diputado de Podemos.
Rafa Mayoral: "El PSOE no es de fiar pero tenemos que mancharnos"

El 2 de marzo, Podemos votó 'no' a la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Hablamos con Rafael Mayoral sobre las razones de esa negativa y sobre el camino que comienza para Podemos a partir de hoy.

, Fotos de Álvaro Minguito
03/03/16 · 16:04
El diputado de Podemos Rafa Mayoral, en su escaño. / Álvaro Minguito

Abogado y activista, Rafael Mayoral (Madrid, 1974) ha llegado al Congreso de los Diputados el pasado 20 de diciembre. El 3 de marzo, un día después del intento fallido de investidura de Pedro Sánchez, Mayoral nos recibe en la Carrera de San Jerónimo. Podemos voto 'no' al nombramiento de Sánchez y lo volverá a hacer en la sesión del viernes. A partir de ahí, como reconoce este diputado, comenzará otro ciclo, en el que PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos apurarán sus opciones antes del 2 de mayo, última fecha para evitar el cierre de la XI legislatura.

¿Crees que vamos hacia nuevas elecciones?

No tengo nada claro que vaya a haber nuevas elecciones. Lo que sí hay es una maniobra de las élites que tiene por objetivo intentar evitar un Gobierno en el que pueda haber un eje de defensa de la mayoría social del país. Y eso es lo que se escenifica con el acuerdo PSOE-Ciudadanos, que es cierto que incluye determinadas consignas comúnmente aceptadas como "dignificación del salario mínimo", "derogación de la reforma laboral" o "parar los desahucios".

Pero su traducción concreta en el acuerdo es que se sube seis euros el salario mínimo –lo mismo que el PP en esta legislatura–, la derogación de la reforma laboral es una nueva reforma que precariza aún más, acaba con la causalidad contractual, se mantienen los descuelgues salariales y la ultraactividad de los convenios no se recupera sino que se aumenta seis meses. Es una nueva vuelta de tuerca dentro del ordenamiento laboral existente. Y el tema de los desahucios es un insulto, una hipocresía absoluta. Lo que viene a decir es que sigamos con el modelo de fondo social de vivienda, hagámoslo con la Sareb pero la alternativa habitacional previa al desalojo no se garantiza. No se cumple con la legislación internacional que prohíbe los desalojos forzosos sin alternativa habitacional. Lo del tema de la deuda es brutal, lo que plantean es que la gente siga pagando la deuda una vez perdida la vivienda, hasta un 30% de su renta.

"Lo que contiene ese acuerdo es un cerrojazo para garantizar los intereses de las élites y lanzar el mensaje de que es necesario evitar que se produzca un giro institucional a favor de la mayoría social"

Lo que contiene ese acuerdo es un cerrojazo para garantizar los intereses de las élites y lanzar el mensaje de que es necesario evitar que se produzca un giro institucional a favor de la mayoría social, tendiendo la mano al PP. El principal problema que tienen es la absoluta descomposición del PP. Es difícil que haya elecciones porque creo que le tendrían miedo al resultado. A partir del lunes vamos a ver muchas cosas.

¿ Os ofrecen entrar en una especie de Gobierno de concentración en el que cupiese todo?

No, oferta de Gobierno no nos han hecho nunca. Una de las primeras cuestiones es mantenernos alejados del Gobierno, por eso a Alejo Vidal Quadras le parece tan bien el acuerdo PSOE-Ciudadanos, porque es el blindaje para impedir que las fuerzas del cambio puedan participar en el gobierno del Estado. No contemplan esa posibilidad en ningún momento. Pedro Sánchez fue corriendo como alma que lleva el diablo a negociar con Ciudadanos para garantizar a las élites que va a llegar a un acuerdo con su mejor representante.

¿Podemos asume ahora la izquierda como su campo?

Ahora mismo se trata de identificar si hay un programa de Gobierno y qué sectores sociales encajan en él. Eso nos ayuda a situarnos. El PSOE igual pacta con Ciudadanos y en la campaña se dirige a determinados sectores. El PSOE puede ser un elemento para la configuración de un Gobierno a favor de la mayoría social o un elemento a favor de las élites. Tiene esa dualidad. Una parte de su base social, que está en fuga, forma parte de las clases populares y otra es una élite partidaria que se resiste a que esa formación política pueda ser una herramienta para el cambio. Los sectores sociales favorecidos por el acuerdo PSOE-Ciudadanos son las élites.

¿Con qué perspectiva trabajáis una vez que habéis constatado que el interés de los tres partidos es arrinconaros?

Nos la estamos jugando. Sabemos que el PSOE no es de fiar pero, a pesar de todo, tenemos que mancharnos porque la situación social es lo suficientemente grave como para que sea imprescindible poner en marcha un proyecto de cambio y políticas públicas a favor de la mayoría social. Eso significa mancharnos, negociar con ellos, empujar. Pero ellos corren mucho, hacia otra parte. Hemos tendido puentes, hemos modificado nuestra posición… Estamos dispuestos a ser flexibles pero no nos vamos a cambiar de bando. Tenemos muy claros los sectores sociales que nos han votado y sus intereses.
 

¿Cómo os afecta que la calle esté más tranquila y menos reivindicativa?

Hay paréntesis. Todo el año pasado fue una batalla electoral y de movilización popular en el campo de la disputa institucional. Comenzó con la marcha del 31 de enero, la mayor movilización política que se ha registrado en este país desde 1977. Ahora, desde el 20D, estamos en una lógica parlamentaria que nos abstrae. Pero tenemos muy claro que desde el primer minuto había que introducir en la agenda la emergencia social y lo hicimos con la Ley 25. Estamos en diálogo con las organizaciones sociales. Si queremos que este proceso de cambio llegue a algún sitio, hay que meterle pueblo, movilización popular. Hay que reflexionar acerca de cuál es la lógica de movilización popular que nos hace falta, la lógica de disputa del espacio público para su recuperación democrática. No hay que olvidar que la mayoría de personas sancionadas en las movilizaciones desde el 15M no ha sido por la Ley Mordaza del PP sino por la Ley Corcuera, que sigue en vigor y sancionando el derecho de reunión y manifestación pacífica, contra la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

¿Hay un regreso a la agenda política de lo sociolaboral?

Hay una amenaza evidente al ejercicio del derecho de libertad sindical, un ensañamiento contra quienes se movilizan por unas relaciones laborales más justas. La cuestión laboral está en el centro. No hay que olvidar que la precariedad no solamente es una privación de los elementos materiales y del acceso a un trabajo digno y estable sino también un socavamiento de los derechos sindicales. Es una amenaza a la democracia. ¿Cómo se gira eso? Hay muchas cosas que plantear. Tenemos una relación con movimientos obreros y una relación cada vez mayor con los conflictos laborales y estamos intentando que nuestra participación en las instituciones sea útil para resolver estos conflictos. Entendemos que el protagonismo de las lógicas políticas institucionales no puede abstraerse de los sectores sociales que plantean esos conflictos.

¿Y la relación con las cúpulas sindicales?

En primer lugar, la posición de CC OO y UGT con respecto al pacto PSOE-Ciudadanos no es la misma. Pero más allá de las lógicas de las direcciones sindicales, si miramos dónde está el voto a Podemos, coincide con las poblaciones obreras de este país. Hay una realidad no sólo de la clase trabajadora precarizada que no puede acceder a l derecho a la libertad sindical sino también de las zonas sindicalizadas. Por primera vez hay una fuerza política que le disputa la mayoría entre la clase trabajadora al PSOE. Mantendremos relaciones con todas las organizaciones sindicales pero principalmente vamos a poner todo nuestro esfuerzo en la visibilización de los conflictos laborales que se están produciendo, independientemente de la opción sindical que decidan los trabajadores involucrados en esos conflictos. Hay muchas veces que serán de sindicatos más mayoritarios y otras que serán de sindicatos menos mayoritarios, pero ésa la lógica que queremos seguir con respecto al movimiento obrero.

En el caso de que esa gran coalición entre PP y PSOE se materialice, y os toque asumir el papel de oposición, imagino que también tendréis vuestro propio proceso de reorganización. ¿Se han acabado las prisas? ¿Es el momento de volver a pensar qué es Podemos y cómo funciona?

Creo que lo primero que hay que ver es que –independientemente de las primeras impresiones que podamos sacar de esto, de la posible reactivación del ciclo oligárquico–, nosotros no damos un balón por perdido, vamos a apurar el tiempo y ver hasta dónde están dispuestos a llegar.

La reflexión de cómo impulsar el proceso de cambio y la participación de la gente la vamos a seguir avanzando. Pero nosotros ahora mismo tenemos un reto, que es cómo recorremos estos dos meses, y creemos que existiendo la posibilidad de la configuración de un gobierno que defienda lo social, hay que agotar esa vía.

La reflexión sobre cuál es la lógica que tiene que seguir Podemos yo creo que hay que hacerla también, en torno a la concepción de Podemos como un movimiento popular democrático. Nosotros tenemos una estructura jurídica de partido, pero una lógica política de movimiento. Eso es una realidad palpable, más allá de que nos pueda gustar más o menos.

"Tenemos que profundizar mucho más en la lógica de los círculos como facilitadores de procesos de participación, movilización popular y construcción de la nueva realidad política"

Y yo creo que es algo bastante positivo porque abre lógicas democráticas potentes que no se mueven en las mismas lógicas de partidos que se han conocido hasta la fecha, desde las lógicas de acción de los círculos a las de decisión que se establecen a través de las fórmulas de participación. Es cierto que tenemos que profundizar mucho más en la lógica de los círculos como facilitadores de procesos de participación, movilización popular y construcción de la nueva realidad política. Una cosa es decirlo y otra hacerlo.

¿Y la articulación de confluencias con Unidad Popular o con otros actores?

No es una reflexión que deba hacer sólo Podemos. Siempre hay que estar abiertos pero también atender al momento político para estar a la altura y aprender de la experiencia. Hemos sido bastante generosos con las ofertas que hemos hecho, y ahí están las confluencias con las que hemos llegado a acuerdos para acreditarlo. Cuando te encuentras en esa situación, quien debe reflexionar es quien no ha sabido incorporarse al proceso político y se ha quedado anclado en debates identitarios. Quizá tengamos que buscar fórmulas de seducción, puede ser, pero creo que si algo ha funcionado ha sido poder interlocutar con importantes sectores sociales que aspiraban a un cambio político.

En Andalucía hay un reverso identitario pero también un filón de cara a unas hipotéticas elecciones.

Sin duda, aunque lo primero es saber si va a haber o no elecciones. La lógica de la disputa de la mayoría social al PSOE en Andalucía hay que establecerla con los actores de ese territorio, porque existe la posibilidad. Hay que saber moverse y hacerlo con audacia.

Y llegar a ser primera fuerza política en Madrid ¿es una posibilidad?

Es una hipótesis futurible. Queremos ser primera fuerza política en todas las provincias.

Sí, pero Carmena consiguió más votos que Iglesias en Madrid.

Las extrapolaciones de las municipales a las generales no suelen funcionar pero creo que hay que darle vueltas. En cualquier caso, los resultados de las generales en Madrid fueron fantásticos, segunda fuerza a una distancia sideral del PSOE.

Se habló ayer de Puig Antich, hoy es el 40 aniversario de los asesinatos en Vitoria, hay una matraca constante sobre una segunda Transición, ¿sirven para algo las comparaciones?

Hay una reapropiación de la memoria histórica que nos hace mucha falta, porque se ha hecho una apología del acuerdo de los padres de la Constitución y no un reproche de las sucesivas traiciones que se produjeron.

"Que la Constitución de 1978 reconozca como fundamental el derecho a la huelga no es por los padres constituyentes sino por la clase trabajadora a través de la movilización"

Otra cosa a recuperar es cómo los procesos de lucha popular supusieron el elemento fundamental de las conquistas democráticas que sin duda se produjeron en esa época. Que la Constitución de 1978 reconozca como fundamental el derecho a la huelga no es por los padres constituyentes, sino por la clase trabajadora a través de la movilización, de un proceso iniciado en Asturias en 1962. Esto no hay que olvidarlo, esa lógica de movilización popular.

En los últimos años hemos vivido un proceso de regresión democrática indudable. Desde 2008 se rompen las costuras institucionales del país, a través de una crisis económica que se ensaña con los sectores populares con un rescate a los privilegiados, y se abre también una lógica de disputa no sólo de los conflictos sociales sino de la posibilidad de la construcción popular para la disputa del poder a las élites. Esa batalla está abierta, hay campo para poder avanzar tras los resultados del 20D. Hay una oportunidad de que las cosas puedan ser distintas.

En el debate de ayer, 2 de marzo, se habló poco de Europa en el debate de investidura, ¿cómo afrontáis esta discusión?

Lo que hay es una ruptura del marco institucional español a través de la reforma del artículo 135 de la Constitución, cuando se produce un golpe de estado oligárquico de cierre de las posibilidades de control democrático de las instituciones. Fue el golpe de efecto del retroceso pero al mismo tiempo la espita del cambio.

Ayer hablaban de soberanía nacional quienes votan a favor del Tratado Transatlántico, los mismos que una y otra vez han confluido en las políticas que defiende la Troika, que son políticas que amenazan al sur de Europa y al proyecto europeo. El eje del sur de Europa cada vez es más necesario frente a la Europa construida para la gran Alemania, representada por su capital financiero y no sus sectores populares.

Somos una fuerza política soberanista frente a otros partidos que son sucursales de Merkel o le hacen el juego a su proyecto europeo. Ahí hay un campo de disputa indudable. Hay tres grandes contradicciones a resolver en nuestro país: la soberanía popular, que no reside en el Parlamento sino en el pueblo; la cuestión democrática, sobre la capacidad para determinar políticas públicas y asignar recursos; y la tercera, el rescate ciudadano, para garantizar los derechos esenciales para poder vivir. Que son los mismos ejes a resolver en Europa.

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