UN 58% DE LOS EMPLEADOS (11 MILLONES) NO LLEGA A COBRAR 1.100 EUROS
El 88% de los contratos de 2007 fueron temporales

A pesar de los 4.300 millones de euros que se invierten
anualmente para incentivar a empresarios a
realizar contratos indefinidos, y por más que el
acuerdo entre Gobierno, CC OO y UGT asegurase
en julio de 2006 mejorar la calidad del empleo, la lacra
de la precariedad continúa en los primeros
años de la reforma laboral. Mientras, jóvenes, mujeres
e inmigrantes son los sectores más afectados.

24/01/08 · 0:00
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TRABAJO TEMPORAL. agett (Asociación de
Grandes Empresas de Trabajos Temporales)
agrupa a las principales ETTs / www.agett.com

Prácticamente nueve de cada diez
contratos firmados durante todo
2007 fueron de carácter temporal.
Es un cálculo aproximado, pero cada
trabajador temporal registra cinco
contratos de trabajo al año. Con
esa media, no cuesta mucho imaginarse
a este empleado tipo levantar
una ceja, escéptico al oír al Gobierno
presumir del “medio millón de empleos”
creados el pasado año.
En la segunda mitad de 2006, en
los meses siguientes a la aprobación
de la reforma, que prometía
“mayor calidad y disminución de la
precariedad laboral”, las concesiones
millonarias a empresarios parecieron
funcionar. Aumentó casi
el doble el número de contratos indefinidos
(principalmente bonificados),
así como la conversión de
contratos temporales en indefinidos.

Sin embargo, su cantidad total
apenas superó ese año el 15% de
los empleos firmados.
El dato aparece en el libro Contratos
temporales y precariedad. A
juicio de su autor, José Luis Carretero,
la reforma “pese a presentarse
como un intento de vuelta al
empleo de calidad”, no se dirige
contra el rumbo neoliberal del mercado,
sino que se limita a otorgar
nuevas bonificaciones a la clase
empresarial. No obstante, una vez
acabado el efecto inicial de las subvenciones
a empresarios para que
contratasen de forma estable, hasta
UGT y CC OO han admitido el parón
en la creación de empleo fijo.
Se retoma así la tendencia a la
temporalidad, cuya tasa ha aumentado
progresivamente a lo largo de
esta década, pasando de un 32% en
el año 2000 a un 34,59% del total de
población empleada en 2006. Hoy,
5,5 millones de trabajadores, la tercera
parte de la población activa, trabaja
con contrato temporal.

En opinión de Carretero, la mala
calidad del empleo no es coyuntural,
sino que obedece a la estrategia de
un determinado modelo económico.
“La clase empresarial ha apostado
globalmente por la temporalidad como
manera de permitir la rotación
de los trabajadores”. Y de esa apuesta
se extraen varios beneficios. En el
caso más gráfico se sitúa el ahorro
de costes marginales, como las vacaciones,
que se convierten en períodos
sin contrato entre una renovación
y la siguiente. Pero también se
deja sentir en el plano de las reivindicaciones
laborales. “La temporalidad
se ha convertido en una gigantesca
espada de Damocles que pende sobre
el trabajador, conminándole a
la docilidad y a la pasividad. No ser
renovado es la pesadilla recurrente”,
apunta Carretero, quien añade
cómo esto provoca “un trabajador
menos reivindicativo que el fijo, menos
proclive a la sindicación, más
adaptable a la movilidad”, y con el
cual “la extinción del contrato es menos
costosa para el empresario”.

Concesiones sindicales

Todo esto, unido a una larga trayectoria
de cesiones sindicales, que desde
el Estatuto de los Trabajadores
de 1980 vienen traduciéndose en
modalidades cada vez más laxas para
la contratación, con mayores beneficios
para el empresario al tiempo
que se abarataba el despido y se
reducían las cotizaciones, ha acabado
por generar un cóctel que sitúa al
Estado español a la cabeza de Europa
en precariedad. Una “profundización
sistemática de los procesos
de precarización” que para Carretero
supone “la paulatina descomposición
del derecho laboral”.

De ello saben los jóvenes entre 25
y 29 años, que con un 45% de temporalidad
doblan la media europea. Y
la tendencia ha afectado a la economía
doméstica. Los contratos temporales
suponen de media en torno a
un 30% menos de sueldo que los
puestos indefinidos. O a veces menos
aún. En 2004, el sueldo medio de
un puesto fijo se situaba en 29.105
euros al año. Para el trabajador temporal,
esta cifra bajaba hasta 13.803.
Si se tiene en cuenta que, según
estudios recientes, uno de cada cinco
hogares tiene a todos sus miembros
en edad de trabajar en paro o
con empleos temporales, la imagen
del trabajador temporal como ‘mileurista’
joven, urbanita y que vive al
día supone una visión edulcorada de
la realidad. Y falsa: de acuerdo al Ministerio
de Hacienda, el 58% del total
de asalariados cobran menos de
1.100 euros. Todo esto sin tener en
cuenta las diferencias por cuestión
de género. En el caso de mujeres con
contratos temporales el salario promedio
fue, tomando indicadores de
2004, un total de 3.600 euros menos
al año que el de los hombres en la
misma situación. Las diferencias entre trabajadores nativos e inmigrantes
son aún mayores, entre un 25% y
un 35% según las cifras manejadas
por los sindicatos.

Siniestralidad en precario

Sin embargo, el aspecto más dramático
de la precariedad en el empleo
es el que tiene que ver con los accidentes
laborales. En los 11 primeros
meses de 2007 perdieron la vida en
el trabajo 1.104 personas, una media
de tres personas al día. El porcentaje
es un 12% menor que en 2006, pero
se da la circunstancia de que, según
datos de UGT, en los diez años anteriores,
en el período comprendido
entre 1996 y 2006, la siniestralidad
aumentó un 90%.

La combinación de temporalidad
y siniestralidad se da con frecuencia.
Estadísticamente, pese a representar
sólo en torno al 34% de la población
activa, los empleados temporales
sufren más del 50% de los
accidentes, tanto en general como si
hablamos de accidentes mortales.
La falta de experiencia en el puesto,
la misma debilidad laboral y las presiones
para aumentar la productividad
a costa de la salud se encuentran,
por regla general, detrás de la
mayoría de los casos.

Tags relacionados: José Luis Carretero Precariedad
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