En 1998, la Fracción del Ejército Rojo (RAF) anunciaba el fin de su "campaña de acciones armadas" iniciada en 1970. Sin embargo, varios asaltos a supermercados y furgones blindados en los últimos meses en Alemania se han atribuido a los últimos miembros de esta organización.
El 20 de abril de 1998, la agencia de noticias Reuters recibió un inusual fax. A lo largo de ocho páginas, la RAF (Fracción del Ejército Rojo) alemana daba por concluida su “campaña de acciones armadas” iniciada en 1970. Sin embargo, aún hoy, existe una célula de esta organización izquierdista en huida permanente desde los años noventa. Volker Staub, de 57 años, Daniela Klette, de 56, y Burkhard Garweg, de 46, miembros de la llamada “tercera generación”, jamás se entregaron a las autoridades, y hasta el pasado año, su rastro era prácticamente nulo.
Según la Fiscalía de la Baja Sajonia, el trío es responsable de una serie de asaltos a supermercados y furgones blindados que se han llevado a cabo en el noroeste de Alemania. Vestidos con ropa militar, y armados con fusiles y un lanzagranadas, han conseguido sustraer cientos de miles de euros, y aunque en varias ocasiones han abierto fuego, sus balas no han causado heridos.
La policía criminal de Bremen ha podido dar con su pista gracias a los restos de ADN hallados en uno de los pasamontañas que dejaron abandonado en un coche tras uno de sus atracos. Estas mismas fuentes han alertado a Interpol de que la célula puede permanecer oculta en algunos de los países limítrofes al norte de Alemania. Así advertidos, a principios de este año la policía sueca creyó poder encontrarlos en un bosque de la provincia de Halland, al sur del país, y el pasado mes de julio, la policía holandesa abrió diligencias tras comprobar que unos de los teléfonos móviles utilizados por esta célula fue desactivado dentro de sus fronteras.
Entre el comienzo de los años setenta y mediados de los noventa, la RAF (también conocida como “banda Baader-Meinhof”, los dos apellidos de sus más destacados miembros) atentó contra militares de Estados Unidos, banqueros y varios exmiembros del partido nazi, dejando un reguero de treinta muertes. 1977, su año más violento, fue bautizado como el “otoño alemán”, periodo de tensión política que se saldó con el dudoso suicidio de tres de sus dirigentes presos. El 20 de junio del 2011, Birgit Hogefeld fue la última militante de la RAF en salir de prisión tras cumplir su condena. Arrestada durante un tiroteo en el que murió un policía y su compañero Wolfgang Grams, pasó 18 años en el penal de Preungesheim.
Hoy, la Fiscalía alemana no teme un regreso a la actividad armada de la RAF, y enmarca los últimos robos en la mera supervivencia económica de sus últimos militantes prófugos de la justicia. Para poner fin a esta larga huida, la Policía federal alemana ofrece 80.000 euros a cambio de “pistas que den con su detención definitiva”. Pero, advierte, “están armados y son peligrosos”.
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