GRECIA
¿Qué ha logrado Syriza en la reunión del Eurogrupo?

Más allá de quién ganó y quién perdió en el primer round de la negociación de la deuda griega, Syriza ya ha conseguido, para este autor, la repolitización de la gestión de la crisis en la UE.

, Sin Permiso
23/02/15 · 11:55
Yanis Varoufakis y Wolfgang Schäuble en rueda de prensa. / Day Donaldson

¿Quién es el vencedor de la reunión del Eurogrupo del pasado viernes? ¿Y quién el perdedor? La cuestión está mal planteada, pues si y quién exactamente qué ha conseguido en Bruselas no es sólo un asunto del conflicto en torno del programa de préstamos para Grecia y las discutidas condiciones de recortes. Anda aquí harto más en juego: la política europea ante la crisis, el balance de poder en la UE y la credibilidad de un curso neoliberal de las cosas que, aun habiendo sido desenmascarado hasta extremos penosos, sigue determinando el escenario. Solo que no de forma incontestada. Ya no.

Ante el compromiso alcanzado el viernes, además, apenas cabe otra cosa que reflexiones provisionales. En efecto, ya en la noche del próximo martes tendrá que salvarse el siguiente gran obstáculo: las “instituciones” y los ministros europeos de finanzas tendrán que aprobar las propuestas procedentes de Atenas. “Si la lista no es aprobada, el acuerdo estará muerto”, ha declarado el ministro griego de finanzas Yanis Varoufakis. La decisión de que Grecia pueda ser “coautora de las reformas y de su propio destino” está, así pues, lejos de haber sido definitivamente tomada.

“Si la lista no es aprobada, el acuerdo estará muerto”, ha declarado el ministro griego de finanzas Yanis Varoufakis 

Sin embargo, puede decirse que en la noche del pasado viernes se puso la semilla del triunfo de Syriza. El nuevo gobierno de Atenas ha ganado un cierto margen, en otras, en materia de excedentes primarios y, parcialmente, de condiciones de recortes. Es verdad: eso no significa un golpe liberador; las viejas reglas siguen vigentes, la cosa apenas es un poco más fácil. Pero: el partido de la izquierda radical griega he demostrado, frente a la línea intransigente de Berlín, quién tenía realmente un interés en el común acuerdo, lo que en la lidia pública por atraerse apoyos no es poca cosa. Y además: Syriza ya ha hecho en las cuatro semanas que lleva en el gobierno mucho más por el cambio en la política de gestión de la crisis que lo que habían hasta ahora conseguido todas las izquierdas europeas (incluidos quienes, no siempre propiamente, por tales se tienen). Ese cambio de rumbo urgentemente necesario no es, desde luego, un proyecto de pocas semanas, y no es ciertamente un proyecto que pueda lograrse en el marco de unas dificilísimas negociaciones para la extensión del programa de préstamos de un país.

La cosa no ofrece duda: Syriza será criticada desde la izquierda. Perfectamente. Me parece, incluso, necesario. El Partido Comunista griego (KKE), inveteradamente abroquelado contra todo compromiso, ya se ha manifestado en contra el sábado por la mañana. Vendrán más. El curso que sobre todo ha representado Varoufakis no lleva derechamente, en efecto, a una “nueva constitución de Europa” instituida bajo signos totalmente diferentes, ni menos a un socialismo instantáneo fantaseado en los despachos, y probablemente Syriza se verá obligada incluso a renunciar a algunas de sus planeadas medidas de urgencia.

Y sin embargo: el ganar tiempo es más que un mero aplazamiento para un proyecto “meramente reformista”; es una vía rodeada de todo punto necesaria. Ni han sido orillados los peligros de derechización que la profundización de la crisis entraña –tal sería, sin la menor duda, el resultado de una bancarrota pública y una salida de Grecia del euro—, ni puede decirse seriamente que haya ahora mismo mayorías sociales a escala europea a favor de otra UE, de una UE nueva. Sólo que Syriza no puede esperar. El precio a pagar por ello sería insostenible: una “crisis humanitaria” de la que la mayoría de los observadores fuera de Grecia apenas si pueden llegar a hacerse una idea realista.

Por ultimo, pero no a modo de conclusión: la tarde-noche de Bruselas se lleva consigo al obturador de que disponía el neoliberal Berlín. Por lo pronto, el Niet de Schäuble naufragó en el escenario europeo la semana pasada: todo un éxito frente al intento de imponerse con una política de chantaje a toda idea o compromiso alternativos. En segundo lugar, en el juego de poder de la UE, se ha robustecido el peso de la “Europa política” de la Comisión frente a la “Europa financiera” del Eurogrupo y del Ministerio de finanzas alemán. Tercero: el curso impulsado determinantemente por los ultras de Schäuble ha sido desenmascarado en la discusión sobre la extensión del programa de préstamo. Ni las propuestas de Atenas estaban tan “equivocadas”, según se complacía en afirmar aquí la opinión publicada alemana, ni las angosturas político-económicas de la austeridad pueden defenderse frente a una realidad que ha dejado patentemente claras la consecuencias de ese curso. Y cualquiera de verdad interesado en saber, puede ahora ver con sus propios ojos que el aserto “No hay alternativa” es una mentira política: recientemente, Berlín se ha manifestado a favor de aligerar las “condiciones extremadamente duras” de un crédito del FMI a Ucrania, a fin de “no desestabilizar la política interior” del país.

Se ha robustecido el peso de la “Europa política” de la Comisión frente a la “Europa financiera” del Eurogrupo y del Ministerio de finanzas alemán

¿Qué ha logrado, así pues, Syriza? El gobierno de Atenas ha impulsado la repolitización de la gestión de la crisis en la UE, lo que también ha contribuido a mejorar las circunstancias políticas de las izquierdas en el resto de países. Syriza ha quebrado el muro de imperiosidad de un burocratismo neoliberal que, sobre desconocer todo lo que no sean Memoranda, Tratados o parámetros técnicos, se complace engolosinado con un dogmatismo de la austeridad al que, a la vista de su hoja de resultados, habría que calificar de ridículo, si no fuera porque el poder político de ese credo de yerros causa tanta desdicha social y económica.

En lo que hace a las condiciones de los acreedores, se pueden –tal es el mensaje del viernes por la noche— negociar políticamente a partir de ahora, aun cuando el lado alemán quería evitar eso a toda costa. En lo que hace a los resultados de las exigencias de privatización; a la cuestión de por qué tras años de “ahorro” la montaña de deudas no ha dejado de crecer; al papel de valores europeos como el de la dignidad humana, la seguridad social y las buenas condiciones de trabajo frente al principio de la austeridad; en lo que a todo eso hace, ya ahora comienza a hablarse de muy distinta forma a como solía antes de las elecciones griegas. Y todo eso es, precisamente desde la perspectiva de las debilidades propias de la izquierda en la crisis, muy otra cosa que nada.
 

Tom Strohschneider es un analista político alemán que escribe regularmente en el semanario de izquierda Freitag y en el diario, cercano al partido Die Linke (el partido hermano en Alemania de Syriza), Neues Deutschland.

Artículo publicado originalmente en Sin Permiso

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