PALESTINA: ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL ESTADO DE ISRAEL
60 años de limpieza étnica

Este ‘nuevo historiador’ israelí defiende la necesidad
imperante de calificar las políticas de Israel hacia los
palestinos como ‘limpieza étnica’ y de asumir las
implicaciones políticas, legales y morales que se derivan.

15/05/08 · 0:00
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REFUGIADOS. La creación del Estado de Israel provocó la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus tierras.

Durante años, el término
Nakba (‘catástrofe’ en
árabe) parecía apropiado
para los hechos de 1948
en Palestina y su impacto sobre
nuestras vidas hoy. En mi reciente libro
sobre el tema, propongo usar un
término diferente: ‘la limpieza étnica
de Palestina’. Nakba no hace referencia
a quién está detrás de la catástrofe,
pero el término ‘limpieza étnica’
implica una acusación a los israelíes
culpables de los hechos pasados
y presentes, y conecta las políticas
israelíes, como las usadas
para destruir Palestina en 1948, a la
ideología sionista que sigue guiando
las políticas de Israel hacia los
palestinos hoy.

Estas acciones son parte de la
misma política de limpieza étnica y
desposesión, y por tanto este mes de
mayo, en que conmemoramos el 60º
aniversario de la Nakba, es hora de
emplear el término ‘limpieza étnica’,
que supone una acusación con
implicaciones políticas, legales y
morales. Este término define cualquier
acción de un grupo étnico dirigida
a expulsar a otro para transformar
una región étnicamente mixta
en una pura, independientemente
de los medios empleados. Por ello,
las víctimas son tanto la gente que
se fue por miedo como quienes fueron
expulsados por la fuerza. Esta
definición se encuentra en las webs
del Departamento de Estado de EE
UU y de la ONU, y guiaron a la Corte
Internacional de La Haya cuando
decidió juzgar a los responsables de
operaciones de limpieza étnica como
responsables de crímenes contra
la humanidad.

En 1947, Gran Bretaña decidió
acabar su mandato sobre Palestina
después de 30 años. El futuro de Palestina
estaba entonces en manos de
la ONU, que propuso la partición de
la tierra entre los colonos judíos
–muchos de los cuales habían llegado
pocos años antes, poseían menos
del 10% de la tierra y eran un tercio
de la población– y la población nativa.
Estos últimos no podían aceptar
esta solución, que daba la mitad de
la tierra a colonos extranjeros, pero
la ONU ignoró su postura. La puerta
quedó abierta para que el movimiento
sionista usara su superioridad
militar sobre la comunidad palestina,
imponiendo su propia solución
sobre la tierra. La comunidad
sionista era lo suficientemente poderosa
como para llevar a cabo la
limpieza étnica y rechazar el intento
militar limitado de algunos gobiernos
árabes de parar las operaciones
en mayo de 1948.

En marzo de 1948, el liderazgo sionista
adoptó el Plan Dalet, cuyo objetivo
era tomar la mayor cantidad
posible de territorio de Palestina y
eliminar la mayoría de las ciudades
palestinas del territorio codiciado,
que constituiría el futuro Estado judío
de Israel. La ejecución fue más
sistemática de lo que anticipaba el
plan. En siete meses, 531 pueblos
fueron destruidos y 11 núcleos urbanos
vaciados. La expulsión masiva
estuvo acompañada de masacres,
violaciones y encarcelamiento de
hombres (definidos como tales desde
los diez años) en campos de trabajo.
Estas acciones se definen hoy
como políticas de limpieza étnica y
crímenes contra la humanidad.

La implicación política de esta interpretación
de lo que Israel hizo en
1948 es que el Estado judío es el único
culpable de la creación del problema
de los refugiados palestinos.
La implicación legal es que incluso si
se ha vuelto obsoleto, tras este largo
período, para quienes cometieron un
crimen contra la humanidad, el acto
mismo es todavía un crimen por el
cual nadie ha sido llevado ante la justicia.
La implicación moral es que el
Estado judío, como muchos otros
Estados, nació del pecado, pero el
pecado, o el crimen, nunca fue admitido.
Peor, en ciertos círculos en
Israel se justifica como una acción
correcta en el pasado y como una política
deseable en el futuro.

Estas implicaciones fueron ignoradas
por la élite política israelí, y
una lección muy distinta se derivó
de los hechos de 1948: que un Estado
judío puede expulsar a la mitad
de la población palestina, destruir
sus pueblos y salir impune sin un
ápice de crítica. Las consecuencias
de dicha lección fueron: la continuación
de las políticas de limpieza étnica
por otros medios, como la expulsión
de decenas de pueblos entre
1948 y 1956 de Israel, la transferencia
forzosa de 300.000 palestinos de
Cisjordania a Gaza en 1967 y una
constante limpieza del área del Gran
Jerusalén actualmente. La dislocación
de los palestinos que viven a lo
largo del Muro del Apartheid y el encarcelamiento
de un millón y medio
de palestinos en Gaza son las fases
más recientes.

Mientras la lección política no sea
aprendida no habrá solución del conflicto.
La cuestión de las víctimas directas
de la limpieza étnica de 1948,
los refugiados, hará fracasar cualquier
intento de reconciliar a las dos
partes. Por eso es tan importante reconocer
los acontecimientos de 1948
como una operación de limpieza étnica
para asegurar que una solución
política no eludirá la raíz del conflicto:
la expulsión de los palestinos.
Mientras la lección legal no sea
aprendida permanecerán impulsos
retributivos y emociones vengativas
en el lado palestino. El reconocimiento
legal de la Nakba como un
acto de limpieza étnica permitiría
una justicia restitutiva. La compensación
más razonable para los refugiados
palestinos fue expuesta en diciembre
de 1948 por la Asamblea
General de la ONU en su resolución
194: el retorno incondicional de los
refugiados y sus familias a su tierra.

Mientras la lección moral no sea
aprendida, el Estado de Israel seguirá
existiendo como un enclave hostil
en el corazón del mundo árabe, como
el último resto del pasado colonial,
que complica las relaciones de
los israelíes con los palestinos y con
todo el mundo árabe. Y, como no se
ha aprendido, existen en Israel justificaciones
para la limpieza étnica.
No es probable que estas lecciones
vayan a ser aceptadas en un futuro
próximo. El obstáculo principal
es la ocupación de Cisjordania
y Gaza. Por ello el esfuerzo de colocar
la limpieza étnica en el centro
de la atención mundial debe seguir,
junto con la lucha contra la
ocupación.

Lo que se necesita, aparte de la lucha
armada y el esfuerzo diplomático,
que han fracasado, es una clara
postura moral internacional que
condene los crímenes de 1948 y los
que se perpetran hoy. La condena
puede traducirse en acción, como
ocurrió con la Sudáfrica del apartheid.
La vía hacia la reconciliación
en Sudáfrica llegó a través de sanciones
y boicot; éste es también el
único camino en el caso de Israel y
Palestina. La sociedad civil palestina
bajo ocupación ha hecho un llamamiento
a la comunidad internacional
para que adopte el boicot y las sanciones
como la estrategia principal
contra la ocupación. En Occidente
deberíamos responder positivamente
a este llamamiento.

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