De los 'PIIGS' a los refugiados

Parece que la guerra entre pobres es la huida hacia delante de un capitalismo suicida. No nos lo podemos permitir.

, miembro del Instituto DM.
07/03/16 · 11:24
Una mujer espera en Lesbos. / Olmo Calvo

inforelacionada

Parece que Angela Merkel no se esperaba el rechazo a su política de refugiados. No entendemos cómo podía pensar lo contrario después de generar durante ocho años un relato en el que la solidaridad es antieconómica y además injusta.

La lectura durante toda la crisis respecto a los países del sur ha sido que “se lo merecían” por irresponsables y por incapaces; los medios de comunicación alemanes alimentaban esta supuesta incapacidad congénita basada factores étnicos y culturales “latinos” en cientos de artículos llenos de estereotipos contra españoles y griegos. El cuento de que los alemanes / centroeuropeos no estaban tan mal debido a méritos propios y que los “periféricos” estaban en la ruina por errores que debían pagar fue hegemónico. Nos llamaron PIIGS en medios económicos y políticos sin que nadie se inmutara. ¿No era esto racista?

Otro discurso habitual fue que “Alemania ya había hecho los deberes” y ahora nos tocaba a los demás; esto es más cierto si entendemos “los deberes” por devaluación salarial. En Alemania eliminaron el salario mínimo, los salarios reales bajan desde hace ya muchos años y aumenta el número de trabajadores pobres. Muchos trabajadores alemanes tuvieron que aceptar que “no había otra opción”, que “la economía es así” y parece que exigían que los demás también entráramos por el aro. Si no había riqueza en Alemania para ellos, ¿cómo iba a haberla para los países del sur?

Después de ocho años de discursos que ensalzan cultural-étnicamente a los alemanes, que justifican la precariedad y el empobrecimiento como necesarios porque “no hay para todos” (tampoco en Alemania), que echan a los pobres la culpa de su pobreza por factores congénitos, ¿de verdad esperaba la progresía alemana que los ciudadanos aceptaran miles de personas en situación precaria y de procedencias, no ya latina, sino no-europeas? Levantar barreras culturales y cortar lazos de solidaridad no resulta inocuo, esas ideas se convierten en marcos de entendimiento y se aplican en otros contextos.

Leer: Las políticas antirrefugiados invaden Europa

Las ideas y argumentos que sirvieron a las élites para explicar la crisis y las políticas de austeridad se vuelven ahora en contra de ciertos políticos y, sobre todo, de las miles de personas que huyen de la guerra y el hambre. Es urgente que construyamos otro relato sobre la riqueza existente, una que no diga que “no hay” cuando vivimos el momento de mayor riqueza de la historia de la humanidad; y que no diga “que no hay para todos” cuando los números señalan que bastaría unos pocos esfuerzos fiscales de los más ricos para acabar con la pobreza. Necesitamos otras ideas sobre la solidaridad internacional que entiendan que ya no es tanta “solidaridad” porque nuestra vida también están en juego ni tan “internacional” porque la globalización y la unificación europea hace que ya no estemos en distintos Estados-nación soberanos, sino en una realidad común que conserva las fronteras solo para dividirnos.

Dividir y jerarquizar ha sido siempre la clave del mando: mujeres y hombres, blancos y negros, nacionales y extranjeros. Construyamos esos relatos imprescindibles, llevémoslos a la práctica con redes de apoyo mutuo y presentemos batalla en Europa. Parece que la guerra entre pobres es la huida hacia delante de un capitalismo suicida. No nos lo podemos permitir.

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