Los resultados de las elecciones y la desaparición de más de un millón de votos han dado pie a todo tipo de teorías desde todos los sectores de la izquierda

Desde hace tiempo se ha instalado entre gente de izquierda la idea del ‘cuñao’, que es la forma en la que proyectan su desprecio hacia la gente del pueblo que no piensa como ellos y opinan sin mucha elaboración. No como ellos, que son un prodigio de originalidad e inteligencia, como todo el mundo sabe.
Pero ojo al dato: en estos días entras en internet y a los cinco minutos te das cuenta de que los cuñaos son los de izquierda. Hay varios tipos (hablo en masculino porque las mujeres suelen ser menos bocazas):
- El de izquierda franquista: “España es así y siempre lo será”.
- El catalán de izquierda franquista: “Nos vamos porque España es así”.
- El catalán de izquierda franquista consciente: “Nos vamos porque España es así aunque lo de aquí sea igual”.
- El de izquierda que viene del futuro: “Yo ya lo sabía”.
- El de izquierda que tenía la clave: “Habría que haber cambiado de sexo al coletas / puesto a Iker Casillas de candidato / pactado con Falange”.
- El de izquierda que cita al famoso que tenía la clave: “Como dijo Monedero, nos faltó llegar a los oculistas / Como dijo Anguita, teníamos que haber dado una voltereta antes de ir a votar”.
- El de izquierda que no votó, pero se queja: “¿En qué piensa la gente para que ganen ésos?”.
- El de izquierda y “libertario” al que las elecciones “no le importan” hasta que ve el resultado: “¡Qué depresión!”.
- El de izquierda que la paga con La Roja: “Que se jodan”.
Y luego ya está el colmo en forma de rapero de una noticia [publicada en El Confidencial] que cuenta su experiencia religiosa con un repartidor de pizza: “Asiente eufórico y me dice que ‘de puta madre’ y que se joda Ciudadanos que son unos ‘fachas’ de mierda camuflados. A mí es que la clase obrera consciente me toca la fibra sensible”. El chico se había olvidado la cartera con el cambio y Nega le deja cinco euros de propina. “Pobrecillo cuando llegara a casa después del turno. Anoche a última hora se me saltaron la lágrimas pensando en el repartidor”, confiesa.
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