Si la ministra Báñez afirma que no hay nadie a jornada completa cobrando menos de 655 euros no es, como se afirma, por un desconocimiento de la realidad, sino porque, aunque la conozca, puede negarla sin consecuencias.

Tiempos extraños cuando un comunista dice que un problema de comunicación pesa más que uno material.
Señalaba Alberto Garzón hace unos días que no podía ir a la cola del paro a explicar a los parados su situación en términos marxistas que no entienden. Al contrario: en esa cola del paro ya no tan corpórea como antaño (porque los parados de larga duración pasan, con razón, de sellar; porque puede hacerse por internet, porque quienes buscan su primer empleo no se apuntan) podemos encontrar más gente que nunca capaz de comprender términos marxistas.
Distinto es lo que esos parados piensen que se puede conseguir comprendiéndolos. ¿Qué se supone que debe entenderse en 'el paro'? Como explica la película Yo, Daniel Blake, las administraciones tienen clara la ruta, lo que hay que explicar, al desempleado, porque al contrario de lo que nos cuentan en los cursos de búsqueda (activa) de empleo, no se trata de que haya que tomarse esa búsqueda como otro trabajo, sino que más bien es la expiación del pecado que mejor encaje con las características del demandante (muy formado, poco formado, sin pasaporte español, sin discapacidad del 33% –y por lo tanto, caro–).
La centralidad del trabajo –nunca cuestionada e incluso convertida en fuente de orgullo y de derecho– ha terminado no sólo por no espantar nada, sino por crear nuevos monstruos. Garzón llevará un lustro preocupado porque no 'se le entiende', pero si la ministra Báñez afirma que no hay nadie a jornada completa cobrando menos de 655 euros no es, como se afirma, por un desconocimiento de la realidad, sino porque, aunque la conozca, puede negarla sin consecuencias.
Imposibilidad de desvelar –en el sentido más literal– la realidad para la cabeza visible de IU versus la posibilidad de desmentirla para la devota de la virgen de Fátima.
Y, en el medio, los parados, los que no comprenden. ¿O será que no son comprendidos, sino ocultados, y utilizados casi como trofeo de caza en forma de cifra cuando vuelven al redil del trabajo?
comentarios
0