Nuevas y viejas formas de movilización en el trabajo

El 22 de mayo, Coca-Cola anunciaba su decisión de reabrir su embotelladora en Fuenlabrada tras 16 meses de huelga. Una victoria más de esta sección sindical de Comisiones Obreras. Una imagen combativa que contrasta con la foto del pacto salarial entre las dos grandes centrales y la patronal, apenas diez días antes. Un aumento del 1% en 2015 y un 1,5% en 2016 fue el resultado de seis meses de negociaciones, una subida que permitiría, como mucho, no perder más poder adquisitivo tras siete años de caída.
La pata sindical
¿Por qué aguantan mejor?
En esos seis años, el PSOE y el PP habían aprobado varias reformas laborales que abarataban el despido, obstaculizaban la firma de convenios y permitían, incluso, despedir gratuitamente a trabajadores "indefinidos". Unas reformas que hacían aún más complicada la articulación de los trabajadores en sindicatos, que perdían a la vez afiliados y fuerza. Una dificultad agravada por la enorme tasa de desempleo, frente a la cual los grandes sindicatos no han sabido dar respuesta, afirma Montero Soler, "preocupándose sólo por los intereses de los trabajadores ya ocupados".
Ya Juan Carlos Monedero había cargado tintas contra "el bisindicalismo CC OO-UGT". La creación del sindicato Somos prometía un sindicalismo "sin liberados y sin subvenciones". Sin embargo, las criticas a la "casta sindical" y el proyecto de Somos parecieron diluírse a medida que se acercaban las distintas citas electorales, sostiene Ezquerra: "Por parte de Podemos ha habido una estrategia muy focalizada, con discursos muy acotados... el sindicalismo no es lo único que no han criticado".
Las movilizaciones de los trabajadores de Movistar, fragmentados en centenares de pequeñas contratas y subcontratas aisladas, son una buena muestra de los obstáculos que se encuentra un trabajador para defender sus derechos en este nuevo tiempo. También un ejemplo de cómo pueden ser superados.
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