Teórico cultural y sociólogo jamaicano, afincado en Inglaterra desde 1951. De formación marxista y editor de la New Left Review, sus principales referentes fueron el propio Marx, el italiano Antonio Gramsci y Raymond Williams. Sus estudios giraron en torno al concepto gramsciano de hegemonía y su relación con los medios de comunicación y la cultura popular.
El 10 de febrero fallecía a los 82 años Stuart Hall. Poco conocido en nuestro país, Hall es sin embargo uno de los autores de referencia de los Estudios Culturales.
Nacido en Kingston, confesaba que nunca se sintió como un chico jamaicano cualquiera, pues pertenecía a una familia de clase media y mulata (su padre fue el primer negro en ocupar un cargo en la United Fruit Company). Esta posición privilegiada se trastocó cuando emigró en 1951 con una beca al Reino Unido y se convirtió en “un inmigrante más”.
Hall pronto abandonó su tesis sobre Henry James, más interesado por los debates políticos en una época marcada por la entrada de los tanques soviéticos en Hungría. Formaba parte de los círculos de la corriente que más tarde se conocería como Nueva Izquierda, críticos con la URSS pero también con el laborismo. Fruto de estos debates fue la influyente New Left Review, que creó Hall con el historiador E.P.Thompson y el sociólogo Raymond Williams, entre otros.
Una de las cuestiones que más interesaba a los pensadores de la Nueva Izquierda era precisamente la cultura, que comprendían como algo que no estaba separado de la política, sino que era precisamente una cuestión de poder político. Así, mientras trabajaba como profesor de instituto en el barrio londinense de Brixton y como editor en la New Left, Hall escribió junto con Paddy Whannel The Popular Arts (1964), en el que analizaban las relaciones entre alta y baja cultura. Esta obra motivó que Richard Hoggart, creador del Centre for Contemporary Cultural Studies (CCCS) de Birmingham, le invitase a incorporarse como profesor. Ahí, bajo el liderazgo de Hall (que fue director del centro de 1968 a 1979) los estudios culturales despegaron. Con las herramientas analíticas del marxismo, especialmente influidos por la Escuela de Frankfurt o pensadores como Antonio Gramsci, se dedicaron a estudiar fenómenos a los que hasta entonces la academia no había prestado atención: la cultura de la clase obrera, los nuevos movimientos sociales, el multiculturalismo, la inmigración o las subculturas. Sus análisis prestaban especial atención a las relaciones de poder y a los cruces entre clase, raza y género, huyendo de interpretaciones deterministas. Hall, por ejemplo, planteó en su famoso artículo “Codificar y decodificar” que los consumidores no eran pasivos, sino que las audiencias realizaban una interpretación activa de los contenidos de los medios.
Tras su paso por el CCCS, Hall se incorporó a la Open University, universidad a distancia en la que impartió varios cursos sobre comunicación y cultura. Su llegada a esta institución coincidió con el triunfo de Thatcher y con el auge del thatcherismo, un término que acuñó antes de que la futura primera ministra ganara las elecciones, para hablar del auge de la Nueva Derecha en Inglaterra. “Cuando vi el Thatcherismo, me di cuenta de que no sólo era un programa económico, sino que tenía profundas raíces culturales”. Estaba convencido de que el thatcherismo definiría el campo de lo posible en política, mucho después incluso de que ya no gobernase Thatcher, pues se trataba de un proyecto de hegemonía para cambiar lo que se entendía por “sentido común”. En un clarividente artículo de 1979, publicado en Marxism Today, advertía que el éxito del thatcherismo residía en su capacidad de abordar “problemas reales, experiencias reales, contradicciones reales – y aun así es capaz de representarlas con una lógica de discurso que las alinea con las políticas y estrategias de la derecha”.
En sus últimos años tuvo que permanecer alejado de la escena pública, aquejado de problemas de salud que le llevaron a ser trasplantado del riñón. Hall es editor de numerosos volúmenes de análisis, artículos y ensayos. En castellano, sin embargo, apenas se ha traducido su obra, con un par de volúmenes de la editorial argentina Amorrortu y un artículo suyo en la antología sobre estudios postcoloniales editada por Traficantes de sueños.
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