Teresa Forcades
TEÓLOGA E IMPULSORA DEL MOVIMIENTO PROCÉS CONSITUENT
“Si no estamos preparados, podemos perder esta oportunidad histórica”

La propuesta de una Catalunya independiente ha movilizado a cientos de miles de personas. El Procés Constituent pretende vehicular esa “ilusión” para “cambiarlo todo”.

, Redacción
19/05/14 · 8:00
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Teresa Forcades y Arcardi Oliveres, impulsores del Procés Constituent. / Enric Catalá

En 2009, esta doctora en Salud Pública por la Universidad de Barcelona, teóloga feminista y monja benedictina, salió del anonimato con un vídeo en el que denunciaba los intereses de la industria farmacéutica en torno a la vacuna de la Gripe A. Poco después, dio el salto de Youtube a la televisión cuando defendió frente a las cámaras la necesidad de una huelga general indefinida que lleve a la dimisión del Gobierno.

“No podemos seguir con la farsa de una democracia que no tiene mecanismos para serlo realmente” En 2013, junto al presidente de Justica i Pau, Arcadi Oliveres, se convirtió en una de los impulsores del Procés Constituent, un movimiento que cuenta hoy con 40.000 adhesiones, 100 asambleas territoriales y 12 sectoriales. Un proceso que pretende crear un frente electoral para las autonómicas que aproveche, según cuenta a DIAGONAL, la “ilusión” generada por el movimiento independentista para hacer “hacer la revolución y, luego, volver a hacerla”. 

Se habla de la crisis de los consensos, de las instituciones y de los partidos del régimen del 78... ¿Esto está realmente sucediendo o es más un anhelo?

Esto está pasando y es una amenaza directa a la integridad del Estado territorial y, por tanto, cuestiona directamente esa Transición, donde se daba por sentado esa unidad territorial. Todo esto hay que colocarlo en el contexto de Catalunya, de esta crisis, no solamente en Catalunya, de precarización y recortes, a todos los niveles, y cómo opera en este contexto el tema del nacionalismo, que tiende a concentrar en sí ese anhelo de cambio y genera una ilusión. Nosotros, desde el Procés Constituent, abordamos la tarea de deconstruir esta ilusión para decir: “Un momento, con el nacionalismo no se resuelven todos los problemas”.
 

“Tenemos que cambiar las instituciones porque porque si no, aunque cambiemos a los que gobiernan, todo va a seguir igual”

¿Ves que se están cuestionando otros aspectos además del territorial?

Eso es lo que intentamos desde el Procés Constituent. Esta ilusión lo que ha hecho es movilizar a mucha gente en Catalunya, que ahora está en la calle. En las movilizaciones la gente se ha percibido y se ha convencido de que el poder desde abajo existe. Y esto es fundamental, es precioso, es un tesoro que debemos al menos aprovecharlo para, como decimos, cambiarlo todo, para cuestionar ese modelo social. Ese entroncamiento entre el modelo social y el modelo territorial es la razón de ser del Procés Constituent.

¿Se está consiguiendo?

Algunos pasos se están dando, si son suficientes, no lo sé. Pero no tengo ninguna duda de que éste es el reto histórico del momento. Yo diría que el clima social en Catalunya tiende hacia esa dirección. La Asamblea Nacional de Catalunya (ANC) empezó con un discurso que dejaba el modelo social en un segundo plano. Ahora ya lo ha cambiado. La ANC ha empezado este año una campaña alrededor de cuál es el país que queremos, que incluye debates sobre el modelo económico, el modelo de funcionamiento democrático, el modelo también de integración de la inmigración. Se ha visto un escoramiento que se acerca a este planteamiento, y esto es por la presión social, una parte de ella impulsada desde el Procés Constituent.

Veo que eres muy optimista...

Lo que digo son constataciones, pero no sé por dónde va a ir el futuro. Más bien, lo que me interesa es animar a la gente a movilizarse porque lo más probable es que el futuro no sea bueno. Hay que ser realista. Con la independencia de un país solo, como Catalunya, tampoco va a haber una revolución. Esto hay que tenerlo claro. No sé si esta oportunidad histórica se va consolidar, pero sí sé que vale la pena trabajar para que en caso de que se consolide estemos preparados para aprovecharla. Porque si no, en el caso de que se abra esta oportunidad histórica, la vamos a perder. No es tanto un optimismo de decir que vamos a ganar, pero sí toda la convicción de que no veo otra posibilidad de actuación en este momento, y hay que trabajar por esto, con todo el entusiasmo y a todo gas. Hay unas fuerzas suficientemente grandes para que esto se haga. Hay un momento en que la legitimidad democrática se pierde si tu tienes a una mayoría de la población explícitamente y activamente movilizada en contra de tu política. Eso es obvio para mí.
 

“Ahora mismo tenemos una unidad en Estaña que no entiende la diversidad. Y cuanto más hagan en ese sentido más se va extender la rebelión”

En una entrevista comentabas que había que tumbar al Gobierno con una huelga indefinida. Más de un “demócrata de toda la vida” te dirá que eso es un golpe de Estado.

Si una huelga general indefinida la hacen cuatro tampoco tumba a ningún gobierno, tiene que tener un seguimiento mayoritario y ésa debe ser la palabra clave en democracia. La diferencia con un golpe de Estado es la voluntad popular: la huelga indefinida, prolongada, exitosa, refleja la voluntad popular, que es lo que representa la democracia y utiliza y se debe utilizar en un contexto democrático, precisamente porque esos representantes pueden secuestrar esa voluntad popular o ignorar esa voluntad popular y hacer políticas, como creo que está ocurriendo, contrarias a ellas.

¿Hay una pérdida de legitimidad del poder?

Los mecanismos de poder están actuando de forma contraria a los principios democráticos. Aquí, la obviedad mayor son los programas electorales: puedes votar a un partido con un programa y una vez que está en el poder no sólo no lo ejecuta, sino que encima hace lo contrario de lo que decía. Deberíamos tener mecanismos para evitar estas cosas. Cuando en el Procés Constituent hablamos de la necesaria ruptura, de la revolución o del cambio radical, nos referimos a esto y a otras cosas... No podemos seguir con la farsa de una democracia que no tiene mecanismos para serlo realmente.

Votar es uno de esos mecanismo, pero además debería existir la posibilidad de revocar, por ejemplo, a un gobernante que acaba de ser elegido, fresquito, sólo hace un mes, pero que toma una decisión completamente contraria a la voluntad popular. Ahora la voluntad popular no puede hacer nada, solamente a través de los grupos parlamentarios, pero ya están dentro de ese consenso de élite de poder, y tampoco llegan a representar esa voluntad popular.
 

“Lo más importante es que pensemos en esa sociedad del día después como una sociedad con problemas, con conflictos, siempre con esa necesidad de tutelar al poder”

Hay quienes hablan incluso de un golpe de Estado promovido desde los poderes...

Yo creo que esa noción es realista, porque el referente de una democracia siempre es la voluntad popular. Los representantes tienen que existir, pero no como hasta ahora, que entre elección y elección el pueblo no tiene ningún canal para controlar a esos representantes. La voluntad popular, este poder popular se tiene que articular en instituciones que aún no existen, pero que tenemos que pensar bien cómo podríamos cambiarlas, porque si no, aunque cambiemos a los que gobiernan, todo va a seguir igual.

¿Vais a presentaros a las elecciones?

El Proces Constituent tiene esa voluntad electoral desde el principio, pero no en solitario, sino para articular un frente unitario de ruptura. Nuestra voluntad primera es entrar en diálogo con las CUP e Iniciativa per Catalunya Verds, dos partidos, con sus diferencias, que pueden estar en sintonía con la ruptura que nosotros planteamos.
 

"Consideramos que debe existir una opción electoral en las siguientes autonómicas que al llegar destituya al parlamento y convoque una Asamblea Constituyente"

 Cuando pensamos en el horizonte electoral, no sólo estamos pensando en coger votantes de otros partidos, sino estimular a ese 40% que no vota, una iniciativa que consiga sacar del sillón a personas que no se mueven porque no ven la motivación de votar por un partido que no va a cambiar nada.

Nosotros nos llamamos Proces Constituent porque consideramos que debe existir una opción electoral en las siguientes autonómicas que al llegar destituya al parlamento y convoque una Asamblea Constituyente. Entendemos que el país pide una ruptura, un cambio de rumbo.

Se habla de una nueva Constitución o de reformar la actual, ¿por qué es tan importante cuando ni siguiera se respeta la actual?

Lo que no se puede hace es idolatrar la Constitución o caer en esa falsedad de decir que cuando tengamos una Constitución nueva todo se solucionará. En el caso de Catalunya es fundamental esta nueva Constitución porque no tenemos actualmente una, sobre todo si estamos pensando en un proceso político de cambio y ruptura. Esto está muy unido con la reivindicación de una soberanía y una democracia más cercana, porque es el ámbito donde nos parece posible este proyecto de ruptura.

En sintonía con todos los que lo pretenden a otros niveles y también con la posibilidad futura de establecer lazos de unión política de otro carácter, tan íntimos como se quiera pero no basados en esa historia donde no ha existido reciprocidad real. Se necesita un marco tan pequeño, tan simple y tan poco pretencioso como se pueda, para construir una sociedad que no se estructure alrededor de los valores capitalistas, donde los poderes económicos no podrán pasar por encima los derechos de las personas.

¿Por qué “una república catalana del 99%”? ¿Por qué es tan importante la identificación nacional?

Hay que distinguir entre un nacionalismo que se basa en una identidad de exclusión, algo así como imaginar que los catalanes somos una raza aparte, que somos diferentes de los demás, algo que para mí es absurdo; y un nacionalismo basado en el respeto de la diversidad. En Catalunya hay una lengua, una cultura, hay una historia que cada cual interpreta a su manera... narrativas sobre el pasado de Catalunya hay muchísimas y me parece que debe seguir siendo así, esa debilidad de la construcción de un sujeto político catalán yo la encuentro positiva, buena, como un punto de partido de un futuro bueno...
 

"Cuanto más cerca estén los gobernantes del pueblo, cuanto más pequeña sea esa unidad, más se puede ejercer esa voluntad popular"

 Así como la biodiversidad da riqueza y asegura una vida mucho más plural, con la diversidad cultural pasa lo mismo. Yo no entiendo la lengua como algo que poner en un museo y proteger, es algo dinámico, es una perspectiva única, particular, una visión del mundo diferente. Un Estado propio tiene más posibilidades de impulsar, de potenciar esa diversidad, algo que no sólo es importante para los catalanes y catalanas sino para todo el mundo. Que no se pierda una cultura y una lengua en el mundo es bueno para todos. Ésta es una de las bases de mi participación en este movimiento por la independencia de Catalunya. Y la otra, un proyecto de ruptura: cuanto más cerca estén los gobernantes del pueblo, cuanto más pequeña sea esa unidad, más se puede ejercer esa voluntad popular. Tampoco quiero llegar a las polis, aunque eso también me gustaría. Hay que acercar la toma de decisiones a la gente.

En América Latina, cuando se inició el proceso de integración, los países ganaron en soberanía...

Yo también estoy por la integración, una integración de pueblos ibéricos o mediterráneos. Una autarquía, una sociedad aislada de los demás es algo absurdo y en el mundo actual, además, imposible. Pero esa integración, en América Latina, y en nuestra zona también, debería hacerse desde la soberanía y la libertad, es decir, tú te integras porque quieres, no porque hay una historia relacionada con violencia y militarismo que no te dejan opción. La vitalidad de la unidad está basado en su respeto por la diversidad.

¿Por qué, de repente, CiU y Artur Mas se convierten en adalides de la causa independentista?

En momentos en que la precariedad y la injusticia social aumentan, aparece muchas veces el tema nacionalista como una invitación para concentrar ahí esa insatisfacción. Esto ha pasado en Alemania, ha pasado en Grecia. Ha sido una constante histórica. En ese sentido, Artur Mas representaría para mí el refuerzo de este modelo [del régimen del 78]. De hecho, yo veo más las similitudes entre Mas y Rajoy que las divergencias. Si miramos en lo esencial, están completamente de acuerdo. El resto es para el periódico de cada día, para que la gente se entretenga. La estrategia es clara: desviar el debate social hacia el debate territorial, convencer de que la cuestión social se puede dejar para después.

¿Crees que se le puede ir de las manos esta jugada a CiU?

Claro, esto intentamos, ésa es nuestra tarea. Aunque nunca han llegado a controlar este proceso. Han movido fichas para intentarlo, pero el movimiento social no se deja controlar.

¿La tensión entre Catalunya y el Estado puede ser útil para las élites de Madrid y Barcelona?

Ésta es la trampa. Aquí lo que nos interesa es establecer puentes desde abajo, con la gente que lucha por la justicia social y por el ejercicio de ese poder democrático. Esa capacidad de que desde abajo se reivindique una toma de decisiones sin límites nos interesa a todos... por lo menos a todos los que no somos del 1%. A las élites les va bien que la radio y la televisión estén hablando todo el día de que si Mas dijo no sé qué y de lo que Rajoy le contestó.

¿Es posible el proceso constituyente sin independencia?

¿Cómo vas a hacer una Constitución si no tienes un territorio soberano? Si no te dejan ni hacer el estatuto... Puedes utilizar el nombre, pero no es correcto, una Constitución solamente la hace una entidad política soberana.

¿Y qué pasaría con una reforma de la Constitución hacia un estado federal?

Ahí el argumento del Procés Consituent es que los federalistas auténticos deben estar a favor de esta consulta, que ya parece que no se va hacer, y tienen que estar a favor del “Sí-Sí” [respuesta a las dos preguntas planteadas para la consulta: “¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado? Sí o no” y “¿Quiere que este Estado sea independiente? Sí o no”].

"No se trata de un proyecto autárquico, sino que vamos hacia una sociedad cada vez más integrada. Pero para nosotros unidad no quiere decir uniformidad"

 Lo primero es reclamar esa soberanía plena y, luego, pactar: la idea es integrarse no sólo con los pueblos ibéricos sino con toda esa Europa de los pueblos. Debemos pensar en qué tipo de integración europea va acorde con el proceso de ruptura y de mayor justicia que plantemos. Lo importante es señalar que no se trata de un proyecto autárquico, sino que vamos hacia una sociedad cada vez más integrada. Pero para nosotros unidad no quiere decir uniformidad. Ahora mismo tenemos una unidad en Estaña que no entiende esto y no lo ha entendido nunca. Y cuanto más hagan en ese sentido más se va a extender la rebelión.

¿Qué significa la independencia en la Europa de Ángela Merkel y el Banco Central Europeo?

Europa es parte del problema y debería también ser parte de la solución. Este modelo de Europa adolece de los mismos problemas de falsa democracia de los que hemos hablado antes. El Tratado de Lisboa, el mismo texto al que pueblo francés y el holandés dijo que no, se terminó aprobando vía parlamentaria, simplemente cambiándole el nombre: en lugar de Constitución le llamaron tratado. Ésta es una mala manera de empezar.

Luego tenemos todo un Parlamento Europeo que resulta que no es soberano. ¿Y eso cómo se lee? ¡Que lo llamen comisión y no parlamento! El honor que va asociado con ese nombre es porque el Parlamento es el lugar donde se toman las decisiones. Es el único órgano elegido, pero depende de una Comisión Europea, que no es elegida por el pueblo. El déficit democrático es obvio y cualquier proyecto de ruptura como el que impulsamos tiene que ser crítico con esta construcción europea, pero la opción no es olvidarse de Europa, eso es ridículo, sino trabajar con los pueblos o los movimientos europeos que ya están trabajando en ese sentido para que Europa sea una Europa de los pueblos, donde la voluntad popular sea soberana.

¿Cómo debería ser ese día después de que caiga el Gobierno?

Siempre digo la misma frase: “Haremos la revolución y, después, la volveremos a hacer”. Lo peor es que caigamos en la trampa de pensar en una sociedad ideal. No se trata de decir “no va a haber capitalismo, los bancos van a ser nacionalizados”, todo esto me gusta y está bien, pero ese abuso de poder hoy en día constituido en unas instituciones determinadas va a seguir existiendo. Lo más importante es que pensemos en esa sociedad del día después como una sociedad con problemas, con conflictos, siempre con esa necesidad de tutelar al poder constituido. Eso quiere decir que haremos la revolución y la tendremos que volver a hacer.

Lo mismo ocurrió en Ecuador, en Venezuela, en Islandia... No se trata de hacer un esfuerzo y conseguir algo para que luego podamos descansar. Se trata de hacer un cambio de mentalidad para entender que si queremos una democracia que merezca ese nombre debemos ser políticamente activos no solamente ahora sino siempre. Esto no quiere decir que estés todo el día de reuniones y que no tengas vida privada, pero tienes que pensar en esa sociedad no como algo ideal, sino como una sociedad donde habrá corruptos, donde habrá intentos de abusos de poder, una sociedad real para personas reales, pero donde espero, y esto es lo más importante de esta nueva sociedad, que esa activación de la subjetividad política del sujeto de la calle se mantenga.

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