En Michoacán cientos de ciudadanos se han organizado en grupos de defensa, hartos de la extorsión y la violencia del narco y la complicidad del Estado.
En el Estado de Michoacán, situado en la costa del Pacífico mexicano, la ciudadanía se armó hace casi un año. Decidieron alzarse en armas para combatir la violencia del crimen organizado. Así surgieron en estas zonas de la llamada Tierra Caliente los grupos de autodefensa ciudadana.
Mientras el Gobierno federal y el estatal siguen concentrados en la estrategia militar y policial para combatir al crimen organizado, no tienen ojos para quienes han quedado atrapados en la guerra contra el narcotráfico y sufren la violencia diaria de policías, soldados y matones. El hartazgo de la población empujó a cientos de michoacanos a combatir el narcotráfico con sus propios medios. El 24 de febrero de 2013 comenzaron a funcionar.
“En los últimos 12 años, han matado a nuestras familias poco a poco, amarradas de pies y manos”, narra el doctor José Manuel Mireles Valverde, líder del grupo de autodefensa ciudadana del municipio de Tepalcatepec, uno de los primeros en alzarse en armas. “A más de 250 familias de mi pueblo las desaparecieron completamente sin tener ninguna opción –continúa–. Y todos murieron ejecutados, descuartizados. Ahora seleccionamos la forma en la que queremos morir. Optamos por luchar. Si nos van a matar amarrados, mejor morir defendiéndonos”, dice Mireles. En una de las reuniones de su comunidad hace dos años, comenta este doctor, dijeron que “si el mismo pueblo tiene más de 25.000 habitantes y los narcotraficantes nomás son 90, ¿por qué no nos armamos y los corremos?”.
Narcoestado
Michoacán es un Estado estratégico en México. El puerto Lázaro Cárdenas, en la costa del Pacífico, es uno de los más importantes del país. Por sus muelles entra gran parte de la materia prima necesaria para elaborar drogas sintéticas, actualmente un negocio más lucrativo que el tráfico de marihuana o de cocaína. Durante los últimos 14 años, el crimen organizado se ha apropiado de todas las instituciones, tanto políticas como policiales.
Estos grupos tienen tal dominio que han creado un Estado paralelo: controlan a policías, cobran impuestos...
Hoy, dos grupos dominan el Estado: la Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios, en un principio el mismo cártel, pero escindidos hace siete años. Estos grupos, sobre todo Los Caballeros Templarios, han creado una especie de Estado paralelo: controlan a la Policía, cobran cuotas, extorsionan a comerciantes, hoteleros, restaurantes e incluso a los exportadores de minerales que utilizan el puerto de Lázaro Cárdenas para embarcar piedras preciosas rumbo a China.
“Todo Michoacán necesita hacer lo que estamos haciendo nosotros y en muchas partes de México. Pienso que los pueblos van a seguir como nosotros, armándose y luchando por su libertad”, comenta el doctor José Manuel Mireles.
12 años de extorsiones
“El pueblo es el que manda, sólo el pueblo puede defender al pueblo”, dice Mireles al manifestar que todos están dispuestos a morir para defender a su familia, sus propiedades y trabajos y liberarse del yugo de años de extorsiones del narco.
Los grupos de autodefensa ciudadana están formados por empresarios, campesinos, productores de aguacate, de limones; es la gente común y corriente, que hace un año dijo “¡ya basta!”, hartos de que los cárteles cobraran impuestos por tener un vehículo, por tener una casa... Incluso las presidencias municipales debían pagar el 10% del presupuesto público. Luego vinieron secuestros y violaciones. “Del arroz pagábamos 200 pesos por tonelada el año pasado y me quitaron más de 20.000 pesos de eso”, comenta un miembro de las autodefensas, que prefiere no desvelar su nombre. “Por cada maquinita que hay para los niños cobraban 150 pesos al mes. Se llevaban a la mujer que les gustaba. Ibas paseando por la calle y te maltrataban. Se hacían dueños de las calles”, dice. Muchos de ellos, cuenta, ya no tenían dinero para pagarles y empezaron a llevarse a sus hijas, muchas menores de edad, a sus esposas, y las violaban. Cuando volvían a casa, muchas de ellas estaban embarazadas.
En febrero de 2013, los grupos de autodefensa empezaron a armarse y a ganar la simpatía de los pueblos vecinos. Un año después, esta fórmula para combatir el narco se ha extendido hasta el punto de que en el 40% del Estado de Michoacán ya hay grupos de autodefensa. Para Mireles, estos grupos tienen una misión: “Sacar a toda representación del crimen organizado del Estado y recuperar la paz”. “Esto es lo que queremos”, dice.
Miles de desaparecidos
Desde que Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico en el 2006, y que ahora continúa Enrique Peña Nieto, se han reconocido 12.715 muertes dolosas en Michoacán, según datos oficiales publicados en septiembre del año pasado. Según estas cifras, sólo de enero a julio de 2013 se habían cometido 496 homicidios, la cifra más alta desde 1998.
Pero no existe un dato exacto del total de desaparecidos y muertos en esta guerra. Desde que aparecieron los grupos de autodefensa ciudadana, en cada enfrentamiento con los Caballeros Templarios cada bando recoge a sus muertos y heridos y no se levanta ni un acta ministerial.
A finales de enero, el Gobierno federal quiso tomar el control de la seguridad de estas zonas y emplazó a las autodefensas a volver a sus casas. Dijo que no habría tolerancia para quienes portaran armas sin permiso. La seguridad de sus comunidades estaría a cargo de las instituciones. Pero los grupos de autodefensa son claros y advierten que “no dejarán las armas hasta que el Gobierno de Michoacán y el Ejecutivo federal agarren a los siete cabecillas de los Caballeros Templarios, que han destrozado nuestras vidas durante más de 12 años”.
Caravana de las autodefensas
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