Cumbre Nacional de Mujeres y Paz de Bogotá
“No queremos ser pactadas, queremos ser pactantes”

La Cumbre Nacional de Mujeres y Paz en Bogotá dibuja la esperanza de la paz de cientos de mujeres organizadas en distintos colectivos del país Las más de 400 participantes incidieron en la importancia de incluir la voz y el papel de las mujeres como actoras políticas en la construcción de la paz en Colombia.

, Bogotá (Colombia)
25/11/13 · 15:48
Mujeres colombianas participantes en Cumbre Nacional de Mujeres y Paz. / Mar Maiques Díaz.

Entre los días 23 y 25 de octubre tuvo lugar la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz en Bogotá. Convocada por diferentes organizaciones de mujeres colombianas, contó con el apoyo técnico y financiero de ONU Mujeres y de varias agencias de cooperación internacional. El evento reunió a unas 400 mujeres de todo el país, que llegaron hasta la capital para lanzar una demanda fuerte sobre la necesidad de incluir la voz y el papel de las mujeres como actoras políticas en la construcción de la paz en Colombia, dirigiéndose específicamente a las partes que, más de un año después, siguen negociando en La Habana (Cuba) los detalles del posible acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla FARC – EP.

En este contexto, las mujeres colombianas organizadas quisieron dejar clara su fuerza, sus propuestas y su posición como actoras políticas, en una cumbre que también sirvió para que trabajaran entre entre ellas y fueran consensuando la agenda de las mujeres por la paz. Sus voces volverieron a ser movilizadas el 22 de noviembre, día en que el movimiento de mujeres fue convocado a una gran marcha nacional en Bogotá, con el lema “La paz y la democracia, con las mujeres, ¡sí va!”.

En el primer día de la Cumbre se presentaron experiencias locales y regionales de construcción de paz desde las mujeres y se contó con la participación de diferentes expertas en temas de construcción de paz y postconflicto, que permitieron dibujar el panorama de lo que se está enfrentando y señalaron los elementos que el movimiento de mujeres debe tener en cuenta para poder realizar una incidencia efectiva en la coyuntura actual. Las referencias a la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, referente a la participación de las mujeres en los procesos de negociación y construcción de la paz, fueron numerosas.

Manuela Mesa, directora  del Centro de Educación e Investigación para la Paz (CEIPAZ), recordó que dicha Resolución fue resultado del trabajo de organizaciones sociales de mujeres de todo el mundo y que, tras varias décadas de incidencia en torno a la inclusión de las mujeres en la construcción más formal de la paz, se habían realizado avances, regionales e internacionales, a considerar.

Justicia transicional

La intervención de María Camila Moreno, directora de la Oficina de Colombia del Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ), nos acercó al concepto de Justicia Transicional, que son aquellos mecanismos (penales, de esclarecimiento de verdad, de reparación, de reformas institucionales, etc.), que se adoptan para hacer frente a graves y masivas violaciones de derechos humanos (en el caso colombiano, la afectación ha sido en más del 50% para las mujeres). En el reconocimiento de la dignidad de las víctimas, se pidió que el empoderamiento político de las mujeres fuera no sólo como víctimas, sino también como constructoras de paz.

En este punto, destacó la honda preocupación sobre el tema de la impunidad en torno a la
violencia sexual ejercida contra las mujeres en el marco del conflicto armado, la importancia de que estos crímenes se judicialicen y la necesidad de que las y los operadores de justicia estén preparados para atenderlos como corresponde.

El segundo día el trabajo se realizó a puerta cerrada, repartidas todas las participantes en mesas de discusión, donde fueron desgranando qué cara y cuerpo tendría la paz en Colombia desde la voz de las mujeres. De los cientos de propuestas realizadas, destacamos las siguientes: salud y educación pública de calidad, participación paritaria con poder de decisión y sin peligro para la
vida (estatuto de oposición), necesidad de desarrollo agrario integral y de tenencia de tierras para las mujeres rurales, abolición del servicio militar obligatorio, desminado de los territorios, asunción de medidas cautelares de protección para lideresas y mujeres víctimas, importancia de la memoria histórica descentralizada para la no repetición de hechos, procesos de reintegración con perspectiva de género para las mujeres excombatientes, inclusión de estrategias de construcción de paz en
colegios y universidades, medios de comunicación con compromiso por la paz, Comisiones de la

Verdad autónomas e independientes y con subcomisión especial para tratar los delitos de violencia sexual, control a prácticas de minería y megaproyectos, tratamiento multicausal para el fenómeno de las drogas ilícitas, entre otras.

“Las mujeres no queremos ser pactadas, sino que queremos ser pactantes del nuevo orden social y sexual que se establezca”. Es necesario que callen las armas, que se oigan las voces y las experiencias de las mujeres. El tercer y último día se presentaron las conclusiones y el trabajo de las 13 mesas de discusión (cuyo consolidado fue entregado a una delegación de congresistas colombianos, para que lo hagan llegar a las partes en La Habana) y un panel de expertas internacionales siguió compartiendo experiencias recogidas en otros lugares del mundo, para aportar en el conocimiento sobre los procesos de negociación, refrendación, implementación y verificación de acuerdos de paz. Destacó la participación de Betty Bigombe, ex negociadora de paz y actual Ministra de Recursos Hídricos de Uganda y de la brasileña Socorro Gómes, presidenta del Consejo Mundial por la Paz. Cerró la cumbre la cantante española Sole Giménez.

Un momento importante

De la Cumbre surge una posición aún más firme del movimiento de mujeres sobre la certeza de que seguirán presionando a las partes en La Habana para que no se levanten de la mesa de negociaciones. Esta incidencia es bien importante en un momento en el que, como señaló en su intervención la periodista colombiana Alejandra Villamizar, varias fuerzas políticas (más que fuerzas armadas
legales o ilegales) están intentando boicotear los avances hacia la paz (con el expresidente Álvaro Uribe y su twitter a la cabeza), aprovechando el momento electoral coyuntural  que se acerca.

Sintiendo que el tiempo está siendo utilizado cual “espada de Damocles” que pende sobre el proceso, varias fueron también las menciones al respecto de la urgente necesidad de sumar a los medios de comunicación masivos en el esfuerzo por  la paz, creando polos de opinión a favor de la misma y comenzando a desgranar para la población colombiana las etapas, los retos y los desafíos que supone para toda la ciudadanía un paso así.

La apuesta está clara (en palabras de Olga Amparo Sánchez, directora de la  organización Casa de la Mujer): “las mujeres no queremos ser pactadas, sino que queremos ser pactantes del nuevo orden social y sexual que se establezca”. Para ello, es necesario que callen las armas, que se oigan las voces y que se abra un espacio político para incluir las palabras, los cuerpos y las experiencias de las mujeres.

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