Fotos de Alejandro Zapico / Texto de Juio Rodríguez
Cada año, al inicio de la
temporada del bonito,
el buque Pachilán parte
del puerto lucen se
de Burela rumbo a las islas
Azores, con siete marineros a
bordo, cada uno de ellos unido
en el presente a los demás, pero
con su propio pasado a cuestas y
con la vista puesta en un futuro
siempre ligado al mar.
Fotos de Alejandro Zapico / Texto de Juio Rodríguez
Cada año, al inicio de la
temporada del bonito,
el buque Pachilán parte
del puerto lucen se
de Burela rumbo a las islas
Azores, con siete marineros a
bordo, cada uno de ellos unido
en el presente a los demás, pero
con su propio pasado a cuestas y
con la vista puesta en un futuro
siempre ligado al mar.
Durante
los 28 días que viene a durar una
marea, los marineros del Pachilán
se enfrentan a la dureza del
mar alrededor. La vida en esas
condiciones es dura, pero es la
única vida que conoce la mayor
parte de la tripulación, formada
por marineros españoles y caboverdianos
que conforman un pequeño
mundo no tan distinto del
gran mundo.
Son hombres que
ven a su familia con menor frecuencia
que a sus compañeros de
trabajo, por lo que no es de extrañar
que muchos de ellos digan
que allí, en el mar, es donde mejor
se encuentran, que ése es su
verdadero hogar.
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