"JOSH FOX / AUTOR DE GASLAND, DOCUMENTAL SOBRE EL IMPACTO DEL ""FRACKING"" EN NORTEAMÉRICA"
"Además de los efectos en el medio, divide a las comunidades"

Josh Fox recorrió 24 estados norteamericanos en los que la extracción de gas de pizarra es habitual y ha mostrado sus efectos
en las poblaciones en el documental Gasland.

- Llega la fiebre de la fractura hidráulica

- Una apuesta sucia y tóxica

31/10/11 · 13:31
Edición impresa
Texto de David Pardo
 
Josh Fox / Linh Do

DIAGONAL: ¿Cuál ha sido el papel
de los llamados expertos en el debate público sobre la extracción de
gas y la fractura hidráulica?

JOSH FOX: Están saliendo ahora
muchos informes técnicos de hace
años que mostraban que la fractura
hidráulica contamina los recursos
hídricos, ficheros de la Agencia de
Protección del Medio Ambiente de
EE UU (EPA) de finales de los ‘80,
que evidencian sin duda ninguna
que la fractura hidráulica contamina los acuíferos. Además, se ha llevado a cabo un gran trabajo de campo, periodístico y de investigación,
en las nuevas zonas de explotación
por fracking. Al mismo tiempo, podemos observar una influencia increíble de las industrias del gas y el
petróleo en nuestros medios de comunicación y en nuestro gobierno.

Tenemos muchas evidencias científicas de que es un problema gravísimo y, a pesar de todo, la industria
del gas continúa sacando informes
diciendo que todo está bien, a la vez
que gasta cientos de millones de
dólares en relaciones públicas, y
dedica cientos de millones de dólares a “hacer lobby” en Washington.
Por tanto, esto es realmente una lucha dentro de los medios y una lucha sobre la percepción pública,
porque el conocimiento está ahí.

D.: ¿Qué relaciones hay entre la industria gasística y la administración
norteamericana?

J.F.: Llevamos a cabo varias entrevistas a altos funcionarios de los
estados que habían estado monitoreando los problemas de contaminación y hay tantos ejemplos de
“puertas giratorias” que no pueden ni contarse: algunas de las
personas que están ahora mismo
en el departamento de protección
medioambiental de Pensilvania
fueron en otro tiempo los “chicos”
de las industrias petroleras y gasísticas. Los primeros estudios, bajo el gobierno Bush, fueron destruidos por un conflicto de intereses. Aquella administración creó
una comisión dentro del Departamento Federal de Energía para
elaborar recomendaciones sobre
el fracking, en la que seis de siete
personas tenían vínculos financieros directos con la industria del
gas y el petróleo. Y esto sigue pasando. Y en cuanto a los departamentos ambientales, me ha pasado varias veces volver llamar a
alguien con quien había hablado
en la oficina de protección medioambiental local, y que me digan que ahora trabaja en las
compañías gasísticas.

D.: ¿Se han unido las comunidades
o individuos afectados para luchar
contra el fracking?

J.F.: En EE UU, los propietarios de
suelo tenemos el denominado “derecho de propiedad mineral”. Y hay
personas que están en una situación económica desesperada, o son
sencillamente avariciosos, y que están a favor de este tipo de extracción de gas. Sin embargo, también
existen personas que están muy
preocupadas con el medioambiente, que quieren seguir viviendo donde lo hacen, y se han dado cuenta
que no va a ser posible si los pozos
gasísticos llegan a su zona, pues será destruida, incluidos maravillosos tesoros nacionales como las
Montañas Rocosas o el río
Delaware. Así que esto divide a las
comunidades. Es increíblemente
dañino porque la gente empieza a
pelearse entre sí. Ésta es otra faceta de la fractura hidráulica que es
muy destructiva. No sólo causa muchas disputas en términos de salud
ambiental, sino también sobre el tejido social de los lugares donde se
extiende. Las compañías gasísticas
llegan diciendo “’vamos a proveer
de estimulación económica, vamos
a traer empleos...” pero la cuestión
aquí es que es una crisis de derechos humanos.

D.: ¿Qué les dirías a aquellos que
sostienen que las plantas gasísticas
pueden traer empleos y que por ello
merece la pena correr el riesgo de
contaminación?

J.F.: En primer lugar, no es un
riesgo de contaminación sino una
certidumbre. Hemos vivido durante mucho tiempo en un mundo
donde estaba bien sacrificar nuestro medioambiente por dinero.
Eso ha de terminar porque es insostenible. Démonos cuenta de
que nos estamos acercando a los
diez mil millones de habitantes en
el planeta, así que tenemos que
desarrollar un modelo sostenible.
En segundo lugar, este modelo extractivo explotador ha sido utilizado en los países en desarrollo durante siglos, y es una ruina.
Ha sido una ruina para lugares
como Nigeria, Perú o el
Amazonas. Y ahora este modelo
extractivo está llegando al llamado primer mundo. Algunos informes de la Agencia de Protección
del Medio Ambiente de Estados
Unidos y otras agencias medioambientales afirmaron que no
había evidencia de efectos negativos debidos a la contaminación
del suelo, agua y atmósfera. Más
tarde, estudios independientes
(por ejemplo, de la Universidad
de Colorado) han probado lo contrario, a saber, daños extremos al
bienestar de las personas y la salud ambiental.

Formas de ocultar la verdad

«Congresistas y políticos del Gobierno de
Estados Unidos han
dicho que el fracking
no contamina los
acuíferos», explica
Josh Fox, «así que
nuestros derechos
pueden ser continuamente conculcados
por la industria petrolera y gasística. Este
documentalista apunta que la industria «se
esconderá detrás de
«investigaciones
abiertas»; dirán que
no han tenido suficiente tiempo, o ciertas muestras de agua
desaparecerán de
modo misterioso... No
es siempre una mentira directa sino que en
muchas ocasiones las
autoridades han mentido por omisión.»

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