Portadas y sensacionalismo: la política migratoria de la criminalización y el miedo.
¿Qué pasa en la frontera? El pasado año 15 personas murieron ahogadas tratando de acceder a España por Ceuta y Melilla. La Guardia Civil no sólo no auxilió a las personas que se ahogaban ni avisó a Salvamento o a Cruz Roja, sino que disparó pelotas de goma y uso botes de humo para repeler a los inmigrantes.
El Gobierno y la Guardia Civil mintieron entonces en aspectos de suma importancia sobre la tragedia y manipuló también los vídeos que contradecían su versión. De hecho, el caso acaba de ser enviado a la Audiencia Nacional por el Juzgado de Ceuta, como adelantó eldiario.es en su día, e incluso la excomisaria europea Cecilia Malmström pidió en su día explicaciones al ministro Jorge Fernández Díaz.
Aquello sucedió en febrero. Meses antes de que el ministerio de Interior pusiera en marcha una enorme campaña de propaganda para justificar las medidas de rechazo empleadas y abriera las fronteras a ojos de la prensa para que documentaran la situación.
El objetivo entonces era que los continuos intentos de entrada de los inmigrantes por la valla de Melilla abriesen los informativos de todas las cadenas y ocuparan las portadas de todos los periódicos. Y así sucedió. Desde esos “30.000 inmigrantes que aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta y Melilla” en El País hasta los “80.000 subsaharianos esperando a entrar a España” en La Razón.
La estrategia de abrir las puertas a la prensa para que siga vendiendo la alarma social y continúe con su tarea de criminalización permite mostrar una situación en nuestra frontera para ocuparse después de sesgarla y manipularla para criminalizar al inmigrante.
Ello tiene como resultado una opinión pública insensible y una sociedad enferma, que a base de ver una y otra vez a los inmigrantes encaramarse a la valla representados como invasor llegue a percibir la inmigración irregular como un verdadero problema, así lo muestra incluso el CIS, cuyo último barómetro refleja que esta es percibida como un problema para más personas que asuntos como la violencia contra la mujer, los desahucios o el fraude fiscal.
¿Qué dicen que pasa en la frontera?
Durante 2014, el Gobierno ha conseguido que el lenguaje que criminaliza al inmigrante cale. “Problema”, “drama”, “tragedia” o “crisis” son habitualmente utilizadas para referirse a la inmigración. También el uso de la palabra “asalto” o “avalancha”. Narrativa que conforma una falsa realidad en la opinión pública, más cuando es adoptada por los medios de comunicación masivos. Tratamiento que organizaciones como RedAcoge denuncian a diario bajo el nombre de inmigracionalismo (inmigración+sensacionalismo).
De nuevo, la intención que tiene esta estrategia es la de justificar el rechazo en la frontera que la Guardia Civil lleva a cabo mediante las llamadas "devoluciones en caliente". Esta medida ilegal, que ha supuesto la imputación del coronel jefe de la Guardia Civil de Melilla, atenta contra la legislación europea, la Constitución española, las leyes internacionales y la Convención de Ginebra de Naciones Unidas. Las expulsiones ilegales se llevan sucediendo en la frontera desde 2001 y, según estimaciones de expertos y ONG, basados en datos facilitados por Interior, 5.000 inmigrantes han sido expulsados de forma ilegal desde entonces.
La percepción instaurada en la opinión pública de una alarma en la frontera ha permitido al Partido Popular, gracias a la mayoría absoluta de la que goza, aprobar la legalización de las devoluciones ilegales como una enmienda dentro de la denominada Ley Mordaza. Decisión que no sólo encontró la oposición de todos los partidos políticos, sino también la de la Iglesia, la ONU, la Comisión Europea o de organizaciones como Amnistía Internacional que, con su campaña #PortazoAlGobierno, afirmaba que "No se puede legalizar lo que es ilegal en el derecho internacional".
El miedo vuelve en 2015
La polémica con la política migratoria del PP tiñó de “negro” el final de 2014. Así es que el nuevo año ha comenzado con una nueva campaña que va más allá de la criminalización. Ahora el eje es el miedo. La remesa de piezas periodísticas que en estos primeros días de 2015 han llenado los medios han tenido como característica principal la apelación al temor.
Ya el 31 de diciembre las informaciones alarmistas llenaban los medios de comunicación. Aunque la realidad sea que el número de personas inmigrantes que llega a España vía patera o por Melilla no significan ni el 1%.
Los medios en numerosos casos nombran el origen de las personas que realiza un acto delictivo, incluso cuando no hay relación entre su origen y el suceso, como recoge el citado informe de Red Acoge. De esta forma se apoya la idea de que las personas de cierta raza tienden a hacer todas lo mismo y establece unos marcos en la el imaginario colectivo que asocian inmigración y delincuencia.
Como consecuencia de esta campaña se asume equivocadamente que toda la población inmigrante roba, vive al margen de la ley –o está relacionada con mafias– y se le coloca la etiqueta de ilegal. A pesar de que, según el Código Penal, las personas en ningún caso pueden ser catalogadas como ilegales o irregulares. Denominación que el mismo 3 de enero usa El País para referirse a las personas inmigrantes.
La asociación con mafias y el temor que algunos medios tratan de infundir se puede ver reflejado el mismo sábado de este mes en la portada de ABC. También, la alarma yidahista y la asociación de los inmigrantes con el terrorismo es una constante en la prensa, aunque ésta, como en el caso de la falsa alarma de tren en Atocha, no tenga nada que ver.
Lo que realmente ocurre en las fronteras es que en 2014 casi 5.000 personas murieron tratando de llegar a territorios español, y otras tantas arriesgaron su vida en su intento.
Por otro lado, con respecto a los migrantes que escapan de la guerra, actualmente las cifras son las más altas desde la Segunda Guerra Mundial: con 16,7 millones de refugiados y 33,3 millones de desplazados internos. Los países de la comunidad internacional, que se posicionan según intereses personales y que en muchos casos financian estos conflictos, no sólo dejaron de dar fondos para alimentar a los refugiados, como denunció hace unas semanas el Programa Mundial de Alimentos, sino que están mirando a otro lado cuando los escapan de las guerras llaman a las puertas de sus fronteras. La inmigración no es un problema de un país o una ciudad, sino que es un asunto global al que se ha de responder de manera coordinada y decidida.
Las políticas a corto plazo centradas en el rechazo en frontera y en el intento de disuadir a los inmigrantes de una vida mejor, no tendrán resultado mientras lo que estos traten de dejar atrás sea la injusticia y la miseria.
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