¿Cómo organizar un Frente Municipalista?

La manera de sortear las dificultades de las distintas candidaturas pasa por la configuración de un Frente Municipalista donde éstas sean un actor más, junto con las organizaciones que se crearon para concurrir a elecciones, movimientos sociales y fuerzas diversas.

, @Nu_alabao / Fundación de los Comunes
19/10/16 · 13:48
Acto de presentación oficial de Ganemos Madrid, el 4 de noviembre de 2014. / Juan Zarza

Auditar, impagar la deuda municipal ilegítima y derogar la Ley Montoro o la Ley de Estabilidad presupuestaria que atenazan la capacidad de acción de los ayuntamientos son restos centrales de la democracia local hoy. Sabemos, además, que para plantear cualquier de estas batallas hace falta coordinar esfuerzos a nivel supramunicipal. Éstas han sido las conclusiones del encuentro que la Plataforma por la Auditoria Ciudadana de la Deuda promovió la semana pasada y planean desde hace tiempo en todos los encuentros de candidaturas o del municipalista.

Sólo aunando esfuerzos se podrá confrontar el tremendo reto que supone revertir las políticas de austeridad. Así como pensar soluciones de mayor escala que permitan superar el fallido modelo de financiación de municipal que ahora está supeditado a los sucesivos ciclos del ladrillo, una de las escasas vías de obtención de recursos para los ayuntamientos. Las consecuencias de este modelo son de sobra conocidas: destrucción del territorio, especulación con el derecho a la vivienda, corrupción y un largo etcétera que conocemos bien porque da forma a nuestras vidas cotidianas en las ciudades y pueblos que habitamos.

Desde bien temprano, mientras se creaban las candidaturas municipalistas de este ciclo, se reconoció la necesidad de trabajar en una red que proyectase su potencia política. Por desgracia, también desde muy pronto pudimos experimentar las numerosas dificultades que existen para tejer una coordinación que vaya más allá de la declaración de intenciones.

Algunas de estas dificultades son de índole práctico y tienen que ver con los tiempos frenéticos y las ajetreadas agendas de cada lugar. Pero también hemos de reconocer que existen otras de orden político que casi nunca se explicitan; como, por ejemplo, la propia complejidad de composición de cada candidatura donde se dan equilibrios de poder entre varios partidos o grupos de interés y cómo esto se ha convertido en un escollo a la hora de trabajar conjuntamente entre candidaturas que llamamos “hermanas”. Por decirlo claramente, dificultades que tienen que ver con puras disputas de poder: luchas en el interior de las candidaturas, partidos que imponen vetos a la colaboración con otros, etc. Por no hablar de los pactos de gobierno con otras fuerzas, otro escollo capaz de imponer condiciones a fuerzas que sí tienen intereses directos en otros municipios o comunidades porque forman parte de la misma organización. El PSC puede ser tu socio de gobierno en Barcelona, pero la oposición para una candidatura “hermana” en otros municipios o viceversa, con lo que eso conlleva.

También encontramos otro orden de dificultades a la hora de articular un Frente Municipalista que están relacionadas con la propia acción de gobierno. A menudo se gobierna tratando de posicionar públicamente casos de éxito para demostrar que se puede gestionar –se asume el marco que nos han impuesto de que “no pertenecen a las instituciones”, “no tienen los conocimientos necesarios”, etc…– A lo que lleva asumir este discurso es a gobernar tratando de aplacar a los enemigos, más que de dar satisfacción a los amigos. Por tanto, se ejerce el poder con miedo. Miedo al conflicto y a abrir nuevos frentes en momentos que se sienten de debilidad, si bien es cierto que en medio de batallas múltiples y confrontando los implacables ataques de las élites político-económicas.

Todas estos problemas son reales, de hecho, las dificultades de articulación de un frente o red municipalista evidencian de alguna manera los límites de la propia institución para plantear desafíos realmente transformadores. Pero si buscamos verdaderos cambios más allá de hacer buenas políticas públicas, cambios capaces de imponer un nuevo sentido común contra el neoliberalismo –y encarnarlos en prácticas– hay que ir más allá de los intereses de partido y de autoreproducción de cada espacio político y, sobre todo, más allá de entender la política municipalista únicamente como gestión de lo público. Para muchos ayuntamientos, de hecho, “gestionar bien” ni siquiera es una opción. Si siguen atenazados por los grilletes de la deuda, el techo de déficit, los problemas de financiación y otros límites de este tipo, no sólo no podrán cumplir los programas con los que fueron elegidos, sino que tendrán serias dificultades incluso para proveer de los servicios más básicos con unas mínimas condiciones (para algo se han redactado normas como la Ley Montoro, corazón y cerebro del austericidio a nivel local).

Retos de la red municipalista

¿Cómo enfrentarse, por tanto, a desafíos políticos de tamaña envergadura? En este caso, cada vez más resuena la posibilidad de coordinar una desobediencia masiva a la ley. De hecho, en muchas ocasiones ya se está desobedeciendo, ya se están incumpliendo el techo de déficit o la regla de gasto, sólo que no se hace de forma articulada, no se proyecta como campaña política que ponga en entredicho la legitimidad de la ley y la necesidad de su impugnación en nombre de la democracia y las autonomías local.

Por tanto, para poder convertir los límites que ahora atenazan a los ayuntamientos en desafíos políticos que ofrezcan salidas y posicionen públicamente estos debates, es imprecindible un trabajo en red. Las candidaturas podrían sostener una red propia sobre propuestas y acciones de gobierno. Algunas cosas ya se están haciendo de manera más o menos informal, pero quizás se deberían poner recursos para sostenerla de forma más continua y articulada (sería un buen destino para parte del excendente de los salarios limitados por los códigos éticos). Una red que podría poner en común cuestiones de orden práctico: vías que cada municipio ha encontrado para sortear los límites del déficit, experiencias exitosas de remunicipalización, etc…

Sin embargo, si lo que se quiere es incidir en la correlación de fuerzas estatal, en la creación de un “nuevo sentido común” y en la acumulación de poder social, no nos podemos quedar ahí. La manera de sortear las dificultades enunciadas a la coordinación de las distintas candidaturas pasa por la configuración de un Frente Municipalista donde las candidaturas sean un actor de un espacio más permeable junto con las organizaciones que se crearon para concurrir a elecciones y con movimientos sociales y fuerzas diversas. Un Frente que pueda elaborar e impulsar su propia agenda y producir una dimensión de movimiento autónoma capaz de contrarrestar el poder de las oligarquías locales y generar mecanismos de contrapoder. Un contrapoder que, en ocasiones, tendrá que confrontarse a los propios grupos municipales cuando hacer política transformadora choque con los límites institucionales y partidarios que ya conocemos. Pero también, un contrapoder que las candidaturas en el gobierno podrían usar como palanca para mover los pesos que bloquean sus propias propuestas en la institución (la principal objeción que se escucha estos días cuando se habla en estos términos es la debilidad de los espacios de movimiento, y en muchos casos es cierta. Pero esos límites se pueden trabajar. Hoy ya hay gobiernos municipales que impulsan movilizaciones en la calle para tener más fuerza negociadora en los plenos y en los pactos de gobierno. Sólo hay que perder el miedo a activar fuerzas que no controlas, es decir, perder el miedo al desborde).

Este Frente Municipalista –o Frentes Muncipalistas– podría articularse de maneras diversas en torno a cuestiones locales. Por ejemplo, en torno a la demanda y puesta en marcha de (re)municipalizaciones: organizados en espacios donde se puedan juntar trabajadores, usuarios del servicio y las propias candidaturas, que deberían ser un actor más para lanzar campañas políticas sobre estos temas. Pero también en frentes de alcance estatal, como en el caso de la deuda, donde desde hace tiempo las organizaciones como la PACD tienen acumulados conocimientos y experiencia suficiente que hay que aprovechar. Espacios de trabajo entre distintos municipios, con movimientos diversos y con capacidad de integrar a mucha más gente ahora no movilizada.

Difícil. Puede ser. Pero no podemos dejar de intentarlo.

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