Cambio climático
Los árboles se mueven

Las altas temperaturas están empujando a varias especies de árboles hacia las montañas, a cotas superiores para poder sobrevivir al calor y la falta de humedad

23/04/16 · 8:00
Los árboles se desplazan hacia zonas más altas por el aumento de las temperaturas. / Emilio Blanco

Los árboles se están desplazando. La subida de las temperaturas obliga a algunas especies arbóreas a migrar. El calor y la falta de humedad están empujando a algunos árboles a subir hacia la montaña y colonizar nuevos territorios.

“En la Sierra de Guadarrama es espectacular cómo están subiendo los pinos. En zonas de montaña donde hace 20 años no había nada ahora está creciendo el bosque”, explica Emilio Blanco, botánico, experto en árboles y profesor de la Universidad Europea de Madrid. El científico se refiere al pino silvestre (Pinus sylvestris) que está creciendo y arraigando en zonas altas debido a la subida de las temperaturas.

La Sierra de Guadarrama está situada en la mitad del Sistema Cen­tral y forma el límite natural entre las provincias de Madrid, al sureste, y Segovia y Ávila, al noroeste. Pre­cisamente, camino del pico más alto de Guadarrama, en Peñalara (2.430 metros), se aprecia cómo el pino silvestre, también conocido como pino de Valsaín, va ganando terreno donde antes no llegaba.

“Pero esto no sólo está ocurriendo en Guadarrama, también se observa en la Sierra de Urbión (noroeste de la provincia de Soria) y en Gredos, aunque allí menos, porque es una zona muy deforestada”, señala Blanco.

Los árboles, como otras especies, tratan de adaptarse al cambio de temperaturas, y eso ya se está produciendo. Que la fauna se mueve y trata de acomodarse a las nuevas condiciones climáticas ya lo indican diversos estudios, pero las evidencias muestran también que los árboles tienen un comportamiento parecido, aunque su desplazamiento es mucho más lento.

"Es espectacular la subida de los pinos en zonas de montaña donde hace 20 años no había bosque" Recientemente, un informe de la Nasa y la Administración de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA) concluye que 2015 ha sido el año más caluroso desde que se tienen registros climáticos, en 1880, hace 136 años. La temperatura de la superficie terrestre y oceánica el año pasado se situó 0,9 grados centígrados por encima de la media registrada durante el siglo XX, que era de 13,9 grados centígrados, según el estudio. Además, 2015 fue 0,13 grados centígrados más caluroso que 2014, que hasta ahora tenía el récord de temperatura.

Adaptarse o morir

“Una de las pocas cosas que están claras es que hay unos cambios de altitud y latitud de los árboles, de los bosques y de la vegetación en general”, afirma Blanco. Y señala que los desplazamientos que se están observando son relativamente rápidos y se ven “a simple vista, sólo en la vida de una persona, que es un periodo de tiempo corto”. Esas avanzadillas de algunos árboles se están dando “en lo que llamamos pisos de vegetación, y en este caso la vegetación arbórea está subiendo un poco al piso supraforestal, por encima del bosque”.

El botánico matiza que no todo es cambio climático, o aún no se sabe... Las evidencias se ven, ¿pero qué causas empujan más a los árboles a subir? Para Blanco no está tan claro: “Es más que cambio climático, es también abandono del pastoreo o la falta de la agricultura de montaña”. Mantiene también que a día de hoy “no se sabe bien qué factor de éstos es más importante”, aunque los tres juegan un papel fundamental. “Pa­rece claro que hay un cambio de ciclo de las plantas. También se observan variaciones en la caída de las hojas, o que la brotación a veces se adelanta y a veces se atrasa... Hay unas modificaciones pequeñas en la fenología de las especies”, dice.

Para la climatóloga y geógrafa María José Estrela, profesora de la Universidad de Valencia con una larga trayectoria en investigación, “los cambios se están produciendo”. Estrela dice que los estudios que han realizado desde el departamento que ella dirige así lo corroboran. “En la Comunidad Valenciana hemos visto que las temperaturas están subiendo más en el interior de las zonas altas de la montaña, más que en el litoral”.

La climatóloga asegura que esto es muy preocupante porque estas zonas son la recarga natural de los acuíferos y las que deben recibir las precipitaciones. Estrela, desde su área de investigación, ratifica: “Estoy de acuerdo al cien por cien con lo que apunta Emilio Blan­co, desde nuestro campo climático, es cierto que los pisos bioclimáticos están variando. Éstos empiezan a tener más temperatura y especies que pertenecen a pisos bioclimáticos inferiores. Eso está pasando”.

"La temperatura está subiendo en las zonas de alta montaña de la Comunidad Valenciana, y eso es preocupante..."La profesora apunta que la investigación que han realizado desde la Universidad de Valencia (estudio que está a punto de ser publicado por una revista científica) está basada en datos reales, no son modelos, no son proyecciones. “Hemos trabajado con datos de temperaturas, desde el scaling estadístico a fina escala, con información de la Comunidad Valenciana desde 1948 a 2012”, dice.

María José Estrela explica también que no hay que alarmar, pero señala rotunda que “es un hecho que la temperatura está subiendo en estas zonas altas de montaña”.

Otras especies 

Para Blanco, el movimiento de las especies arbóreas a causa del calor no afecta sólo al pino de Valsaín. También están subiendo ladera arriba “las hayas, que son árboles asociados a la humedad y al mundo atlántico”, buenos indicadores de la sequía. E igualmente avanzan las sabinas, “otra especie que en algunos lugares está invadiendo antiguas zonas que eran suyas y ya no se cultivan”. Eso está ocurriendo en Se­govia y Burgos, donde hay “grandes sabinares que van avanzando de forma espectacular, porque este árbol es muy pionero, muy colonizador”, señala, y eso está afectando a amplias áreas de Teruel y Burgos. Además, “la sabina es también un buen indicador de los cambios de temperatura”.

Emilio Blanco sostiene que los árboles son muy sensibles: “Cada árbol tiene su ecología particular, también cada planta, pero en los árboles se nota mucho. A eso se le llama la autoecología de las especies, es el hábitat donde viven”. Señala que una especie –como, por ejemplo, el haya, el tejo o la encina– requiere de unas condiciones para vivir, “y por debajo de unos niveles de precipitación no puede vivir”.

El botánico explica que se sabe que en el sur de la península hubo hayas y secuoyas y desaparecieron antes de que existiera el ser humano. “Igual­mente, si hay cambios debido al cambio climático y son rápidos, puede ser que a muchos árboles no les dé tiempo a subir y emigrar a las montañas”.

Cambio climático

Según otro científico, Ángel Ma­nuel Felicísimo, biólogo, profe­sor de Ciencias de la Univer­sidad de Extremadura y coordinador del libro Impactos, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático de la biodiversidad española, publicado en 2011 por el Ministerio de Agricultura, Alimen­tación y Medio Ambiente (Magrama), “sí existe evidencia de que el cambio climático está afectando a los árboles”. El investigador mantiene que el desplazamiento de los árboles se está produciendo lentamente: “A diferencia de la fauna, que es muy dinámica, los árboles tardan mucho en migrar porque tienen que llegar las semillas, arraigar y crecer”.

"Existen evidencias científicas de que el cambio climático está afectando a los árboles"Y añade que, al igual que el comportamiento de algunas aves africanas que se veían por el sur hace unos años y ahora se quedan todo el año, “los árboles buscan también la temperatura propicia”. El libro que ha coordinado Felicísimo trata de establecer cómo será la vida de más de 80 especies de árboles y arbustos en el Estado español a partir de los modelos climáticos que se contemplan sobre la subida de las temperaturas. “Sabemos dónde estaban los árboles hace dos o tres décadas, y hemos modelizado qué va a pasar”, apunta.

El profesor cuenta a Diagonal que una de las conclusiones de esta investigación es también que “gran parte de las especies arbóreas de España verán su extensión reducida” debido a las temperaturas.

“Hay árboles que no soportan una temperatura en verano superior a los 40 grados. En el estudio hemos mirado dónde están los árboles y si las previsiones son que las temperaturas suban a 43 grados; si eso es así, es muy probable que se vayan a producir repercusiones, y esas zonas quedarían como no adecuadas para esos árboles”, dice Felicísimo.

Pone el ejemplo de Extremadura, “donde básicamente tenemos encinas, alcornoques y rebollos, todos son quercus. Uno de los que peor pronóstico tiene es el alcornoque porque necesita agua en verano y no aguanta tanto como la encina”. Y apunta que está claro que si el alcornoque no aguanta éste sería colonizado por la encina, “y en ese caso perderíamos diversidad”.

Cuidar los árboles 

De hecho, estos días el Magrama ha publicado el informe anual sobre los incendios en 2015. El balance es desalentador. En ese año se quemaron 100.000 hectáreas de monte, el doble que el año anterior, según el ministerio. Los incendios provocados representan el 96% del total. Las condiciones climáticas de 2015, con un aumento significativo de las temperaturas y las olas de calor sufridas en verano, ayudaron a propagar cientos de incendios. Pero también los provocados en diciembre en Galicia, Cantabria y en As­tu­rias, casi 500 en esta última comunidad, han arrasado importantes áreas de arbolado.

El investigador de la Universidad de Extremadura se muestra escéptico con los compromisos para cuidar el planeta. Relata que no espera mucho sobre los acuerdos de la reciente Cumbre del Clima de París. Y añade que comprende “que los agentes del cambio climático que han participado en las negociaciones estén entusiasmados con lo conseguido, pero yo no creo que haya compromiso por ninguna parte”.

Por eso, el profesor plantea que lo que hay que hacer es cambiar la política en el entorno rural. “La solución es el mantenimiento de los montes durante todo el año, poner medidas como la plantación de castaños para que sirvan de cortafuegos, la introducción de la cabra para limpiar el monte, entre otras medidas, pero sobre todo luchar contra el abandono del medio rural”, señala.

"Los árboles no van a desaparecer por el cambio climático, pero sí por los incendios"Algunas de esta medidas se van a poner en marcha en la Comu­nidad de Extremadura, según se ha anun­ciado: “Pare­ce que nos han hecho caso” y se va a iniciar un plan integral de gestión de la Sierra de Gata, en Cáceres, tras la burrada del incendio sufrido el año pasado, con más de 8.000 hectáreas quemadas”.

Felicísimo concluye que “los incendios y las talas, aunque éstas, afortunadamente, cada vez menos, son la causa más preocupante para la cobertura arbórea en España. Los árboles no van a desparecer por la subida de las temperaturas, pero sí por los incendios”.

La procesionaria y el estrés de los árboles

La procesonaria, una plaga de orugas que ataca a los pinos, se está generalizando en determinados lugares, y cada vez más en zonas de montaña donde antes no llegaba. “Eso indica que el pino no está en su lugar adecuado. El árbol tiene estrés y lo manifiesta con debilidad...”, dice a este medio el botánico Emilio Blanco. Eso indica también que las temperaturas han subido. “Por ejemplo, en las zonas el muérdago ataca a los pinos, pero todo está como equilibrado, pero en las zonas bajas se ve que el muérdago les afecta mucho más”, añade Blanco. ​

Este botánico dice que con la subida de las temperaturas la procesionaria ataca mucho más porque con ocho o diez grados bajo cero las larvas desaparecen, “pero ahora las larvas aguantan muy bien porque ya no hay heladas extremas que les afecten, y no mueren”.
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comentarios

1

  • |
    Fer
    |
    23/04/2016 - 4:06pm
    La situación de las masas arbóreas es peor cuanto más al sur de la Península. Especialmente importante es el lamentable estado de la dehesa en España (Montado en Portugal),que tiene otros graves problemas, como la enfermedad de la seca o la intensificación ganadera. Tal y como afirma el manifiesto SOS Dehesa-Stop Desierto, "En los últimos 25 años se han secado más de 500.000 árboles (encinas y alcornoques) en el suroeste de España, según consta en el “Informe de la Ponencia de Estudio sobre la protección del ecosistema de la dehesa” del Senado de España. Si perdemos los árboles, la dehesa desaparece, desaparece la biodiversidad, desaparece el suelo, y queda la puerta abierta al desierto. Desde que comenzó el problema, la administración no ha tomado ninguna medida eficaz."http://sosdehesastopdesierto.blogspot.com.es/p/manifiesto-sos-dehesa.html
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