Los daños al patrimonio arqueológico y al medioambiente, junto con las muertes a causa de atropellos, son las consecuencias más visibles de un rally de impronta neocolonial que en 2014 llega por primera vez a Bolivia.

inforelacionada
En 1898, el capitán Voulet y el teniente Chanoine salieron de Dakar (Senegal) a la conquista del lago Chad. La invasión fue llamada Mission Afrique Centrale y, desde el punto de vista cristiano, en efecto fue una misión y bastante exitosa puesto que exportó al cielo a miles de africanos. A su paso por los territorios indígenas subsaharianos que, un siglo después, recorrería el rally París-Dakar dejaron un rastro de aniquilación de la que no escaparon las mujeres —descuartizadas y ahorcadas— ni los niños —asados—. Pero los dos oficiales franceses no se contentaron con practicar la táctica de tierra quemada sino que se sumergieron en una orgía genocida en la que compitieron entre sí para ver quién era el asesino más imaginativo. Pues bien: el antes llamado rally París- Dakar, es la versión neocolonial de aquella invasión colonial.
El Dakar en el Cono Sur
a) En 2011, una comisión de arqueólogos chilenos demostró que el París Dakar había devastado “el 45% del patrimonio arqueológico” de ese país: en 2009, se destrozaron seis sitios arqueológicos con una antigüedad superior a los 4.000 años; en 2010, fueron no menos de 52 pues no se completó el inventario y, en 2011, ascendieron a 126 sitios. Los porcentajes de destrucción de una materia tan simbólica como el pasado siempre son discutibles pero tampoco se necesitan mayores cálculos para deducir que una colosal columna motorizada que lucha contrareloj, no tiene tiempo para admirar las ruinas presuntamente “prehistóricas” --ni tampoco para evitar atropellos al presente--.
El Dakar en Bolivia
Remate
Articulo publicado originalmente en el periódico Boliviana Pukara
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