ANÁLISIS
La penúltima batalla de los medicamentos genéricos

Los intereses de las farmacéuticas entran una vez más en conflicto con la salud pública.

, autor del blog Médico Crítico
10/01/15 · 8:00
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Encierro de la Plataforma de Afectados por Hepatitis C en diciembre pasado. / Álvaro Minguito

Los problemas en la aprobación y financiación de los nuevos antivirales de acción directa –los novedosos fármacos frente a la hepatitis C– han reabierto el debate sobre el acceso a los medicamentos. Entre las barreras para que la población acceda a un medicamento, la cuestión de las patentes es quizá la que ha suscitado un mayor interés en los últimos años. Las patentes de medicamentos suponen la concesión de un monopolio para que la empresa que ostenta dicha patente fabrique y comercialice un medicamento concreto durante un periodo determinado. Este monopolio impide que se puedan fabricar medicamentos genéricos con el mismo componente –principio activo– que el medicamento patentado. La fabricación de genéricos ha demostrado ser uno de los mecanismos más efectivos para disminuir los precios a los cuales los gobiernos y los pacientes pueden adquirir los medicamentos.

En los países de renta media-baja y baja, las patentes han supuesto una importante barrera para la producción de medicamentos genéricos. Los medicamentos antirretrovirales frente a la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) han sido uno de los escenarios más notables de la batalla frente a las patentes. A finales del siglo XX y principios del XXI, tanto Sudáfrica como Brasil protagonizaron diferentes medidas para sortear la barrera de las patentes: en el caso de Sudáfrica, la presión de la población y las ONG, junto con la voluntad del Gobierno sudafricano, lograron que parte de los medicamentos frente al VIH ­estuvieran disponibles para la población mediante la importación paralela desde lugares donde se estuvieran fabricando medicamentos genéricos. Brasil, por su parte, en el año 2007 trató de negociar con la empresa farmacéutica MSD una bajada de precios de uno de sus medicamentos antirretrovirales, el Efavirenz, sin que dichas negociaciones fueran exitosas. Por ello, Brasil decretó la licencia obligatoria para la fabricación de este medicamento en su forma genérica, incluyéndolo en su plan de tratamiento universal a los pacientes afectados por el VIH.

Los ejemplos de Brasil y Sudáfrica muestran dos situaciones en las que los gobiernos han acabado acogiéndose a supuestos que priorizan la salud pública frente a los derechos sobre la propiedad intelectual, realizando importaciones paralelas o emitiendo licencias obligatorias. Sin embargo, existen ejemplos en los que las negociaciones entre los gobiernos y las multinacionales farmacéuticas sí han tenido éxito, siendo el caso más significativo el de Tailandia y su negociación con Abbott en torno al medicamento antirretroviral Kaletra.

Las patentes pueden implicar no sólo un obstáculo en el acceso a medicamentos, sino que en el intento de registrar algunas patentes la industria farmacéutica puede tratar, incluso, de reformar las leyes vigentes en algunos países. Éste fue el caso de Novartis y su intento de patentar el medicamento Glivec en India. Este medicamento, utilizado en el tratamiento de la leucemia mieloide crónica, no fue aceptado por la India para ser registrado bajo patente, por considerar que suponía una modificación muy leve de un medicamento existente antes de que la ley de patentes entrara en vigor. Novartis llevó al Gobierno indio a los tribunales, fallando el Tribunal Su­pre­mo de la India a favor del Go­bierno.

En los países de renta media-alta y alta el papel de las patentes se ha vivido de forma menos dramática porque los medicamentos en los que las patentes han supuesto una barrera efectiva en el acceso de la población han sido, principalmente, dirigidos a enfermedades con un pequeño número de pacientes afectados, por lo que su capacidad para ejercer presión ha sido menor; en los últimos años, casos como el de Soliris de Roche sirven de ejemplo para mostrar cómo el monopolio ejercido bajo la patente pone a los sistemas sanitarios públicos en una situación complicada: financiar un medicamento a un precio muy elevado a costa de detraer esos recursos de otro lugar, o dejar a la población sin acceso efectivo a dicho fármaco.
Brasil, Sudáfrica, India o Tailandia son algunos de los países que se han enfrentado a los intereses farmacéuticos
En el caso de los medicamentos frente a la hepatitis C, el precio fijado por la farmacéutica que ostenta la patente y la alta prevalencia de la enfermedad hacen que la decisión de las autoridades sea aún más complicada, porque en el caso de financiarlo para toda la población susceptible de utilizarlo el impacto presupuestario sería elevadísimo.

Los medicamentos contra la hepatitis C no serán los que lleven a nuestro sistema sanitario a la insostenibilidad, pero el sistema de patentes y la privatización de los esfuerzos colectivos en materia de investigación sí pueden suponer una seria amenaza para unos sistemas sanitarios públicos cada vez más desprotegidos.

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