LABORAL
Cambio de año en el campamento de los espartanos de Coca Cola

Los trabajadores de la firma han custodiado y protegido la fábrica de la compañía en Fuenlabrada durante meses instalando un campamento a las puertas del recinto.

06/01/15 · 8:00

Sea o no 2015 el año del cambio, como muchos pronostican, lo que es seguro para los trabajadores de Coca Cola Iberian Partners (CCIP) que este año que acabamos de dejar atrás es el año que cambió sus vidas. Un año que para ellos termina de manera muy distinta a como empezó. El 2 de enero de 2014, el director de relaciones laborales del grupo, Javier Díaz-Blanco García, dirigía una carta a los representantes legales en la que informaba de que dicho grupo iba a iniciar un procedimiento de despido colectivo que afectaría a unas 1.250 personas de la plantilla.

Hoy, estos trabajadores se encuentran a la espera de la ejecución provisional de la sentencia de la Audiencia Nacional (AN) por la que los despidos realizados por dicha empresa eran declarados nulos y se exigía la readmisión de los mismos a sus puestos de trabajo. El plazo para ello ha vencido sin producirse tal reincorporación. Es más, desde el pasado 30 de octubre estos trabajadores dejaron de recibir la prestación por desempleo por entenderse incompatible con los salarios que Coca Cola debía empezar a transferirles, salarios que no se han hecho efectivos en ningún momento. La empresa, según informan los representantes de los trabajadores, ha ofrecido trasladarlos a otros centros, algo que consideran inaceptable, amparándose en dicha sentencia.

Así pues, a la espera de solución, transcurren los días en el campamento instalado por los trabajadores desde el comienzo del conflicto en la entrada de la planta embotelladora de Coca Cola en Fuenlabrada (Madrid). Allí acuden, organizados en turnos de mañana, tarde y noche, tal como iban a trabajar hace más de once meses.

Una aldea de irreductibles galos

Ni siquiera el 31 de diciembre, esta aldea de irreductibles galos descansa. Por la mañana, bajo un sol que suaviza las frías temperaturas, se preparan para recibir el año nuevo organizando la cena y la fiesta que tendrán lugar horas después. Algunos cenarán allí con sus familias, otros en sus casas y después se acercarán a celebrar con sus compañeros hasta la madrugada.

Este campamento, que comenzó hace once meses con tan solo unas tiendas de campaña y algunos palés y maderas, hoy tiene una amplia caseta con techado de madera y un acogedor porche en el que alojan varios sillones y hasta un televisor. El curioso que se adentre en el cuartel general de los espartanos de Coca Cola difícilmente podrá imaginar la infraestructura que han podido montar, gracias a la colaboración y el apoyo de miles de personas que les han ido visitando a lo largo de los meses.

La compañía reconoció un descenso de las ventas en la zona centro del 48,6%  como consecuencia del boicot lanzado por los trabajadores afectados por el ERE

Una gran mesa en el centro con los restos de una tortilla de patata recién servida es lo primero que llama la atención al entrar. Al fondo, una encimera con varios fogones y hasta armarios de cocina. A la derecha, dos neveras y un televisor. A la izquierda, un sofá y varias sillas, cerca de una estufa de madera, que mantiene la estancia acogedora y cálida. María, acompañada de su hija de apenas un año de edad, nos saluda. Algún compañero que aparece por allí anima a la niña a cantar. Y ella, con su pequeño puño en alto, comienza a entonar: “Arriba, arriba, todos a luchar”.

Tras las risas, nos explican que “algunos compañeros acababan de ser padres cuando empezó el ERE, por lo que estos niños se han criado aquí, en el campamento”. Y es que la resistencia de los trabajadores de la planta de Fuenlabrada tiene mucho que ver con el legado que quieren dejar a sus hijos. Para ellos, lo prioritario es que la fábrica vuelva a abrir, que no se destruya todo el empleo actual, casi 600 personas en empleos directos y más de 1.000 en indirectos. Y que algún día dé trabajo a sus hijos y a los hijos de sus hijos. De hecho, muchos de ellos, que por edad habrían salido beneficiados al acogerse a la prejubilación que ofrecía Coca Cola, han preferido aguantar porque son conscientes de que “es pan para hoy y hambre para mañana”.

David contra Goliat

¿Quién no conoce Coca Cola? En el rincón más olvidado de este mundo, en la aldea más alejada de nuestra civilización, no es extraño encontrarse los restos desvencijados de algún cartel en tonos rojos que anuncia ese brebaje cuya fórmula secreta despierta “la chispa de la felicidad”. La todopoderosa multinacional Coca Cola es, sin duda, el símbolo de la llamada “era de la globalización”.

La primera botella producida en España data del 31 de marzo de 1953. Según la empresa, en 2011 se consumieron, de media en España, 278 bebidas de Coca Cola por persona. En febrero de 2013, nace Coca Cola Iberian Partners como embotellador único de la compañía en España, Andorra y Portugal, contando con el visto bueno de la Comisión de Competencia. Este grupo integrará a 8 embotelladores y se encargará a partir de ese momento de fabricar y comercializar 24 marcas de bebidas y 69 productos, lo que supone un total de 3.300 millones de litros vendidos.

Este proceso de fusión empresarial desencadena en menos de un año el despido colectivo contra el que continúan resistiendo los trabajadores de la planta de Fuenlabrada y que fue declarado nulo por la AN el 12 de junio de 2014. Las razones legales para ello, según consta en el auto, son numerosas.

Por una parte, la AN atribuye una conducta ilícita a CCIP al tratar de “minorar las consecuencias del ejercicio por los trabajadores del centro de Fuenlabrada de su derecho constitucional de huelga”. Esta huelga, total e indefinida, fue convocada por los trabajadores de CASBEGA, empresa a la que pertenecía el centro de Fuenlabrada antes de la fusión, desde el 31 de enero del año pasado hasta la finalización del periodo de consultas, es decir, durante la negociación de las condiciones y el alcance del ERE propuesto por CCIP.

La compañía, según queda probado en la sentencia, modificó la ruta de distribución del producto fabricado para suministrarlo a la zona de Madrid y las dos Castillas, lo que supuso una vulneración del derecho de huelga, certificada asimismo por la Inspección de Trabajo. Afirma la AN que esta conducta ha tenido una incidencia directa en la negociación del periodo de consultas, puesto que desactiva la huelga como instrumento de presión por parte de los trabajadores en todo este proceso.

Por otra parte, el órgano judicial también considera causa de la nulidad el hecho de que “se ha producido un completo y manifiesto incumplimiento de las obligaciones de informaciones, consulta y negociación en el supuesto cambio de titularidad de la empresa”. Es decir, que los trabajadores y sus representantes no habían sido informados del cambio de empresario adecuadamente.

Así pues, el 27 de febrero, Coca Cola Iberian Partners adopta unilateralmente la decisión de despido colectivo, tras finalizar el periodo de consultas sin acuerdo, ofreciendo 15 días a los trabajadores para adscribirse de forma voluntaria a las condiciones de prejubilación, baja indemnizada o recolocación en otros centros de trabajo. Durante este periodo, se produjeron 262 bajas indemnizadas, 323 prejubilaciones y 327 traslados geográficos. El resto de trabajadores, hasta completar los 1.190, serían despedidos. La ejecución de los despidos supuso el cierre de las plantas de Fuenlabrada, Asturias, Palma de Mallorca y Alicante. rutina en el campamento. Ni el respiro navideño los aleja de las calles. 
Los trabajadores de la planta continuarán apoyando otras luchas como la de la hepatitis C o la huelga de los trabajadores de Madrid Río

A finales de marzo, UGT, CCOO y CSIF presentaron tres demandas por las que se pedía la nulidad de dicho despido colectivo, demandas que darán lugar a la sentencia favorable de la Audiencia Nacional del 12 de junio, pendiente aún de ejecución provisional por parte de la compañía de refrescos.

Haz feliz a alguien

Coca Cola es una marca que lo apuesta todo a la imagen. Sus expertos en publicidad y marketing han querido desde siempre asociar su brebaje de burbujas a conceptos como “la chispa de la vida” o “la felicidad”. Pero su actuación en el despido colectivo realizado en territorio español ha minado indudablemente su notoriedad. La compañía reconoció ante la Sala de lo Social de la AN un descenso de las ventas en la zona centro (Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León) del 48,6% a fecha de 28 de febrero, como consecuencia del boicot lanzado por los trabajadores afectados por el ERE.

Pero además, sus tradicionales campañas publicitarias basadas en sentimientos positivos como el amor o la felicidad cada vez cuentan con más críticos. Cabe citar el boicot a su hashtag #HazFelizAAlguien, que la compañía ha promocionado en Twitter para el fin de año. Las respuestas de los usuarios de dicha red social han recordado que Coca Cola tiene que acatar la sentencia y readmitir a sus trabajadores. Personajes públicos, como Tania Sánchez (IU), y numerosos anónimos se han fotografiado con carteles exigiendo dicho cumplimiento.

Mientras tanto, los espartanos de Coca Cola continúan su rutina en el campamento. Ni el respiro navideño los aleja de las calles. Continuarán apoyando otras luchas como la de la hepatitis C o la huelga de los trabajadores de Madrid Río, y pidiendo solidaridad a la población con su causa a través del boicot de los productos de la compañía. El próximo 8 de enero marcharán de Atocha a Sol a las seis de la tarde, esperando ser miles los que apoyen su causa.

Gracias a los muchos meses en los que han custodiado y protegido su fábrica, ésta no ha podido ser desmantelada, por lo que está lista para que en cualquier momento alguien decida “hacer feliz a alguien” abriendo de nuevo sus puertas.

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