Ocho guardacostas llevan a cabo un trabajo voluntario desde el verano para ayudar en alta mar a los refugiados que quieren llegar a Lesbos.
Texto de Fabian Köhler, traducido por Carmela Negrete
Vigilan la playa con prismáticos e instrumentos de visión nocturna, sacan del agua a personas con sus motos acuáticas, prestan primeros auxilios en la arena. Y a veces lloran juntos en las tumbas. Los voluntarios salvan la vida a diario de muchos refugiados en la isla griega de Lesbos.
Hemos hablado con los socorristas voluntarios.
Alexander
19 años. Trabaja en Grecia como socorrista
Me pregunto qué ocurriría si en mi país de repente hubiese una guerra. Solo espero que en ese caso alguien nos ayudase. Esa gente son personas como nosotros. La única diferencia: En su país hay una guerra y en el nuestro no. Ése es el motivo por el cual estoy aquí.
No se trata de sacarlos del agua, sino también de qué ocurre después. Cada semana hace más frío aquí. Doy gracias a dios de que el tiempo haya sido tan bueno las últimas semanas. No ha habido grandes olas. Ojalá permanezca así.
Quiero ayudar, a que la vida de esas personas sea un poquito mejor. A veces salvamos a bebés que rondan los tres meses de vida. Son tan pequeños que no sé ni cómo agarrarlos. Pero ese sentimiento que tienes, cuando salvas a alguien, es algo que nadie puede describir.
Joel
36 años. Nacido en Uruguay, trabaja como socorrista en Barcelona
Soy enfermero y socorrista. Así que encajo muy bien en el trabajo que hacemos aquí. Cuando mi jefe me preguntó si estaría dispuesto a venir de voluntario a Lesbos le dije que sí sin dudarlo un momento.
Llevo dos días en la isla. Y aunque el tiempo esté calmado, siempre se suceden situaciones complicadas. Esta mañana tuvimos una barca con 300 personas. Bajar de un barco a tantos seres humanos en pánico y aterrorizados es siempre un reto.
Lo que se puede ver de Lesbos en la televisión no es comparable a lo que se vive aquí. Ves los barcos hundirse, oyes los llantos y los chillidos. Lo más importante cuando salvamos a las personas es, primero de nada, tranquilizarlas.
María
29 años. Trabaja en Grecia como entrenadora en un gimnasio
Cuando vi las imágenes de Lesbos en la televisión quise ayudar sin dudarlo un momento. Y de la mejor forma que puedo hacerlo es tratando de evitar que las personas se ahoguen en el mar. En mi vida normal soy entrenadora de gimnasio y socorrista. Hace diez días mi grupo de socorrismo se decidió a venir a Lesbos.
En este momento el tiempo está a nuestro favor. Ningún refugiado ha muerto en los últimos días. Pero sin embargo, la gente tiene mucho miedo. Trato de quitárselo. Cuando me acerco despacio en el agua, y les saco del barco, les sonrío. Ellos lloran y me abrazan. Es un sentimiento increíble.
Sotiris
25 años antes de estar aquí estaba estudiando en Hamburgo.
Trabajo para la asociación de socorristas griegos. Pero aquí somos todos voluntarios. Ninguno de nosotros recibe dinero. Nuestra máxima es: impidamos que las personas mueran en el mar. Y hagamos todo lo posible para que ello sea una realidad.
Nos levantamos a las 6 de la manana y patrullamos la costa hasta que el sol se pone. Nos ponemos de acuerdo con los guardacostas y los pescadores. Además estamos en alerta las 24 horas del día. Cuando hay una emergencia en algún lugar de la costa, allá vamos a salvar vidas.
Mi mejor amigo es sirio. Me siento sentimentalmente muy ligado a estas personas. El venir aquí era una especie de deber moral para mí. En mi opinión no somos ni asiáticos, ni europeos, turcos, griegos o sirios. Sino que todos somos personas, y todos tenemos los mismos derechos. Y quiero que la guerra se acabe de una vez.
Iago
35, entrenador de socorrismo en Galicia
Vine hace 15 días a Lebos con nuestra organización "ProActiva Open Arm“. Desde entonces me levanto a las 6 de la mañana, lanzo mi ropa al coche y me pongo a trabajar. Ayudamos a las personas a salir de los barcos, las rescatamos del agua, tratamos de reanimarlos. Ya hemos salvado a cientos de personas, pero en algunos casos por desgracia no lo hemos conseguido.
En todo caso, nosotros también somos como las piedrecitas de la playa. Lo que necesitamos es un verdadero cambio político. Este es uno de los motivos por el cual hemos venido aquí. Creemos que podemos presionar a los gobiernos de la Unión Europea con nuestro trabajo, para que de una vez hagan ellos el suyo de una forma lógica y encuentren una solución para estas personas.
Lucía
29, Profesora de natación de Barcelona
Trabajo desde hace seis anos como socorrista. En verano coordino las acciones de socorro en la playa y en invierno enseño a niños y adultos a nadar.
Cuando vine hace cuatro días aún no había tenido ningún contacto con los refugiados. Pero sola el ver tantos chalecos salvavidas y botes llenos de personas me pone muy triste. Cuando salvé al primer refugiado mi corazón golpeaba muy fuerte. Pero cada día estoy más relajada – y fuerte.
Javi
22, trabaja como socorrista en Ibiza
Es horrible lo que tiene que sufrir las personas que vienen de Siria. Hace unos anos teníamos en España la misma situación. A mis abuelos les pasó lo mismo que a los sirios ahora durante la guerra civil española, que tuvieron que huir. Estas personas necesitan ayuda ahora y yo quiero ayudarlas.
Dimitri
26 años, de Atenas.
No podía soportar el ver simplemente como estas personas mueren, porque no hay ayuda para ellas. Así que me vine a principios de noviembre y ahora trato de ayudar a tantas personas como sea posible. La experiencia que he ido acumulando aquí como socorrista además puedo transmitirla a mis alumnos.
Creo que es necesario que este trabajo sea también realizado por voluntarios. Los guardacostas griegos no tienen tanto personal para salvar a todas las personas. Y trabajamos con ellos. Nos comunicamos por teléfono, nos ayudamos mutuamente en las acciones de socorro. Sabemos que para ambos se trata en primera línea de salvar vidas humanas.
Este reportaje salió en alemán en la web alemana Bento y ha sido cedido a Diagonal por su autor.
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