Tras el fracaso de la cumbre en Buenos Aires el año pasado,
avanzar un poco en Montreal ha sido fácil y la sensación
triunfal ha impregnado los medios. Hablamos sobre los
matices de los acuerdos que se han perdido con la euforia.
- Megan Bryan
Tras eternas dilaciones, el Protocolo
de Kioto para combatir el cambio climático
entró vigor en febrero mutilado,
sin la ratificación de EE UU, el
país más contaminante. Para organizaciones
como el Centro Uruguayo
en Tecnologías Apropiadas, Kioto
“está condenado a ser un enfermo
en estado terminal”. Admitiendo la
insuficiencia y lentitud de este protocolo,
Ecologistas en Acción ha vuelto
a enviar un corresponsal a la cumbre
celebrada en Montreal del 8 al
11 de diciembre, donde se reunían
los países de la Convención del
Cambio Climático (COP) y los que
han ratificado Kioto (MOP). El tema
estrella era ver qué pasa después del
primer período de Kioto que finaliza
en 2012. Junto con Aedenat y Greenpeace,
esta organización ha acudido
como observadora, no ha podido
asistir a las reuniones oficiales pero
ha mantenido reuniones con la delegación
española y con la europea (integrada
en la Red de Acción Global).
DIAGONAL: ¿Cuál era la postura de
la Red de Acción Global y qué os diferencia
de otros grupos que la forman?
PABLO COTARELO: La postura común
era pasar de EE UU, conscientes
de que su administración representa
al lobby petrolero y no hay nada
que hacer, y centrarnos en influir
en la UE, que aparecía como líder de
las negociaciones. En cuanto a los
puntos positivos de los acuerdos, todos
estamos de acuerdo, la única diferencia
es qué peso se le da a éstos
y qué peso se da a la lucha contra el
cambio climático como algo global.
Consideramos positivo el acuerdo
con los países del G-77 más China
por parte de la UE y Japón para que
tomen acuerdos voluntarios de reducir
emisiones de gases de efecto
invernadero a partir del 2012, lo cual
ha aislado a EE UU. Es positivo que
después de 2012 no va a haber ningún
paréntesis en los acuerdos.
También es relativamente positivo el
fortalecimiento de los Mecanismos
de Desarrollo Limpio [permiten a los
países industrializados invertir en
países ‘en desarrollo’ en lo que se denomina
“tecnología limpia” a cambio
de certificados de carbono]: se
ha creado un fondo con aportaciones
voluntarias para la Junta
Ejecutiva, encargada de evaluar los
proyectos MDL, para agilizar el proceso.
No obstante, esta Junta tiene
que pasar a ser independiente a partir
de 2012 y esto le llevará a depender
de la financiación privada y, por
tanto, de los lobbies empresariales.
D.: Uno de los aspectos positivos que
destaca el secretario confederal de
Medio Ambiente de CC OO, Joaquín
Nieto, en relación a los MDL es que
son una oportunidad para transferir
tecnología a los países en desarrollo.
Éstos generan una dependencia de
estos países de nuestra tecnología,
¿qué opináis al respecto?
P.C.: Respetando mucho la opinión,
me parece poco realista. En el caso
de transnacionales españolas, que
se pueden beneficiar de estos mecanismos,
hay antecedentes de inversiones
en proyectos que han sido criticados
desde el punto de vista medioambiental
y social. En ese sentido,
es algo a controlar mucho, tanto
desde los países industrializados como
por la propia Junta Ejecutiva.
D.: Según los pronósticos de crecimiento
energético de la Agencia
Internacional de Energía (AIE)
para 2030, se necesita reducir las
emisiones en un 62% entre hoy y
esa fecha.
P.C.: Teniendo en cuenta que China,
Brasil y la India tienen una tasa de
emisión muy grande, que EE UU no
tiene límites federales y que en todo
el mundo desarrollado el transporte
no deja de crecer, esas previsiones
son acertadas y Kioto es un primer
paso, y muy insuficiente. Las cifras
que se barajaban en las primeras
reuniones de cambio climático eran
muchísimo más ambiciosas que las que terminaron por fijarse en el Protocolo
de Kioto; se hablaba de un
20% de reducción en vez de un 5,2%.
A pesar de que los acuerdos de
Montreal son positivos en lo que es
la dinámica de las negociaciones de
Kioto, son poco ambiciosos para el
problema al que nos enfrentamos.
D.: Narbona ha insistido en Montreal
en que España dispone de “una
enorme oportunidad de depender
menos de las importaciones de petróleo”,
¿cómo se materializa esto
en las políticas concretas de fomento
de energías renovables y ahorro y
eficiencia energética?
P.C.: La delegación española estaba
compuesta por miembros de la
Oficina Española de Cambio Climático,
por lo que su disposición
parecía positiva. El fomento de
energías renovables y ahorro y eficiencia
energética, a pesar de no
ser todo lo ambicioso que uno desea,
son un paso adelante, pero hay
otros ministerios con más fuerza
económica y política que juegan
contra esto, como el de Industria o
el de Fomento, que acaba de presentar
el Plan Estratégico de Infraestructura
y Transporte y que incumple
totalmente Kioto. Pero
aparte de echarle la culpa al ‘papá’
Estado también habría que incidir
bastante en las administraciones
locales (comunidades autónomas
y ayuntamientos). Éstas tienen una
resposabilidad muy importante en
la lucha contra el cambio climático:
en las políticas como planes de
movilidad, fomento de transporte
público en detrimento del privado,
son responsables de la calidad del
aire en su territorio y podrían presionar
más a las eléctricas de carbón
y fuel cuando incumplen la
calidad del aire; también pueden
influir en las políticas de urbanización
y edificación (donde no
existen criterios de aislamiento ni
de fomento de energías renovables
como la solar).
D.: Parece que la Agencia Internacional
de Energía está preocupada
por culpar a China o India en el
cambio climático, cuando el consumo
de combustibles fósiles per cápita
en estos países queda lejísimos
del de los países industrializados...
P.C.: Si se crea un ambiente potente
a favor de que estos países tengan
límites de reducción obligatorios,
van a estar más cerca de conseguirlo.
Nuestra postura es que los países
desarrollados son los que han causado
el problema no sólo en cuanto
a las emisiones como tal, sino en
cuanto a la creación del modelo.
Pero nos parece bien que tomen
compromisos voluntarios, no sólo
favorece el clima global, su calidad
de vida también aumenta.
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