Osama Bin Laden se refugió aquí,
donde organizó campos de entrenamiento.

El apoyo continuo a la guerrilla
del SPLA fue evidente en los últimos
años. También se alude a la
apuesta por la paz en la región del
presidente Barack Obama. Sin embargo,
este compromiso no es altruista.
Detrás de su afán pacificador se
esconde el interés
por no dejar escapar
la perita en dulce que suponen
los recursos de este país en ciernes.

La estrategia global en Sudán

Andrea Minalla, periodista sursudanés experto en Derechos Humanos explica a DIAGONAL que las luchas por el control de los recursos en lugares geoestratégicos se trasladan ahora a Sudán, como ya sucedió con Somalia. «Ellos [el norte de Sudán] ya lo están haciendo. El ejemplo es el Ejército de Liberación del Señor (LRA) apoyado por los árabes que están actuando en la zona de Yambio y República Centroafricana. La guerra del LRA ya no está sólo en Uganda, afecta también a los Grandes Lagos, con el apoyo de los islamistas, a través de Jartum. Por ejemplo, llegó un cargamento de armas que venía de Rusia y estaba destinado al LRA», señala Minalla.

Argumenta que el fundamentalismo está ahí de nuevo y «por el contrario, el Southern People Liberation Army (SPLA) ha sido apoyado con suministros de armas por EE UU. Todo el mundo lo sabía. Es un problema global, está claro. La gente está interesada en los recursos del Sudán del Sur: petróleo, oro, uranio, bosques e inmensidad de tierras fértiles».

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