Matteo Renzi, el democristiano que sueña con ser Tony Blair

Matteo Renzi acaba de desbancar al primer ministro Enrico Letta de su puesto al frente del Gobierno italiano. Renzi promete un giro político en el que las grandes corporaciones cobrarán peso en la vida económica y política de Italia.

, Milán (Italia)
18/02/14 · 8:00

inforelacionada

Una lista reformas muy liberales, empezando por la del mercado laboral, un programa económico diseñado por un directivo de un capital riesgo y, quizás, un consejero delegado procedente de una gran empresa como ministro de Industria. Matteo Renzi, alcalde de Florencia y secretario del Partido Demócrata, prepara su agenda como nuevo primer ministro italiano.

El flamante líder del centroizquierda (elegido por elecciones primarias el pasado diciembre) acaba de hacerse con la poltrona del compañero de partido Enrico Letta sin que haya habido elecciones anticipadas ni tampoco un voto del Parlamento. Ha sido una maniobra de partido la que ha llevado Renzi a ser el presidente de Gobierno más joven que el país transalpino ha tenido en su historia, acaba de cumplir los 39 años.

La ambición del nuevo líder es proporcional a: “enviar al desguace” la vieja clase directiva, pasar por el tamiz el sector público, hacer aquellas “reformas estructurales” que Europa y el mundo de los negocios requieren pero que la clase política italiana nunca ha conseguido llevar a cabo. En fin un programa de claro marco neoliberal.

Es que Renzi, que empezó su militancia como joven democristiano, ahora tiene un sueño: convertirse en el Tony Blair italiano, alejando el Partido Demócrata de las dos familias políticas que han contribuido a su nacimiento en 2007: los post-comunistas y los demócratas cristianos de orientación más progresista. De echo el nuevo líder, que lleva preparando desde hace años su salto hacia Palazzo Chigi, sede del Ejecutivo italiano, se ha rodeado de consejeros y partidarios procedentes del mundo de las finanzas y de las empresas, empezando por el directivo de capital riesgo Davide Serra que ha diseñado su programa durante las elecciones primarias del centroizquierda en 2012 y que ahora está convencido de que Renzi “es la mejor oportunidad que Italia tiene para reformarse y ser competitiva”.

Con el apoyo de los banqueros

Renzi ha apeado a  su compañero de partido Enrico Letta de la Presidencia de Gobierno, prometiendo “un cambio de ritmo” y una actuación más rápida de las reformas. Una decisión que ha abierto una nueva crisis de Gobierno en un país que hace un año había vivido dos meses de parálisis parlamentaria, ya que tras las elecciones generales, ningún partido había conseguido la mayoría suficiente para formar un Ejecutivo.

La solución entonces fue garantir la “estabilidad” a través de un Gabinete de amplia coalición liderado por Letta e integrado por el Partido Demócrata, el centro liberal del tecnócrata Mario Monti, y la derecha de Silvio Berlusconi.
Ahora Renzi rompe este equilibrio. Sin embargo los grandes inversores internacionales (que tanto han condicionado la política italiana en los últimos años) han quedado impasibles frente a la nueva crisis. Es más, la deuda publica ha seguido registrando tipos de interés por los suelos, con las mejores subastas desde el comienzo de la crisis.

La verdad es que, nada más celebrarse el cambio de mando en Roma, las notas difundidas por los grandes bancos internacionales manifiestan cierto optimismo, definiendo la toma de poder por parte de Renzi como “market positive”, positiva para el mercado: un juicio compartido por grandes bancos internacionales como Barclays, RBS, o incluso Deutsche Bank, que ven en el nuevo líder una ocasión para hacer por fin las “reformas estructurales”.

Según el gigante italiano UniCredit, además, esta crisis es necesaria para evitar nuevas elecciones, que creerían aún más “ingobernabilidad”.
Es que la agenda de reformas anunciada por el nuevo primer ministro promete guiñar el ojo al mundo de las finanzas y de las empresas: Renzi parece estar dispuesto en hacer suyo el llamamiento de los empresarios que la semana pasada reafirmaron por boca de su presidente Giorgio Squinzi sus peticiones: “Dadnos un país normal y os demostraremos lo que somos capaces de hacer”.

Reformas a la española

El primer paso del nuevo presidente de Gobierno será sacar adelante una reforma de la ley electoral (recién declarada incostitucional por los jueces transalpinos), basada en el modelo español que fomenta el bipartidismo. El Estado español podría, sin embargo, ser tomado a ejemplo incluso para otras reformas, empezado por la del mercado laboral que Renzi quiere aprobar cuanto antes.

A pesar de un nombre muy anglosajón (“Job Act” la llama el nuevo primer ministro, quizás para parecerse aún más a Tony Blair), la lista de medidas recuerda de cerca los últimos cambios impulsados por el Gobierno de Mariano Rajoy, empezando por un abaratamiento del despido.

Un proceso facilitado por una izquierda institucional que, empezando por el mismo Partido Demócrata y pasando por el sindicato mayoritario del país CGIL, en los últimos años siempre ha jugado en defensa sin proponer soluciones al problema del paro juvenil o de la precariedad laboral, que en Italia (aún más que en el Estado Español) prevé contratos basura sin ningún amparo legal (ni salario mínimo, ni alguna forma de subsidio de desempleo).

Renzi, es verdad, ha prometido impulsar otras reformas, de orientación más socialdemocrata, sobre todo sobre derechos civiles (leyes que garanticen las uniones de parejas del mismo sexo, que todavía en Italia no tienen ningún derecho, y cambios en la ultima ley de extranjería, a través de la abolición del delito de inmigración clandestina).

Pero para formar el Gobierno el nuevo primer ministro tendrá que pactar con el centro liberal de Monti y con los antiguos berlusconianos del Nuevo Centroderecha; y con Berlusconi –que ya había dejado el Gobierno de Letta en noviembre– Renzi tiene un acuerdo sobre la reforma electoral. En fin, es previsible que el programa del nuevo “Tony Blair” italiano, las (pocas) medidas progresistas desaparezcan para dejar espacio a un agenda compartida con la derecha, basada en reformas liberales de ámbito económico.

Un programa que busca llegar al fin de la legislatura, en 2018 para convertir a Italia en aquel “país normal” para el mundo de los negocios que empresarios e inversores ya habían soñado hace 20 años. Cuando se sumaba a la escena política otro -entonces- flamante líder: Silvio Berlusconi.

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