Argentina
Macri, la mano dura del mercado

Por primera vez en su historia, una mayoría de la sociedad argentina, incluyendo sectores populares, votó por una fuerza política que se reclama de “centro derecha”.

05/02/16 · 8:00
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Texto de Federico Orchani, militante del Frente Popular Darío Santillán

Poco más de 40 días fatídicos de Gobierno Macri. En tiempo record, el Gobierno electo de la alianza Cambiemos ha descargado una serie de medidas que combinan liberalismo económico ajuste y autoritarismo político.

Miles de trabajadores y trabajadoras fueron despedidos en el sector público y privado, en medio de una fuerte ofensiva mediática para estigmatizar por su militancia política a quienes se organizan y resisten para no perder su fuente de empleo. Todo esto en el contexto de una serie de medidas en favor de los sectores concentrados de la economía, como la devaluación de la moneda que generó una fuerte transferencia de ingresos en detrimento de los sectores populares, un duro golpe al bolsillo de millones de familias trabajadoras que en varios casos debieron sufrir la represión de las fuerzas de seguridad cuando reclamaban.

Antecedentes de la tragedia

Mauricio Macri fue electo presidente luego de vencer en la segunda vuelta a Daniel Scioli, el candidato del entonces oficialista Frente para la Victoria, por escasos 678.774 votos sobre un total de 25 millones de votantes. De todas formas, la evidencia de un giro conservador en la política Argentina es anterior. Algo más del 90% del electorado votó en las instancias previas al ballotage, opciones políticas que levantan un programa regresivo en términos políticos y económicos, expresados en candidatos que emulan las necesidades de sectores concentrados de la economía y otros poderes fácticos.

Candidatos con perfil empresarial, exitosos hombres de negocios o de la vieja política como Sergio Massa, Daniel Scioli o el mismo Mauricio Macri, proponían en sus programas una política de reendeudamiento en gran escala y un "sinceramiento de precios" a tono con la famosa “sintonía fina” que el Gobierno de Cristina Kirchner empezó y luego dejó de lado.
 

El kirchnerismo, la fuerza política que gobernó la Argentina por más de diez años, no logró vencer a quien en los papeles presentaba como “la derecha”

El kirchnerismo, la fuerza política que gobernó la Argentina por más de diez años, no logró vencer a quien en los papeles presentaba como “la derecha”, quizás demasiado confiado en las posibilidades de la victoria de Scioli, quien en última instancia se parecía demasiado a quien decían combatir.

En un hecho inédito en la historia argentina, una parte no menor de la sociedad, incluyendo sectores populares, votó masivamente una fuerza política que se asume abiertamente como de “centro derecha”, que propuso un cambio sin dar demasiados detalles, los suficientes para operar sobre la angustia que produce el evidente deterioro de las condiciones económicas y que afecta a sectores de trabajadores por un lado y por otro, sectores medios fastidiados con determinados aspectos del gobierno Kirchner, muchas veces agitado desde los grandes medios de comunicación.

Un “estilo” de conducción política personalista encarnado preferentemente en la expresidenta y otros funcionarios, o las permanentes denuncias de corrupción y malos manejos levantados por la hasta ayer oposición, en sintonía con un sector del poder judicial argentino fueron erosionando definitivamente las posibilidades del gobierno de CFK.

La izquierda y las organizaciones populares de Argentina no lograron interpelar lo necesario a sectores masivos de la población.A pesar de los buenos desempeños en distritos electorales claves como Buenos Aires y la Capital Federal o Mendoza donde la izquierda logró buenos resultados electorales llegando a conquistar escaños, el espacio político de las diversas izquierdas no se consolida aún, como opción de poder real.

La izquierda y las organizaciones populares de Argentina no lograron interpelar lo necesario a sectores masivos de la población

La “pelea” hoy se da por la apertura de la discusión en ámbitos legislativos pero sobre todo en la disputa por la calle y la resistencia, en el contexto de un nuevo e inédito escenario político.

Ajuste y revancha

El debate económico que atravesó el ámbito político sobre si el ajuste inexorable sobre la economía debía ser por medio del “shock” o “gradualidad” quedó sepultado por la montaña de decretos de necesidad y urgencia adoptados por el gobierno de Macri a espaldas del Congreso nacional.

En un acto cargado de simbolismo, desde la ciudad de Pergamino, una de las capitales del agronegocio, y a poco de asumir, el Gobierno de Cambiemos anunció la quita de retenciones a los sectores del agro, que combinado a la devaluación de la moneda, incrementó las ganancias del sector en un 50%-90% de la noche a la mañana, sin explicar de qué manera el Estado deberá reemplazar esa fuente importante de financiamiento.

Para el economista argentino Claudio Katz, “el objetivo del ajuste es provocar una fuerte caída de los salarios durante el verano. De esta forma se licuarían los ingresos populares antes de las paritarias. Para eso maquillan la evolución de los precios con pretexto de baches estadísticos en el Indec [instituto de estadística argentino]”.

Y tiene sentido, en los últimos días, fueron despedidos más de 20.000 empleados estatales, según información del propio sindicato de trabajadores (ATE) que trabajan en diferentes dependencias, sea a nivel nacional o en provincias. Los trabajadores despedidos son acusados de “ñoquis” es decir, que no trabajan. El trasfondo es una grave persecución ideológica a quienes son militantes políticos, lo que da cuenta de un fuerte revanchismo de clase a manos de un gobierno que tiene entre sus principales ministros, antiguos “CEOs” de grandes empresas multinacionales formados en una cultura antipopular.

En los últimos días, fueron despedidos más de 20.000 empleados estatales según información del propio sindicato de trabajadores

La otra pata del ajuste es la represión. Los antecedentes más inmediatos y preocupantes son la represión a trabajadores de la alimentación de la empresa Cresta Roja, en la localidad de Ezeiza y, más recientemente, el salvaje ataque de la policía bonaerense a trabajadores y trabajadoras que reclamaban por despidos en la ciudad de La Plata.

Preocupa el contexto. Recientemente fue encarcelada Milagro Sala, dirigente política de la provincia de Jujuy por encabezar una protesta social en la capital de esa provincia. Hablamos de un grave precedente de judicialización de la protesta social. De esa manera, el poder político y judicial intenta disciplinar el movimiento social en el marco de una fuerte ofensiva del gran capital sobre los sectores populares. Además, el Gobierno de Macri discute un “protocolo” para controlar la protesta social, que no es más ni menos que un marco regulatorio para criminalizar cualquier acción de resistencia a las medidas antipopulares que el Gobierno de Cambiemos viene implementando. Significa también más poder a las fuerzas de seguridad, que han demostrado, ayer y hoy, preocupantes señales de autogobierno.

Voces de resistencia

Pensar la resistencia en la Argentina de hoy va de la mano de un balance de los años recientes. “Argentina reveló la disyuntiva: o profundizar los procesos o regresa la derecha”, dijo Álvaro García Linera, vicepresidente boliviano. Una mirada insoslayable de la última década en Argentina parte de la base que, si bien existen avances claros en materia de recuperación de derechos sociales, civiles, laborales, de derechos humanos, el kirchnersimo no quiso, no supo o no pudo derribar los pilares que sostienen una estructura económica concentrada y dependiente que agrava la desigualdad social en el país.  El proyecto de un capitalismo "con inclusión", con base en la demanda dejó expuestos sus límites  y la mitad de la población votó por un "cambio" al menos de esa forma de gobierno.

El kirchnersimo no quiso, no supo o no pudo derribar los pilares que sostienen una estructura económica concentrada y dependiente 

Es necesario para un proyecto político emancipatorio pensarse y repensarse más allá de los límites que impone el capitalismo en sus diferentes variantes.

Tanto los países donde la derecha aggiornada ya es gobierno, como en los lugares donde los gobiernos progresistas siguen en pie, enfrentan un panorama económico complejo, con el agotamiento del boom de las commodities, que en Argentina se expresa sumado a un “afianzamiento de la primarización sojera, el extractivismo minero y petrolero, la perpetuación de una estructura industrial concentrada y muy desequilibrada y un sistema financiero que bloquea la inversión. No se modificaron los pilares de la desigualdad social que rige en Argentina”, según confirma Claudio Katz. Los indicadores no son los más alentadores, el gobierno de Cambiemos, amenaza con profundizar las cadenas de la dependencia argentina.

El movimiento popular en Argentina se prepara para resistir los embates del capital concentrado que se ve fortalecido por el gobierno de Cambiemos. Hasta el momento las respuestas vienen desde las bases, desafiando algunas veces a las propias dirigencias sindicales y políticas, todavía inmóviles.

Resistir y movilizarse de manera unitaria no puede perder de vista la tarea de construir una alternativa independiente, de las burocracias y las experiencias fallidas que se quedaron a mitad de camino, que genere un cambio pero radical, con fuerte protagonismo popular. La experiencia militante más reciente, y los procesos populares más avanzados de América Latina y el mundo demandan que así sea. Es necesario para un proyecto político emancipatorio pensarse y repensarse más allá de los límites que impone el capitalismo en sus diferentes variantes. 

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