Las metáforas del poder enmascaran sus comportamientos delictivos.

El poder se expresa con metáforas. Y, cuando consigue que las aceptemos, la ideología penetra en nosotros por la puerta de atrás, como algo natural, de un modo inmediato y sin reflexión.
No hay ni una sola organización de delincuentes que haya sufrido ni una décima parte del número de detenciones entre sus cabecillas como el PP
El mismo partido allá donde gobierna tiene implicados, imputados, condenados y encarcelados a incontables cargos de máxima relevancia: desde ministros a presidentes autonómicos y alcaldes y concejales por cientos. En una sola comunidad autónoma presidente autonómico, vicepresidente, presidente del las cortes, consejeros, decenas de diputados, tesorero, secretario general, vicesecretario, presidentes de diputación, alcaldes de capitales, ciudades y pueblos, vicealcaldes, concejales, así hasta más de 150 cargos públicos. No hay ni una sola organización de delincuentes, véase la mafia rusa, la italiana o la del narcotráfico que haya sufrido ni una décima parte de este número de detenciones entre sus cabecillas. Sin embargo, este partido político no es considerado una organización para delinquir. Tal es el maravilloso efecto de la metáfora de las “manzanas podridas”. No importa cuan desmedidamente alto sea el número de delincuentes, incluso podrían serlo todos: siempre se considera una suma de malas elecciones personales. La metáfora también opera en el modo de explicar la inacabable concatenación de tramas idénticas que se suceden en todos los territorios. Basta que se detenga a dos o tres jefecillos de algún cártel para que los periódicos anuncien emocionados: “¡Golpe a la mafia rumana!” “Desarticulada una red de…”. ¡Vaya cosa! ¡Si sólo pescaron a unos cuantos segundones! ¿Qué tendrían que decir, siguiendo la misma lógica periodística, cuando detienen a los cargos públicos del PP en auténticas manadas? Y no a cuatro camellitos de tres al cuarto. No, no. A dirigentes con auténtico poder. Se repiten hasta la saciedad los mismos comportamientos delictivos perpetrados del mismo modo por la misma organización en prácticamente todas las provincias. Pero de nuevo las “manzanas podridas” vienen a explicarlo: no se trata de una red organizada para delinquir, faltaría más. Es mala suerte. Casualidades infaustas. Los matemáticos del PP dirían que una recta es en realidad un grupo infinito de puntos sin relación entre sí. Ah, cuánto envidiarían esta lógica argumentativa las mafias criminales que se dedican a otros asuntillos. Qué no darían los jefes de la Camorra por salir en la tele vertiendo lagrimones de cocodrilo y lamentando las conductas de sus lugartenientes, defendiendo la presunción de inocencia y terminando: “Si es corrupto, que pague”. Pero para ellos la metáfora no rige.
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