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El ciclo infernal del agua

Catorce familias de la PAH en Vallecas (Madrid) no pueden contratar el agua por no cumplir un requisito burocrático.

, Redacción
16/02/16 · 8:00
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En este bloque de 14 pisos, ocupado en 2012, todas las tareas diarias relacionadas con el agua requieren un esfuerzo extra. / Diego Fernando Rojas y Alejandro García

A finales de verano, el Canal de Isabel II, la empresa pública del agua en Madrid, comenzó a renovar las cañerías de una de las calles que trepa en sentido oeste/este por el barrio de Numancia, en el distrito de Puente de Vallecas. Las obras en la calle Mendívil obligaron a cortar el tráfico varias semanas.

Aparte de los vehículos que suben desde la M30, como si los coches remontaran la torrentera que en su día llevaba el agua de lluvia hasta el hoy sumergido arroyo Abroñigal, otro tipo de circulación se vio afectada: un ruidoso trajín de carritos de la compra que todos los días van en busca de agua para un bloque ha­bitado por una treintena de miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).

Las obras resultaban especialmente enojosas para esta procesión porque las aceras en esta zona de Madrid apenas llegan al metro de ancho y suelen estar invadidas por coches y motos, untadas de excrementos y desechos o interrumpidas por socavones, algo que sabe perfectamente quien haya empujado un carrito de bebé o de la compra, pero que es invisible para muchos.

Las zanjas sólo volvieron un poco más difíciles –pero inevitablemente irónicas– las condiciones de vida en Sierra de Llerena, 22, uno de los 19 bloques que la PAH le ha ocupado al 'banco malo'. Desde enero de 2012, sus habitantes han sobrevivido/se han enfrentado a tres cambios de propiedad –de una constructora quebrada al Banco de Valencia, de ahí a la Caixa y de ahí a Sareb–, una denuncia ya archivada por usurpación, un corte de luz en pleno invierno, una plaga de chinches, dos allanamientos policiales –uno de ellos hizo que una de las familias abandonara el bloque por puro terror– e interminables horas de asambleas.

Hoy este bloque de 14 pisos situado en el distrito madrileño de Puente de Vallecas tiene abierto un proceso de negociación con Sareb que quizá resulte en el realojo y alquiler social de todas las vecinas. Pero lo que sigue sin tener, por una peculiar ingeniería burocrática, es agua corriente.
 


La ciencia llama ciclo del agua a los cambios de estado de este elemento. Si recordamos que son tres: líquido, helado y gaseoso es porque quizá haya que añadir un ciclo del agua paralelo. Ese nuevo estado del elemento supone para sus habitantes, entre quienes se encuentran tres personas con enfermedades crónicas, un mayor de 65 años y cinco menores de edad, el acarreo de agua desde un centro social situado a varias manzanas del bloque y el racionamiento más estricto para cualquier tarea como la cocina, el fregado o la higiene personal.

Pese a que la comunidad quiere y puede contratar el agua e incluso la acometida –cerca de 2.000 euros–, el Canal de Isabel II se niega porque el edificio no cuenta con cédula de habitabilidad. Y para conseguir la cédula de habitabilidad, una de las condiciones es que el edificio cuente con una acometida de agua corriente. Esta rueda diabólica se mantiene desde que en octubre de 2013 el Canal decidiera cortar el suministro.

La Junta de distrito presidida por el concejal Paco Pérez y el Ayuntamiento ya han contestado que ven difícil mediar con el Canal, pese a que el Consistorio mantiene un miembro en el consejo de administración de la empresa, es decir, pese a que el Consistorio es, en una parte inifinitesimal, el Canal de Isabel II.

El equipo de Gobierno de Ahora Madrid promete mediar para evitar cortes de suministro, algo que la PAH de Arganda consiguió de su Ayuntamiento para no dejar sin agua a otro bloque ocupado por la plataforma en esa localidad del sureste madrileño. En ese caso, lo difícil –mediar para hacer la vista gorda de una situación irregular– se hizo fácil.

Lo complicado, siempre según la Concejalía de Ahora Madrid, es mediar para satisfacer el contrato legal de un suministro. En el corazón de la bestia, hasta cumplir escrupulosamente con las leyes de la economía de mercado –que ponen de acuerdo a oferta y demanda– comienza a ser un reto en determinados barrios.

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