Se necesita una reflexión serena sobre las expectativas creadas durante la campaña electoral y el trabajo realizado hasta el momento.
A un año de la llegada de las fuerzas del cambio a una parte importante de los ayuntamientos del Estado español se necesita una reflexión serena sobre las expectativas creadas durante la campaña electoral y el trabajo realizado hasta el momento. Sólo así podremos situarnos en las mejores condiciones que posibiliten un cambio real en nuestros municipios. Después del tiempo transcurrido, para una parte de nuestro electorado el panorama ha cambiado menos de las expectativas previstas. Es cierto que para algunos construir una biblioteca sabe a poco y para otros el estar hablando sobre la salida del euro es desgastar fuerzas.
Es evidente que una parte de esa Marea Ciudadana que nos acompañó y que es parte central de este proceso de cambio no sopesó en su justa medida el corsé que atenaza la dinámica de nuestros ayuntamientos y que en gran parte tiene que ver con la estructura burocrática heredada de las corporaciones anteriores y las leyes que emanan del gobierno central o autonómico y que, en general, reman en dirección opuesta a nuestras pretensiones. La Ley de Racionalización y Sostenibilidad de las Administraciones Locales, la modificación por el Partido Popular y el PSOE del artículo 135 de la Constitución Española que supone un límite al gasto público y prioriza el pago de la deuda a cualquier otro gasto en las distintas administraciones del Estado, las innumerables ordenanzas municipales, la carencia de recursos humanos y materiales y los enmarañados y rígidos procesos de gestión son algunos de los elementos que condicionan la acción de gobierno de los Ayuntamientos del Cambio.
En el Ayuntamiento de Madrid, en el que vivo y participo, no podemos olvidar que llegamos al Gobierno municipal con tres elementos que inciden sustancialmente: Ahora Madrid es un partido instrumental que se formó con premura y bajo su paraguas accionamos partidos, movimientos sociales y personas que aspiramos a cambiar la ciudad pero que tenemos visiones, algunas veces diferentes, en el qué y el cómo; no tenemos la mayoría en el Pleno Municipal y necesitamos los votos del PSOE para aprobar nuestras propuestas y nuestra alcaldesa, Manuela Carmena, se constituyó en el pegamento que sumó a una parte de la ciudadanía madrileña con el tejido asociativo organizado y los partidos políticos que apoyaron la Campaña.
Estamos en un buen momento para hacer que nuestro proyecto político en la ciudad de Madrid se asiente, pero para ello necesitamos unidad en la diversidad
Hoy podemos observar una cierta desilusión entre compañeros/as que nos atribuyen lentitud y que creían que los cambios serían de mayor calado y su desarrollo más rápido, que piensan que no se camina hacia un mayor empoderamiento de los movimientos sociales y que llaman a construir mecanismos de contrapoder, que consideran que se tiene demasiado miedo a la derecha y que los compañeros y compañeras que tienen responsabilidad de gobierno deberían trabajar en la dirección de ejecutar lo acordado en los movimientos sociales. Así se achaca a nuestros concejales/as el plegarse a la burocracia, el ser alumnos aventajados en la aplicación de leyes injustas que aprobó la derecha y el permitir que el sistema los engulla.
Cualquier crítica no debe olvidar poner en el centro de la misma y en valor el gran triunfo que supuso la unidad que representa Ahora Madrid y seguir desarrollando algunos elementos, internos y externos, imprescindibles para lograr cambiar nuestra ciudad. Entre los primeros debemos definir qué queremos que sea Ahora Madrid, cuál debe ser el papel de sus vocales, la relación de estos con las y los Concejales y de Ahora Madrid con los movimientos sociales.
Entre los que corresponden al propio Ayuntamiento, y entre otros, es urgente acometer la descentralización, dotando a las Juntas de Distrito de recursos económicos y humanos suficientes para desarrollar su trabajo, modificar la política de personal que conlleve la supresión de incentivos al trabajo en las Áreas de Gobierno en detrimento de los distritos y una concertación con los sindicatos para revisar la RPT (Relación de Puestos de Trabajo) que implique una mejor distribución del personal municipal (hay dependencias donde sobra personal y otras donde falta), mejorar sus capacidades profesionales y flexibilizar su adscripción a la unidades de trabajo.
Hay que definir lo que entendemos por participación ciudadana para no quemar esta seña de identidad y permitir que cada vez más personas puedan decidir su modelo de ciudad, de distrito y de barrio. Debemos reflexionar sobre las posibilidades reales de la remunicipalización de servicios públicos con los límites de personal, marco jurídico y contratos de gestión integral que nos imponen. Y tenemos que mejorar los niveles de información y coordinación entre las Áreas de Gobierno y las Juntas de Distrito que posibilite afrontar una mayor optimización de los servicios que demanda nuestra ciudadanía, ya que más allá de donde esté cada quien, todos y todas somos Ayuntamiento.
Algunos de los puntos señalados ya se están empezando a acometer pero se necesita acelerar la reflexión colectiva y el ritmo de puesta a punto. Es necesario tener presente que a la mayoría de los vecinos/as su preocupación central viene definida por aquellas cosas que impactan en su vida cotidiana, tales como el empleo (cuestión donde apenas tenemos competencias), la situación de sus aceras y viales, de sus parques, residuos y poda de árboles, de sus polideportivos e instalaciones deportivas básicas, de sus centros educativos, de sus servicios sociales, de sus viviendas, de sus fiestas y programación cultural, de sus licencias municipales, de sus líneas de autobuses, de la intervención de la policía municipal y de la cabalgata, entre otros.
Si logramos incidir sustancialmente en su mejora, estamos creando las condiciones para ilusionarlos con nuestro proyecto político y conseguir que este se asiente en la ciudad. Y todo ello tiene que ir acompañado de un diálogo constructivo sobre nuestro grado de inserción en las políticas estatales y en lo que acontece en el mundo. Madrid es una ciudad cosmopolita y solidaria que debe trabajar con otras ciudades para revertir la situación de injusticia social que ocurre en nuestro planeta.
En las Áreas de Gobierno y en las Juntas de Distrito se están haciendo muchas cosas y bien, pero o no se tiene posibilidad de darlas a conocer a los vecinos y vecinas o los grandes medios de comunicación no las resaltan suficientemente, las ignoran o las atacan. En el mundo de hoy, si la gente no conoce, es como si la actuación no existiera. Ello nos obliga a replantearnos nuestra política de comunicación.
Estamos en un buen momento para hacer que nuestro proyecto político en la ciudad de Madrid se asiente, pero para ello necesitamos unidad en la diversidad, remar todos y todas en la misma dirección, ser conscientes de las limitaciones que impone la Institución y comunicar adecuadamente nuestro buen hacer. El trabajo desarrollado por llegar al Ayuntamiento no sólo consistía en situar en él a personas responsables, cercanas, transparentes y honradas que trabajaran de otros modos, sino para cambiar nuestra ciudad y devolvérsela a sus habitantes. Sólo así podremos mantener la ilusión y el compromiso de la gente que confió en nuestras promesas y afrontar los retos del futuro. No es fácil, pero el proceso se ha iniciado y depende de nosotros/as que sea imparable.
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