De cara a las generales
Confluencia y movilización

El autor cuestiona los discursos imperantes postelectorales sobre la confluencia de cara a las elecciones generales.

, filósofo
01/07/15 · 8:00
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Una mesa electoral en la jornada del 24 de mayo. / Álvaro Minguito

Tras los resultados electorales del 24M, se han generado dos –a mi juicio– falsos debates que nos mantienen encerrados en el marco de la izquierda tradicional.

El primero es el que sigue planteando una oposición binaria entre la movilización en la calle y el trabajo institucional a partir del presupuesto muy identitario de que no puede haber ninguna continuidad entre los dos y de que desde las instituciones, por pragmatismo, contaminación o traición, sólo pueden desactivarse las luchas propias de la izquierda, siempre extramuros de los gobiernos y eternamente acumulativas de "verdad", más que de fuerza real.

La desconfianza hacia las instituciones como "desmovilizadoras" tiene sin duda fundamento, como bien recuerdan los que asocian el fracaso de la "transición" a la victoria del PSOE en 1982 y, sobre todo, en 1986. Pero si algo logró esa "desmovilización" fue encerrar a la izquierda en un mundo paralelo desde el que perdió al mismo tiempo todo contacto con la calle y con las instituciones, aisladas también entre sí.
 

"...la irrupción podemita es el resultado de la descomposición del régimen del 78, de la crisis económica y de la eclosión inesperada de una movilización sin partidos: el 15M"
Desde ese mundo paralelo es casi placentero interpretar ahora la "removilización" activada por Podemos hace un año como la antesala de una nueva "desmovilización", pero eso es olvidar que en el mundo real han ocurrido muchas cosas desde 1982 y que la irrupción podemita es el resultado de la descomposición del régimen del 78, de la crisis económica y de la eclosión inesperada de una movilización sin partidos: el 15M.

Desde un punto de vista simbólico se puede hablar ya de "ruptura" tras las elecciones municipales y autonómicas en el sentido de que sus resultados han introducido en las instituciones una desprofesionalización de la política. Las instituciones democráticas capitalistas, es verdad, son máquinas de profesionalización y no será fácil no decepcionar a los votantes, pero digamos que una cosa así no había ocurrido nunca antes. Podemos y las candidaturas populares han reconectado de hecho las instituciones y la gente.

Más que una suma

El otro debate falso y típicamente "izquierdista" es el que pretende que, una vez en las instituciones, la contabilidad demuestra de manera evidente que, para dar un salto en noviembre, es necesario y suficiente sumar los votos de Podemos y de IU.
 

"La lógica frentista ignora el hecho de que la crisis de régimen no es más justa con la izquierda decente que con la derecha culpable"
Esta lógica frentista ignora el hecho de que la crisis de régimen no es más justa con la izquierda decente que con la derecha culpable y que, por miserias propias y ajenas, IU ha quedado fuera de juego y no es ya capaz ni de refundarse a sí misma ni de ayudar a refundar una alternativa de cambio.

Esta lógica frentista es muy "de régimen" y deja fuera precisamente a los que faltan, es decir, esa mayoría social que se reconoció en la protesta del 15M y que, en cambio, no se reconocería en un "frente de izquierdas". Teniendo en cuenta la acumulación de saber, coraje y generosidad política que pivota aún en torno a IU, sería muy bueno para todos no prolongar demasiado la agonía.

Aparte de estos dos falsos debates, todos los demás deben permanecer abiertos. El 24M ha confirmado un dato tan inquietante como esperanzador: que la realidad, porque se ha vuelto moldeable, no es ya predecible.

Por eso es imperativo evitar dos tentaciones. La primera es la de creer saber lo que ha pasado. La segunda, la de querer creer que no ha pasado nada. Ni Podemos ha sido "desbordado" y mucho menos "superado", ni Podemos puede encerrarse en la ilusión de que, ahora que es también un partido tradicional, puede ganar las elecciones sin dejar de serlo.

El 24M ha verificado la "hipótesis Pode­mos", la de la conexión entre movilización y liderazgo, pero con nuevos liderazgos y nuevos impulsos movilizadores.

La cuestión no es, pues, la de pronunciarse sobre la confluencia sino sobre qué clase de no-confluencia queremos. Podemos sólo puede ser esa "herramienta" victoriosa en manos de todos si, más allá de reconocer que hay otros Podemos con otro nombre (por ejemplo en Valencia o en Galicia), implica a mucha gente a través de unas primarias realmente abiertas, sin listas-plancha, y con candidatos no partidistas que, como en el caso de las candidaturas municipales, conviertan la propia campaña electoral en una movilización popular política.

El 15M destituyó la hegemonía vigente pero no el régimen porque no tenía expresión organizada; si Podemos quiere ser realmente esa expresión organizada tiene que lograr ahora que la campaña se la haga el 15M; es decir, la única fuerza que, en una situación moldeable e impredecible, puede decidir el combate: la ilusión de la gente.

No se trata de confluir en la izquierda sino de fluir en todas direcciones.

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