Los autores, del colectivo que publica el Barómetro Social de España, abordan los efectos devastadores del ciclo de reformas dirigido por el capital.

El nefasto FMI se ha descolgado con la recomendación de que el Gobierno español debe “profundizar la reforma laboral”. El ministro de Industria afirmó que ésta es una “señal” muy clara para “profundizar el proceso reformista”, cuya buena marcha estaría refrendada por la reducción del déficit público (del 9,5% al 6,9%). Pero, ¿qué sucede con la gran mayoría de personas que dependemos de un salario –o su sustituto en forma de prestaciones– para sobrevivir? Veamos a dónde nos está conduciendo el “reformismo” gubernamental.
La “senda reformista”
Entre 2007, último año del ciclo económico expansivo, y 2011 la desigualdad de ingresos se incrementó un 8,6% y España pasó a ser el cuarto país con mayor desigualdad de la Unión Europea, tras Letonia, Bulgaria y Portugal, por delante de Grecia o Rumanía (en 2007 ocupaba el decimoprimer lugar en el ranking).
Hoy tener empleo no es una protección contra la pobreza: España es el tercer país europeo (tras Rumanía y Grecia) con mayor porcentaje de asalariados pobres (7,1%)Paralelamente, la población que está por debajo de la línea de pobreza se incrementó un 7,7% –pasando del 19,6% al 21,1% de los habitantes del país– y España se situó en el segundo puesto del ranking europeo, sólo superada por Rumanía: 920.000 personas pasaron en sólo cuatro años a engrosar la franja de nuevos pobres. Obviamente, el enorme incremento del desempleo tiene mucho que ver con esta situación: entre 2007 y 2012 los desempleados pasaron de 1,8 a 5,8 millones de personas, actualmente sólo la mitad recibe alguna prestación por desempleo. Aunque las pensiones conservaron su poder adquisitivo hasta el año anterior, hay que recordar que en 2011 había 2,6 millones de pensionistas que percibían 323 euros mensuales.
Pero la situación de los asalariados que conservan su empleo no es mucho mejor. El coste laboral en moneda corriente por hora se estancó en 2011 y 2012; descontando la inflación, se ha abaratado. El salario real medio cayó en 2010 (-1,6%) y 2011 (-3,2%). Hoy tener empleo no es una protección contra la pobreza: España es el tercer país europeo (tras Rumanía y Grecia) con mayor porcentaje de asalariados pobres (7,1%) muy especialmente las personas empleadas a tiempo parcial (18,5%), las menores de 25 años (14,4%), las mayores de 55 (13,9%) y las que tienen empleo temporal (13,5%). El récord, en pleno auge de las campañas en pro del “emprendimiento”, corresponde a los autónomos dependientes (40%). Todo ello a pesar que el umbral de pobreza ha retrocedido de 8.000 a 7.500 euros anuales entre 2009 y 2011, debido a una caída de la renta media total.
Por tanto, la “senda reformista” está logrando éxitos claros: hay un claro retroceso de los ingresos de las clases populares y una transferencia de los mismos hacia los acreedores financieros y hacia las empresas que empiezan a disfrutar de las privatizaciones.
Aún quieren más
Estos “éxitos”, sin embargo, minan la demanda global y, con ello, disminuyen las oportunidades de negocio de las empresas que se dirigen al mercado interno. ¿Por qué entonces este empecinamiento en destruir empleo, recortar los los derechos sociales y llevar a la crisis a una amplia franja de capitalistas medianos y pequeños? Seguramente por la defensa de intereses concretos, en primer lugar los del capital financiero altamente concentrado. Pero también, y quizás fundamentalmente, porque hasta ahora no se divisan otras formas para recomponer la tasa de ganancia global del capital. No olvidemos que este régimen se basa en la búsqueda continua de ganancia, el capital es siempre “valor que se valoriza”: no hay inversión sin perspectiva de ganancia. La crisis no se debe a una escasez de capital –aunque así nos lo parezca a la ciudadanía de a pie, que vemos secos los grifos de la banca, de las inversiones empresariales y de los presupuestos estatales–, lo que falta son oportunidades de inversión rentable. Y eso es lo que ha desatado este ataque redoblado de reformas capitalistas, especialmente en la zona euro. Por tanto, vendrán a por más. Seguirán insistiendo en su “reformismo radical”. Intentando exprimirnos al máximo. Hasta que les paremos los pies.
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