Los organizadores de la Vía Lliure mandan un claro mensaje a los futuros diputados: “No nos falléis, no vamos a aceptar falsas vías".
Ayer, 11 de septiembre, oleadas de personas con banderas independentistas y catalanas colmaban los vagones de los trenes en dirección a la capital catalana; los metros se colapsaban y unos 2.000 autobuses salían desde distintos puntos del país camino a la Vía Lliure, el nombre que recibía este año la Diada nacional de Cataluña, organizada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Ómnium Cultural.
Esta vez el lugar reservado para un nuevo éxito eran los cinco kilómetros y 200 metros de la arteria barcelonesa de la Meridiana, con punto de salida al barrio periférico de Sant Andreu de Palomar y llegada al Parlamento de la Generalitat, en la Ciudadela.
Unas dos horas antes de la hora fijada para el comienzo del acto -las 17:14, símbolo de la derrota sufrida por parte de Cataluña en el año 1714 durante la Guerra de Sucesión-, la multitud se iba concentrando lentamente a lo largo de los 135 tramos en la que estaba dispuesta la Avenida.
A la hora señalada, un enorme puntero de color amarillo, trasladado por once deportistas, cruzaba la ciudad en medio de un pasillo custodiado por el tumulto de ciudadanos que levantaban cartulinas de colores, en forma también de puntero, que representaban los diez valores de una posible República Catalana: la cultura y la educación, la innovación, la justicia social, la igualdad, la sostenibilidad, la diversidad, la solidaridad, equilibrio territorial, democracia y finalmente la vía libre al mundo.
Tres mil voluntarios orientaban a los centenares de miles de manifestantes durante las tres horas que duró el acto, mientras seis helicópteros y dos avionetas de medios de comunicación y mossos d’esquadra sobrevolaban Barcelona.
La movilización volvió a superar todas las expectativas. Según la Guardia Urbana 1,400.000 personas asistieron a la Vía Lliure, aunque los organizadores, satisfechos, cifraban la confluencia en 2.000.000. Por otro lado, la Dirección del Gobierno Español, que tildó la Diada de una celebración electoralista y solicitó a la Junta Electoral Central que prohibiese la retransmisión por televisión, redujo la asistencia a poco más de 520.000 manifestantes, mientras que la Sociedad Civil Catalana (SCC), una plataforma de catalanes y catalanas no independentistas, también la rebajó a unos 637.000 asistentes.
Uno de los momentos más interesantes de este once de septiembre, inicio de la campaña electoral para las próximas elecciones del día 27, tuvo lugar cuando los distintos parlamentos coincidieron en remarcar que con la multitudinaria manifestación no había duda del "proceso que quiere el pueblo catalán".
Jordi Sánchez, presidente de la ANC, estimuló a los futuros diputados y les recordó que "siempre estaremos al lado de los representantes institucionales cuando vengan momentos dificiles".
Quim Torra, presidente de Ómnium Cultural, señaló que "el éxito de la movilización es la fortaleza del proceso".
El actó también tuvo unas palabras en castellano de Gabriel Rufián del colectivo Súmate, una plataforma independentista de castellanohablantes, y de Liz Castro que lo hizo en inglés recordando las palabras de Thomas Jefferson sobre la independencia de Estados Unidos.
Finalmente, la fiesta culminó con una rumba catalana del hijo de Peret y con el himno de Cataluña Els Segadors, esperando que fuese la última Diada dentro del Estado Español.
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