La ciudad marca
Modelo Barcelona, fútbol y dinastías de poder

El autor analiza la conexión entre las empresas del expresindete del FC Barcelona Josep Lluis Núñez y desarrollo urbanístico que ha configurado el modelo de ciudad.

, Es miembro del Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano (OACU) de Barcelona.
24/10/14 · 14:26

Estos días es noticia en Barcelona la resolución de la Audiencia Provincial rechazando el recurso presentado, con el objetivo de retrasar su ingreso en prisión mientras se tramita el indulto, por el constructor Josep Lluis Núñez y su hijo. Quizás sea conveniente recordar que ambos, junto a otros empresarios, fueron condenados en 2011 a seis años de cárcel por el Caso Hacienda, el intento de soborno a unos inspectores que habían detectado ciertas irregularidades fiscales en sus empresas. La pena fue posteriormente rebajada por el Tribunal Supremo a dos años y dos meses alegando una prolongación excesiva de la causa judicial.

Para más de una generación de futboleros, Josep Lluis Núñez fue el eterno President del Futbol Club Barcelona. El hombre que capitaneó la transformación del club, desde una mera asociación deportiva, hasta convertirla en una de las empresas más exitosas a nivel mundial. Aunque es muy recordado por sus éxitos económicos, también lo es por el palmarés alcanzado en su prolongada gestión de 22 años, durante la que se conquistaron, entre otros títulos, 7 ligas de futbol y una Liga de Campeones.

Lo que ya no es tan conocido fuera del ámbito catalán es que Josep Lluis Núñez es, además de dueño de Núñez y Navarro, una de las constructoras que mejor está capeando la crisis ocasionada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, uno de los protagonistas principales del proceso de transformación urbanística que ha vivido Barcelona durante los últimos 50 años.

En la literatura vinculada a este proceso es fácil encontrar distintos intentos por establecer etapas, o periodos, en los que clasificar las últimas décadas de la ciudad. Desde la Dictadura, y los 16 años vividos bajo la administración del Alcalde Porcioles, hasta nuestros días, estas etapas pivotarían sobre un eje establecido en el supuesto cambio vivido con la llegada al poder del primer gobierno democrático tras la Transición. Esto es así porque dichas clasificaciones se encuentran basadas en conceptos tales como la amplitud de la intervención, o los objetivos generales perseguidos, mientras olvidan cuestiones de gran relevancia como los grupos sociales que se beneficiaron o perjudicaron de los resultados.

Si hay una característica que destaque sobremanera en el tan manido “Modelo Barcelona” es la famosa colaboración público-privada impulsada desde las instancias municipales. Presentada como una forma moderna, actualizada, de intervención municipal sobre la ciudad, esconde realmente la externalización y privatización de las políticas del Ayuntamiento bajo al mantra del neoliberalismo. Pero no solo eso, sino que en sí mismas son la demostración práctica de que todo intento de diferenciar o clasificar el urbanismo en Barcelona en etapas, no se corresponde con la realidad.

Y es aquí donde aparecen empresas como Núñez y Navarro, las cuales, junto a otras como Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) o Obrascón, Huarte y Laín (OHL), ya colaboraban hace 50 años en el diseño de la ciudad a través de la vinculación de parte de su equipo técnico, así como de miembros de sus Consejos de Administración, con la política municipal de aquel entonces. En pleno siglo XXI continúan haciéndose con los mejores solares y la mayoría de las contratas de obra que se ejecutan en Barcelona, constituyendo una auténtica dinastía local.

Nuestro protagonista, Josep Lluis Núñez, cedió el mando del Futbol Club Barcelona en el año 2000 a Joan Gaspart, perteneciente casualmente a otra familia miembro de la élite empresarial de la capital catalana, en esta ocasión dueña del grupo hostelero HUSA. Así, mientras el “Modelo Barcelona” impera y estas dinastías se suceden en el futbol y en la economía, las clases sociales más bajas siguen jugando un papel de comparsa en el reparto del pastel urbano. La ausencia de formas y canales de participación auténticos, de empoderamiento popular en definitiva, los sitúa justo en el mismo lugar que hace cinco décadas.

Tags relacionados: Barcelona Corrupción urbanismo
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