En su visita a Málaga, poco antes de volver a Alepo, la periodista Zaina Erhaim reclamó mayor atención sobre la población siria situada entre las bombas del régimen y Daesh.
Bajo los barriles llenos de explosivos lanzados por la aviación del régimen de al-Assad. Entre las bombas explotadas por el Estado Islámico, Daesh en su acrónimo árabe. Muchos de aquellos activistas que en 2011 llenaron las redes con vídeos de manifestaciones o tuits de acciones bajo los disparos del Ejército han muerto o huido. Otros no.
Algunos han decidido quedarse para lanzar un grito mudo sobre los 35 niños muertos durante el último bombardeo gubernamental sobre una escuela infantil o la muerte de Homan Al-Najjar debido a las heridas causadas por la explosión de un coche bomba del Daesh. Eso es lo que ha contado durante los últimos días Zaina Erhaim en su blog y redes sociales desde la asediada ciudad del norte de Siria.
Zeina fue una de las conferenciantes de las jornadas Empodera de innovación social e inteligencia colectiva que se celebraron en Málaga. Entre una lista muy variada de personas que usan internet para fomentar la participación en campos tan variados como la ciencia, la política o el arte. Y, por supuesto, también para contar sus propias historias. Eso que en los últimos tiempos se ha llamado periodismo ciudadano. Otra más de las consecuencias de una red que ha roto las barreras de los que poseían en exclusiva los medios de emisión del siglo XX.
Historias que ya aparecen en los grandes medios
Sólo que el relato de Erhaim es tan duro como la realidad de Siria. Como el último relato publicado en su blog, sobre su vuelta a su ciudad natal de Idlib, muy cercana a Alepo pero que no había podido visitar en cuatro años (4).
Tras caer el cerco gubernamental, Zeina Erhaim y sus compañeros fueron los primeros civiles en entrar en la población en un camino que le llevó cuatro horas para evitar los pueblos tomados por el Daesh. En 2011, recorrer esos kilómetros suponía apenas una hora. Fueron testigos de las largas colas de cerca de medio millón de habitantes, los de la ciudad y la gente que ya había huido de los bombardeos en sus pueblos vecinos. Todos temían ataques aéreos después de que el Ejército sirio abandonara la ciudad. Su destino era incierto. Erhaim cuenta que no había muchos lugares donde ir. La frontera con Turquía estaba cerrada y no aceptaban más personas en la cercana Latakia, zona gubernamental. “Tenemos suficiente gente de Idlib aquí, volved con vuestros terroristas”, le contó una familia a Erhaim poco antes de salir hacia Hama.
Una historia que no se ha podido leer o ver en ninguno de los grandes medios de comunicación en los últimos días. Con los bombardeos y matanzas convertidas en casi cotidianas y con nula presencia de informadores occidentales, sólo algunos periodistas siguen arriesgándose a entrar al país tras los secuestros y decapitaciones del Daesh, Siria ha pasado a ocupar la tercera o cuarta fila entre los asuntos de interés internacional.
Un agujero negro informativo que contrasta con el interés sobre cualquier asunto relacionado con el Estado Islámico, tan difícil de contrastar como en el caso sirio, pero con más atención porque toca con problemas de seguridad de los países europeos, y más después de los atentados en París y Copenhague. Sin embargo, una contradicción, pues no se puede comprender ninguna de las actividades del Daesh sin conocer lo que ha pasado en Siria desde 2011, el velado interés mutuo con que se han realacionado con al-Assad y su aprovechamiento de las luchas de todos los rebeldes. Tampoco si se ignora lo que viene sucediendo en Iraq tras la catastrófica invasión en 2003 y la posterior marginación de la población suní por parte del Gobierno de al-Maliki. Y también una injusticia para los sirios que sobreviven entre las matanzas diarias y que siguen llamando la atención del mundo.
La crónica de Idlib de Zeina Erhaim fue rechazada por tres diarios internacionales. Otra más en la larga lista de informaciones que publica en su blog. “Seguro que no sabéis que hace poco el régimen de al-Assad ha atacado con cloro a varios pueblos”, contó Zeina en su intervención de Málaga. No es algo nuevo, dice, en 2012 varios medios internacionales usaban su información como fuente, pero no la publicaban si no la podían verificar con periodistas propios ya que consideraban su información parcial o su mirada incompleta.
Algo que sigue sucediendo, dice, y pone como ejemplo un reportaje sobre una guardería, situada en pleno frente en Alepo, en la que los niños juegan entre las tumbas de su mayores. Ella envió la historia, fue rechazada y publicada finalmente por un periodista en el semanario Der Spiegel. La diferencia es que en 2011 ella y sus compañeros trabajaban 20 horas diarias editando vídeos, grabando manifestaciones y traduciendo textos para cadenas internacionales. Si no hay periodistas extranjeros en el terreno y no se toman las informaciones de personas como ella, ¿cómo se conoce lo que allí sucede?
Además, pone otro ejemplo de la mirada diferente. Teclea en Google “periodistas secuestrados en Siria”. Sólo aparecen informaciones de periodistas extranjeros. Sin embargo, 20 periodistas sirios están secuestrados actualmente por Daesh. Además, 275 han muerto desde el principio del conflicto, 60 sólo este año. “Dos tercios fueron asesinados por al-Assad”, recalca, “y sólo un tercio por el Estado Islámico”. Y para atestiguarlo cita el vídeo de uno de ellos, Ahmad de Homs, que documentó su propia muerte ya que estaba grabando un vídeo cuando recibió un disparo.
Historias de vida bajo el conflicto
Zaina cree que los periodistas ciudadanos se han volcado más en los bombardeos y desastres que en contar las historias cotidianas de vida bajo el conflicto. Cita el ejemplo del último taller que impartió a 15 mujeres de la zona norte. Y sus ganas de contar sus propias historias, pese a todo. Cómo acudieron con sus hijos y buscaron difundir sus experiencias cotidianas a todo precio. Ése fue el caso de Nisrin, que usó a su marido como correo para entrevistar al jeque de su pueblo sobre el aumento de la violencia de género durante el conflicto. O las discusiones entre Samar y Hia, una aliviada por traspasar su supervivencia diaria en un blog y la otra, horrorizada al vivir “por segunda vez bombardeos y ataques con la misma nitidez que la realidad. Erhaim, que trabaja para el Institute for War and Peace Reporting (IWPR), ha publicado sus historias en el blog Damascus Bureau.
Pese a ser destacada el pasado 8 de marzo por Reporteros Sin Fronteras entres las diez mujeres periodistas del año 2015, Zaina Erhaim no se considera especial. Si acaso, por hablar inglés, no sólo árabe, y poder conectar con otros públicos, dice. En 2011, abandonó su máster de periodismo en Londres para unirse a los comités locales de coordinación que organizaron el alzamiento pacífico. Y ahora “prefiero quedarme en Alepo.” responde a la pregunta de por qué no abandona una ciudad tan peligrosa que la ha obligado a informar sólo de la vida cotidiana bajo el asedio y en contadas ocasiones del frente. Como otras personas, y cita el caso de varias enfermeras, se siente necesaria allí. En su caso para contar lo que sucede desde su punto de vista, como hacen también en el portal Syria Untold, que recopila historias desde dentro del país.
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