Triunfo de la UMP, el Frente Nacional y la abstención
La abstención y la derecha desangran al socialismo francés

Los resultados reflejan un desencanto con las formaciones de izquierda.

, París (Francia)
12/04/14 · 8:00
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Asentamiento de migrantes rom en París en 2010. / Edu León

“Cataclismo”, “hecatombe” o “debacle” fueron algunos de los términos utilizados por los medios franceses para calificar la derrota electoral de los socialistas y las fuerzas de izquierda francesas en los comicios municipales del 23 y 30 de marzo. Una contienda en la que el Partido Socialista francés (PS) entregó a la derecha las alcaldías de más de 155 ciudades. Un auténtico revés más que previsible contra uno de los Ejecutivos y uno de los presidentes franceses más impopulares de la Quinta Repú­blica. La “izquierda” –en las estadísticas electorales en Francia abarca a los socialistas, el Partido Comunista, el Partido de Izquierda y a los ecologistas, entre otros­– obtuvo el 41,61% de los votos en la segunda vuelta electoral, frente al 45,65% de la derecha.

Si se miran los resultados por ayuntamientos, las cifras son aún más elocuentes: la llamada izquierda francesa llegó sólo al 37% de las ciudades –las aglomeraciones de más de 9.000 habitantes–, frente al 60,8% de los consistorios en manos de la derecha, y al 1,2% de la extrema derecha del Frente Na­cional. En 2008, la izquierda había obtenido el 53,5% de los votos frente al 44,8% de la derecha.
Por otro lado, la izquierda perdió bastiones emblemáticos, como Tou­louse, la cuarta ciudad francesa, o Bobigny, en el “cinturón rojo” de París, tras 95 años de gobierno comunista. París supuso un oasis en medio del desconsuelo tras la victoria de la socialista e hija de emigrantes andaluces, Anne Hidalgo, primera mujer alcalde de París gracias al apoyo de ecologistas y comunistas.

Alianza conservadora

Si el castigo al PS era previsible, quizás lo era menos la amplia victoria de la derecha francesa y menos aún cuando su principal partido, la UMP –la formación del expresidente Sarkoy– anda descabezada y envuelta en diversos procesos judiciales. Su alianza con otros partidos más centristas, UDI y Modem, se ha llevado el gobierno de 572 ciudades, frente las 349 ganadas por la izquierda y las 433 de la derecha en 2008. El UMP, con 320 alcaldías, se declaró como “el primer partido de Francia”, según palabras de Jean-François Copé, presidente de la formación conservadora.

El segundo partido ganador ha sido el Frente Nacional (FN). La Francia más golpeada por la crisis, del norte y el sureste del país, encontró consuelo en el discurso radical del FN, que obtuvo uno de los mejores resultados de su historia, con un 6,75% de los votos y una docena de alcaldías –en 2008 no consiguió ninguna–, además de un populoso barrio obrero de Marse­lla. Parece que su cambio de imagen hacia el llamado “populismo líquido” está consiguiendo resultados, presentándose como el defensor, por un lado, de las clases populares y medias autóctonas contra un sistema político corrupto y rendido a Europa; y, por el otro, de la civilización occidental frente al avance del Islam, suavizando su discurso de extrema derecha, abiertamente xenófobo y racista.

Un éxito, ampliamente difundido por los medios, que el sociólogo Michel Wieviorka, experto en el FN, pide relativizar, teniendo en cuenta los resultados comparables de las municipales de 1995 o el recordado 21 de abril de 2002, cuando Jean Marie Le Pen, padre de la actual líder, llegaba a la segunda vuelta presidencial. Según el sociólogo, su proyección futura no está garantizada, si bien el partido de Marine Le Pen puede mejorar sus resultados en las próximas elecciones europeas: los últimos sondeos la sitúan como segunda fuerza tras la UMP, con un 22% de los votos en unas elecciones donde la abstención se prevé mayúscula.

El avance del FN dependerá de la capacidad de la izquierda para responder a las exigencias del llamado electorado “izquierdista-lepenista”, expresión de Pascal Pe­rrineau nacida en 1995 para referirse a esa franja del electorado mayoritariamente compuesto por los sectores populares –obreros y parados– que se sienten olvidados por la socialdemocracia en el poder. Pero no todos se entregan a los dictados de la extrema derecha: la abstención aparece como otra advertencia.

Una abstención récord

La izquierda mostró su enfado con el Gobierno de Ho­llan­de, quien recibió su apoyo en las presidenciales de 2012 con sus promesas anti austeridad y como alternativa a Sarkozy. La abstención récord, del 38%, vino, sin sorpresa, de la izquierda y de los sectores más vulnerables por la crisis económica. En efecto, la participación más baja se registró en las periferias obreras de las grandes ciudades –donde existen porcentajes de paro más altos– y allá donde Ho­llande consiguió más votos en 2012. La participación más alta, al contrario, se obtuvo donde votaron más por Sarkozy. El mensaje de los sectores populares y de la oposición de izquierdas –que ya ha anunciado una gran movilización para este 12 de abril–, parecía claro con esta abrumadora abstención.

Sin embargo, el líder de los socialistas franceses ha preferido escuchar las advertencias llegadas de la derecha. Ante la estupefacción de la izquierda, Hollande anunciaba el día siguiente de la derrota electoral la formación de un nuevo gabinete ministerial con Manuel Valls a la cabeza, quien fuera hasta ahora ministro del Interior y cuya designación ha provocado la salida de los ecologistas del Ejecutivo. De origen catalán, el nuevo primer ministro francés representa el ala dura del Partido Socialista y ha sido muy criticado desde la izquierda por su política migratoria continuista con la de Sarkozy. Parece que ahora continuará con el rumbo liberal de Hollande, lo que profundizará la indignación de una izquierda dispuesta a retomar la calle.

Movilización del Frente de Izquierdas

El nombramiento de Arnaud Montebourg, a la izquierda del Partido Socialista, como nuevo ministro de Economía ha sido vista como una vía para suavizar la imagen del nuevo Ejecutivo liderado por Manuel Valls para avanzar en la política de rigor anunciada por Hollande en enero. De momento, Valls ya ha prometido “ir más lejos y más rápido”. Y el Frente de Izquierdas ha convocado para este sábado 12 de abril una jornada de movilización contra la austeridad del Gobierno socialista, el mismo que no parece haberlos escuchado en estos comicios. Está por ver si la calle conseguirá lo que las urnas no han logrado.
 

 

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