La temporalidad y las dificultades para acceder a un empleo expulsan a muchos jóvenes a otros países.

En España, ser menor de 30 años y tener un contrato indefinido a jornada completa y un salario que te permita no llegar ahogado a fin de mes se ha convertido en una quimera al alcance de una minoría. Se puede llegar a esta conclusión si se observan los datos publicados por el Banco de España en 2013 sobre el empleo juvenil. En el mismo se señala que España es el país de la UE con mayor tasa de temporalidad juvenil, con un 61% frente al 42% de media comunitaria. Sólo el 16% de los trabajadores que en 2010 tenían un contrato temporal lograron pasar a uno indefinido. En cuanto a los contratos a tiempo parcial España ocupa el segundo lugar del ranking europeo –detrás de Grecia– con un 55,5%, según los datos de la Oficina de Estadística Europea Eurostat.
En Barakaldo, la plataforma Berri Otxoak lleva 22 años luchando en Euskadi contra la exclusión social y por los derechos sociales. Juan Carlos Becerra, miembro de esta plataforma, afirma que, aunque la tasa de paro en el País Vasco es más baja que en España, las tasas de precariedad y temporalidad son iguales, principalmente en el sector servicios. “Están despidiendo a las personas mayores que tenían mejores salarios y condiciones laborales y a cambio contratan a jóvenes (en menor medida que los que despiden) a través de subcontratas o ETT y que cobran mucho menos”, explica Becerra
“Por la vía de recortar derechos laborales y salarios es imposible que España salga nunca de la crisis”, afirma el profesor de economía aplicada de la Universidad de Málaga Alberto Montero Soler, y argumenta que “tenemos una economía orientada hacia la demanda interna, no hacia las exportaciones como China o Alemania. De hecho tradicionalmente la balanza comercial española ha sido deficitaria y necesitamos del consumo para reactivar la economía, algo que es imposible mediante bajadas de salarios, temporalidad y pérdida de derechos laborales que sólo benefician a los grandes empresarios que ven aumentar sus beneficios”.
Según Lucía Martínez, del colectivo Juventud Sin Futuro (JSF), la causa de esta situación laboral está también en el modelo productivo español, que requiere principalmente de trabajadores para el sector servicios, de ahí que se dé el fenómeno de la sobrecualificación, pero advierte de que “no por el hecho de que alguien no haya podido acceder a estudios universitarios debe ser infravalorado o verse como normal que tenga un empleo precario y mal remunerado”. Martínez también denuncia el último Plan de Empleo Juvenil porque “perpetuará el desempleo y la precariedad juvenil” y permite contratos de becarios hasta los 30 años –en vez de 25–, de tres años seguidos –en vez de uno– y disminuye el tiempo de formación en el horario laboral.
“Para el futuro nuestra economía estará orientada –si nadie lo remedia– al turismo, y al sector servicios (especialmente orientado a los europeos que vengan a instalarse a nuestro país)”, explica Montero Soler. Este economista señala que la única manera de reactivar la economía sería “cambiar el modelo productivo creando una industria fuerte y una economía orientada a satisfacer las necesidades de las personas, no de los mercados, y todo ello complementado con un mayor protagonismo del sector público y de inversión en servicios sociales”.
Discriminación y amenazas
Sin embargo, el empleo en el sector terciario no parece que sea una solución ni para los jóvenes ni para los mayores despedidos de la industria. “El problema no es tanto si tienes o no trabajo sino las condiciones de vida, y éstas van a peor cada día. Ahora el tener un empleo no te garantiza salir de la pobreza –un 13% de trabajadores españoles son pobres– y te es imposible hacer frente a los gastos del día a día”, argumenta Becerra, para quien el actual modelo productivo tiene otros dos rasgos característicos que son “la discriminación a las mujeres –que cobran de media el 33% menos que los hombres– y las dificultades para organizarse en un sindicato”.
“El problema no es tanto si tienes o no trabajo sino las condiciones de vida, y éstas van a peor”
Las dificultades para organizarse se comprueban en el día a día de las grandes empresas. Becerra denuncia que “los sindicalistas muchas veces se tienen que hacer pasar por clientes para hablar con los trabajadores y convencerles de que se afilien, pues si los encargados lo descubren ese trabajador tiene sus días contados en la empresa”. Becerra lamenta las dificultades de la lucha sindical debido a “las coacciones patronales, la fragmentación laboral, la temporalidad del trabajo y los contratos a tiempo parcial. Antes era más fácil que toda la industria se pusiera en huelga ante un hecho concreto porque había un mayor sentimiento de pertenencia al grupo, y de conciencia de clase”. A pesar de ello este activista afirma que el único camino sigue siendo la lucha en la calle, “aunque haya que adaptarla a las nuevas condiciones”.
La salida en avión
En estas condiciones no es de extrañar que los jóvenes opten cada vez más por salir de España (hay más de 400.000 emigrantes desde 2008). Sobre el perfil de los españoles emigrados, Lucía Martínez lo define como “muy variado, pero todas coinciden en que se marchan obligadas y que lo que allí encuentran no suele ser mucho mejor ni se corresponde con su formación”.
La Marea Granate de Viena explica a DIAGONAL que el perfil de emigrado español en Austria es muy diverso pero “todos nos vamos con el objetivo de conseguir una vida digna que se nos niega en España. Para los recién llegados la situación es muy difícil, pero los españoles nos reconocemos muy rápido y nos ayudamos mucho los unos a los otros, y además este país tiene la ventaja de los bajos precios de la vivienda”. Sí está más definido el perfil de personas que participan en las asambleas de la Marea Granate. “Actualmente en las asambleas somos unas 10 personas, pero en las convocatorias y talleres que realizamos nos podemos juntar unas 40. La mayoría tenemos en común que ya hemos participado antes en movimientos sociales y tenemos posiciones políticas similares, pero aquí adquirimos la conciencia de ver esta crisis como algo sistémico y no como algo exclusivo de España o el sur”.
Los activistas emigrados en Viena explican que para los españoles en Austria la principal barrera es el idioma, lo cual dificulta encontrar un trabajo los primeros meses. Sin contrato de trabajo no tienen derecho a sanidad, explican. Además, normalmente tienen que hacer frente a los minijobs que “no te permiten cobrar más de 390 euros al mes y sólo te garantiza un acceso limitado a la sanidad. Otros tienen contratos sólo por determinados días y la sanidad sólo te cubre aquellos días que estés trabajando”.
No es momento para “lamentarse ni avergonzarse de nuestra precariedad”, dice Lucía Martínez
Buzón precario
Lucía Martínez considera no obstante que no es momento para “lamentarse ni avergonzarse de nuestra precariedad por creer que hemos llegado a esta situación por nuestra culpa. Nosotras defendemos que lo importante es pasar de lo individual a lo colectivo, organizarnos y luchar para superar estas condiciones que nos ha impuesto la oligarquía”. En este sentido, la joven activista recuerda algunas campañas que ha puesto en marcha JSF para visibilizar y denunciar los ataques a los derechos económicos, políticos y sociales que está sufriendo la juventud. “El 30 de abril realizamos una performance frente a la sede de la CEOE en Madrid con el nombre de Marea Neoliberal, hemos creado la Oficina Precaria para tratar de ayudar a los jóvenes con trabajos precarios y habilitado el Buzón Precario (buzonprecario.org) donde nos cuentan todo tipo de casos, algunos especialmente sangrantes”.
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