BRASIL
A la caza de la favela

Un analisis sobre la mirada, poco ética y no muy respetuosa, de un programa de televisión al fenomemo de las favelas de Rio de Janeiro.

09/03/15 · 12:47

Hace un mes o así recibimos un mail muy correcto de una periodista del programa En Tierra Hostil: las claves de Antena 3. Estaban preparando un reportaje sobre Brasil y uno de los temas que trataban era la denominada pacificación de las favelas de Río de Janeiro y la existencia de cierta inmigración de jóvenes provenientes del Estado español en ellas buscándose la vida. En principio nos pareció bien. La idea que manejaban perseguía explicar, además, la relación existente entre esta supuesta pacificación, en el escenario previo a los Juegos Olímpicos de 2016, y las incipientes dinámicas de gentrificación que se están presentando en estos entornos urbanos, como la subida de los precios de alquiler y venta de las viviendas y el consiguiente desplazamiento de aquellos vecinos y vecinas de clases bajas con menos renta y capacidad de consumo, o la presencia de turistas en busca de una experiencia real. Así que, después de intercambiar los números de móvil, nos llamaron e hicieron una breve entrevista, muy general, sobre el concepto de la gentrificación, donde tratamos de explicar su relación con los procesos de ámbito global vinculados a las políticas neoliberales.

Era de esperar que, tratándose de un programa de televisión, una simple entrevista telefónica no les resultara suficiente, así que nos pidieron si podían enviar una cámara desde Madrid para tomar unas imágenes. Vivimos en Barcelona, así que la cosa se complicaba por momentos. Afortunadamente, hay gente muy potente a nivel investigador en Madrid que lleva años estudiando el tema de la gentrificación, tanto a nivel del Estado como en América Latina, así que los pusimos en contacto con ellos y nos olvidamos del tema, esperando que, tanto nuestros comentarios y explicaciones, como los referentes de Madrid aportados, sirvieran para que se realizara una aproximación rigurosa al tema.

De este modo llegamos al día de la emisión del programa. Hay que reconocer que nos acercamos al mismo con una mezcla de esperanza y curiosidad casi malsana por ver cómo había sido tratada una cuestión tan delicada. Sin embargo, el resultado no acabó de convencernos. Fue como ver un episodio de “Españoles por el Mundo” pero con mayores tintes sensacionalistas y moralistas, donde el peligro, la acción, el suspense y una buena pizca de porno-miseria y paternalismo constituyeron los ingredientes principales.

Hace ya casi 50 años que Guy Debord publicó La Sociedad del Espectaculo (1967), una de las obras canónicas del pasado siglo y mediante la cual el filósofo francés proponía una perspicaz reinterpretación del concepto marxista de “fetichismo de la mercancía” aplicándolo a los medios de comunicación contemporáneos. Con ello, Debord perseguía denunciar la infeliz condición en la cual la vida social cotidiana era sustituida por su imagen representada, algo que determinaba que las relaciones sociales fueran mediadas por imágenes, es decir, literalmente imaginadas. El espectáculo se convierte, entonces, en la imagen invertida de una sociedad en la cual las relaciones entre mercancías suplantan las relaciones sociales entre individuos llevando a cabo una verdadera “colonización de la vida social”. De ahí el nombre del libro.

En este sentido, el reportaje de Antena 3 se presentaría como una ocasión excelente para criticar la forma en que determinados medios, periodistas y reporteros, se acercan a la realidad de una manera poco ética y no muy respetuosa. Pasando por encima de todos los principios de una investigación periodística de rigor, reportajes de este calado acaban simplemente por hacer una mercantilización de la “pobreza”, la “miseria” y la “conflictividad social” fomentando una cinematografía del exotismo barato, de la culpa y la espectacularización. Sin embargo, los riesgos de este espectáculo son grandes y dañinos.

Proponiéndose como la enésima carrera a la caza de criminales y narcotraficantes por las favelas de Río de Janeiro, ya desde el principio el reportaje nos muestra a unos periodistas alejados de cualquier dilema ético y, sin embargo, profundamente atentos al cuidado estético, pero no del encuadre sino de la imagen. Gracias al apoyo de algunos contactos locales, españoles establecidos legal o ilegalmente en la ciudad, periodistas y camarógrafos intentan encontrarse con una indigencia y una criminalidad que pueda resultar "interesante" al ojo occidental. Expresiones como “traficantes”, “guerra de narcos”, “reconquista de las favelas”, “fronteras”, “ciudadanos rehenes de la circunstancia”, “instinto de supervivencia”, “pacificación”, “poder paralelo”, “suburbios peligrosos” y un largo etcétera, salpican abundantemente el lenguaje de la voz en off, mientras la música de fondo, de tonos épicos y sensacionalistas, se ocupa de añadir drama y suspenso a la escena.

Así, además de privar a las favelas de su significado histórico y contenido socioantropológico, el espectáculo acaba ocultando, no sólo las razones principalmente económicas del proceso de estigmatización y consecutiva pacificación de esos auténticos pueblos urbanos, sino también el carácter sociopolítico de la miseria, la pobreza y la criminalidad. Funciona perfectamente y sin tregua alguna  como espectáculo de una vida social representada e imaginada. Una representación presentada como escarmiento casi divino para unos espectadores que, desde la lejanía de nuestros sofás, nos sentimos inmunes y vacunados contra un mundo que no nos pertenece ni conocemos. Pero, sobre todo, indignados e impotentes frente un tipo de periodismo sin escrúpulos que, tristemente, siempre ha existido y existirá.
 

Tags relacionados: Brasil gentrificación urbanismo
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