Día 2
Atenas desde una plaza y alrededores

Un proyecto de crónica híbrida, personal, colectiva.

22/01/15 · 12:22

Llegamos a Monastiraqui, porque allí nos encontramos con Sisi, una mujer de Syriza. Nos dijo que estaría allí repartiendo folletos y fuimos a ver. La verdad, pensé que aquello iba a tener más repercusión en la plaza, que la gente lo seguiría con más atención, no sé. Supongo que, de alguna manera, me había hecho la idea de que las elecciones estarían más presentes en la calle, en la gente. Y, en cambio, pienso que si no estuviéramos buscándolo no nos lo encontraríamos. Por las carreteras de Atenas corren coches más viejos que nuevos, por las mañanas el sol se cuela por ventanas de aluminio mal aisladas. Las plantas siguen creciendo en las grietas del asfalto o en una ruina cualquiera. La gente desayuna en los bares. Y fuma como lo hace siempre. Ese bloque está a medio construir. Los cables van por el medio de la calle. A mí, que no he estado en muchos sitios, todo esto me recuerda a Egipto. Más allá de algún cartel propagandístico aquí y allá o alguna valla, la vida en Atenas transcurre al margen de las elecciones.

En la misma plaza, de hecho, Isabel ha conocido a un francés que suele venir a Grecia que no tenía ni idea de que fueran elecciones el 25 de enero. Así está el tema. Así estaba la plaza, llena de gente comiendo bocados tipo kebap, sentada en unas escaleras. Hace un buen día y la gente fuma sin chaqueta. En medio de la plaza un perro negro está 'repanchingao' al sol. Da envidia verle calentándose la piel con los adoquines. Hay un carrito con frutas aquí, otro con dulces allá. Y detrás y a los lados de la plaza, tiendas, tienditas, souvenirs, zapatillas Nike, más zapatillas Nike, atrapapolvos, vestidos griegos, bolsas, postales, restaurantes con las sillitas de colores azules, rojos. Esas cosas. Y detrás, aún detrás, la Acrópolis. 

Sisi, Cristos y Jantipa visten un carrito con la bandera de Syriza, ponen unos folletos encima y empiezan a repartir. Sisi atiende a Isabel y Jantipa habla en castellano casi perfecto con Enrique y conmigo. Ella es guía turística y nos quiere enseñar un museo el sábado. Cristos coge el micrófono y empieza a hablar. La gente le mira sin más. Dice unas palabras y deja el micrófono, reparte algún folleto, cualquiera puede coger el micro libremente, así que una lo hace: dice que lo que hay que hacer es dar trabajo a la gente joven. Llega otra y dice que escupiría sobre los gobernantes que se llevan el dinero. La cosa se pone interesante.
 

 Me había hecho la idea de que las elecciones estarían más presentes en la calle, en la gente. Y, en cambio, pienso que si no estuviéramos buscándolo no nos lo encontraríamos

Cristos vuelve a coger el micrófono, aunque interrumpe el discurso. Cuatro personas pasan por delante y le dicen algo. Están con Syriza. Le pregunto a Jantipa qué es lo que está diciendo Cristos al micrófono. No se está rompiendo la cabeza, está leyendo lo que pone en la última página de uno de los folletos. ¿Y qué pone?, pregunto. Al rato, Enrique vuelve de dibujar algo y me dice que si damos un paseo. Isabel sigue, incansable, hablando con gente, así que acepto.

Él me recuerda cosas que vivió en su visita pasada a Grecia. Dice que tenemos que ir la Acrópolis y al museo arqueológico, que es acojonante. Subiendo ese tramo asfaltado entre tanto verde, Enrique se pregunta cómo puede ser que aquello no se haya convertido en un Albaicín con casas de ricos. Barajamos una protección de la Unesco o un queseyó (aquí casi todo es agudo), cuando llegamos arriba. Vemos algo insólito: un gato panzaarriba. Y bajamos esas callecitas empinadas, perladas de casas okupables charlando. Hay que ocuparlas, le digo. Habría que saber de electricidad, me dice. Y le pregunto si sabe qué es lo más difícil de okupar. Qué, me dice. Empezar, le respondo. Se sonríe como resoplando, como hace él, encogiendo los hombros y renunciando a lo redondo de sus ojos. A continuación me da la razón, diciendo que él no okupa porque tiene muchos libros donde su madre.

Le digo que Jantipa me ha traducido el texto del final del folleto de Syriza. Le propongo que adivine cuatro palabras del discurso. Dice crisis, esperanza, gobierno y Troika. Casi, ¿te lo leo?, le pregunto. Y asiente.

Ahí voy.

El miedo ha cambiado de bando.

Los labios cerrados se convirtieron en puños cerrados
Es una sensación única.
Cuando el pueblo alza su cuerpo
Es una sensación única
cuando el miedo se va y viene la esperanza,
la dignidad, la justicia, la democracia.

Grecia por fin está lista para dar un gran paso hacia el mañana.
Grecia, cansada y humillada por los memorandums,
levanta la cabeza y está de nuevo de pie.

Grecia avanza, y con ella, avanza Europa. 

¡He dicho esperanza!, dice él. Si, y las otras, aunque no has dado con la palabra, sí con el concepto.

Y llegamos al barrio Plaka y volvemos a la plaza y nos encontramos con Isabel y nos vamos caminando para encontrarnos con Georgia, pasando por delante de una caseta del Pasok y otra de un partido que es el fruto de la fusión entre dos partidos: el KKE marxista leninista y el marxista-leninista KKE (y no es coña).


Los gatos callejeros pasan la noche maullando, ajenos a las fatigas de los humanos. No saben que en unos días volverán a ser cazados y encerrados o repoblarán la calle.

 








 

 

Las ilustraciones de Enrique Flores están también disponibles en su blog.

 

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