Elecciones en el país euroasiático
Turquía se hunde en un ambiente bélico

Los comicios legislativos se celebran el 1 de noviembre.

26/10/15 · 8:00
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Protesta prokurda en Berlín. / Montecruz Foto

“Todos los que quieran desprenderse de nosotros lo van a lamentar”, exclamó Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, el pasado 4 de octubre en un mitin en la ciudad francesa de Estrasburgo, mientras lo aclamaban miles de seguidores de la diáspora turca en Europa con banderas turcas y al grito de “Allahu akbar” (“Dios es el más grande”). “Derra­ma­remos ríos de sangre para defendernos”, alertaba cinco días más tarde en Turquía en un acto pro-AKP (el gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo) un conocido y excarcelado capo mafioso, Sedat Peker, vinculado al ultranacionalismo turco.

Como si de premoniciones se tratara, el 10 de octubre se registraba en Ankara el atentado más mortífero de toda la historia del país contra una marcha por la paz convocada por el kurdo Partido Democrático de los Pue­blos (HDP) y otras organizaciones de la izquierda turca, en el que fallecían 102 personas, según el último boletín oficial.

La masacre en la capital turca no es un hecho aislado ni ha tomado a nadie completamente desprevenido en Turquía, dado el clima de violencia y de polarización que vive el país desde el mes de junio pasado, con un saldo de unos 700 muertos, según la prensa turca, contando el atentado en Ankara y otros dos más: el del 5 de junio en Diyarbakir (Kurdistán), en el que morían cuatro personas en el cierre de campaña del HDP a dos días de las elecciones legislativas (cuando las encuestas apuntaban al auge del partido kurdo), y el del 22 de julio en Suruç (también en región kurda), en el que un supuesto kamikaze islamista acababa con la vida de 33 jóvenes militantes de izquierdas solidarios con Kobane (Kurdistán sirio).

Todos ellos son atentados cometidos supuestamente a manos de islamistas, pero ni reivindicados ni esclarecidos. Además, pesan numerosas sospechas sobre la responsabilidad del Estado, por activa o por pasiva. Según la prensa de la oposición, los servicios secretos estaban al corriente de los planes de la célula islamista implicada en dichos atentados. Por su parte, Ankara ha sostenido la hipótesis de una posible alianza entre islamistas y la guerrilla kurda.

Para el movimiento kurdo no hay duda de que es obra de Erdogan. Y por ello, tras el atentado de Suruç y los posteriores bombardeos turcos sobre posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), no sólo se reiniciaron en julio los ataques de la guerrilla contra militares turcos, a pesar de las llamadas al alto el fuego del partido kurdo liderado por Selahattin Der­mirtas, sino que estallaron numerosas revueltas juveniles en muchas ciudades del Kurdistán. Los estallidos fueron violentamente reprimidos por las fuerzas de seguridad, con decenas de civiles muertos, entre ellos varios menores.

Una fecha clave

Una fecha clave para entender el actual clima de confrontación en Tur­quía es el 7 de junio, día en que se celebraron los comicios legislativos en el país. En ellos, Erdogan se llevaba el primer gran revés electoral después de 13 años en el poder en Turquía: su partido, el AKP, perdía la mayoría absoluta que mantenía desde 2002. El ‘culpable’, el partido kurdo HDP, que logró obtener 80 diputados y un histórico 13% de los votos, coaligado con otros pequeños partidos de la izquierda turca. Tras no poder formar gobierno y, sobre todo, al no lograr la mayoría parlamentaria necesaria para cambiar la Constitución hacia un régimen presidencialista, Erdogan convocó de nuevo elecciones para el próximo 1 de noviembre, con la esperanza de recuperar los votos perdidos utilizando el viejo discurso nacionalista ‘antiterrorista’ y de confrontación contra el movimiento kurdo y los partidos turcos afines.

Impacto de la guerra en Siria

Más allá del contexto político interno, el actual clima bélico en Tur­quía no se explica sin la variable regional: la guerra en Siria y el empoderamiento de los kurdos de Rojava (Kurdistán de Siria). Ante el temor de un contagio de las aspiraciones de autogobierno de los kurdos del otro lado de la frontera, el primer mandatario turco ha jugado la carta islamista contra su otrora aliado y homólogo sirio, Bachar Al-Assad, y en especial contra los kurdos del norte de Siria, apoyados por el enemigo número uno de Ankara: la guerrilla del PKK.

Numerosas pruebas se han hecho públicas sobre el apoyo directo de Turquía a los yihadistas del Estado Islámico, y en especial durante el cerco islamista a la ciudad kurda de Kobane, liberada en enero de este año. Tras el supuesto atentado islamista de Suruç en julio, Ankara anunciaba que se incorporaba a la lucha internacional anti-Estado Islámico. Pero, como denuncian también medios extranjeros, mientras hay constancia de tres bombardeos turcos sobre posiciones islamistas, se cuentan por decenas los ataques aéreos turcos a las micilias kurdas en Siria e Iraq, así como por centenares los arrestos de militantes kurdos e izquierdistas tras los atentados en Turquía. La guerra ‘antiterrorista’ de Erdogan tiene un objetivo claro.

En efecto, y según señalan especialistas sobre Turquía como Olivier Billion o Umut Ozkirimli, quien habla del “fin de la República turca”, los últimos años han estado marcados por un aumento del autoritarismo del presidente turco, que ha adoptado un discurso incendiario y un mensaje claro: Turquía se divide en dos, en patriotas y en traidores, en partidarios del AKP y en “izquierdistas, ateos y terroristas”, como resumió el llamado “nuevo sultán” durante las protestas de Gezi en 2013. Es éste un discurso muy alejado del que le hizo llegar al poder en 2002, basado en la estabilidad y la fraternidad en el país. Erdogan ha pasado de presentarse como un bombero a un pirómano, titulaba hace unos días el periódico francés Libération.

Turquía, el buen socio de la UE

Turquía parece reafirmarse como el buen aliado de la Unión Europea. El motivo: la crisis de los refugiados sirios y el hecho de que el país euroasiático es la principal puerta de entrada a Europa. Es por ello que el 18 de octubre la canciller alemana, Angela Merkel, de visita en Turquía, acordó reabrir su proceso de inclusión a la UE, así como una ayuda de tres millones de euros, entre otras medidas. Un acuerdo y una visita, a dos semanas de las elecciones turcas, calificados de “pacto sucio” por el partido kurdo, y de “apoyo electoral a Erdogan” por el CHP, principal partido turco de la oposición.

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