La visión del mundo de un joven haredim
Cancaneo tras el King David (o la historia de Israel contada por un judío mizrajíe)

El parque del Rey David, en Jerusalén, es frecuentado por gente que busca encuentros sexuales. Uno de ellos es Jonatan, un joven ultraortodoxo procedente del magreb.

, Jerusalén
24/11/13 · 8:00
Atenerse estrictamente a las normas de la Torá, como deben hacer los ultraortodoxos, supone obedecer a 613 mantamientos / Izaskun Sánchez Aroca

La flor y nata del judaísmo y afines (desde Obama hasta Spielberg) se ha alojado en uno de los hoteles más lujosos y con solera de Jerusalén Occidental, el King David Hotel. Pero la cuna del lujo jerusalemita, a pesar de albergar ostentosas boutiques y fotos de sus famosos huéspedes, pasará a la historia por la bomba que una organización paramilitar sionista hizo estallar en 1946 en contra del Mandato Británico de Palestina.

Seguramente pocos huéspedes saben, aunque quizá algunos lo intuyan o incluso lo visiten, que el parque que ven desde sus terrazas es un famoso punto de encuentro para ligar o tener relaciones sexuales al aire libre en la ciudad. Lo que se conoce como cruising o cancaneo. Desde que cae la noche, aproximadamente a las 5 de la tarde, se puede ver en modo random a toda una amplia variedad de pensadores, contempladores, bucólicos y distraídos del sexo masculino que miran el paisaje y al prójimo con ojitos.
Las normas judías, los mitsvot, se recogen en los cinco libros de la Torá y alcanzan la friolera de 613 mandamientos 

En éstas se encuentra Jonatan, apoyado en un árbol, vestido de ultraortodoxo o haredim (temeroso de dios): gorro negro, tirabuzones a ambos lados de la cabeza, barba, camisa blanca y una larga levita negra que le oculta sus manos. Jonatan es judío mizrajié, originario del Magreb. Su madre es marroquí y su padre argelino. “En Argelia no puedo entrar, nos odian, pero Marruecos me encanta”. Jonatan nació en Jerusalén y lleva toda su vida estudiando la Torá, “menos una temporada que me dediqué a matar y despiezar pollos con un cuchillo kosher”. No le gustan las israelíes porque odian a los religiosos por recibir dinero del Estado y no tener que hacer el servicio militar obligatorio (2 años para las mujeres y 3 para los hombres). Según Jonatan, cada religioso recibe de media 250 shekels al mes, unos 53 euros. Antes recibían el triple pero han recortado. De hecho la pobreza entre la población judía de Jerusalén alcanza el 42%, en su mayoría ultraortodoxos.

Jonatan habla inglés porque lo aprendió hablando con extranjeros, “nosotros tenemos prohibido estudiar idiomas. Sólo estudiamos los libros religiosos”.

-¿Y entonces, no estudias cosas como historia contemporánea, Jonatan?

- No es necesario, todo está en los libros.

-¿La Guerra Fría también?

-Bueno, eso no hace falta estudiarlo, lo sabe todo el mundo.

Es extraño que Jonatan hable con mujeres. Normalmente los judíos ultraortodoxos apartan la mirada o se tapan la cara cuando se cruzan con alguien del sexo contrario. “Una vez que abres los ojos es muy difícil volver a cerrarlos. Y al final, pues soy un hombre. No soy un ángel, sólo cuando voy en mi bici por la ciudad y vuelo”. Jonatan extiende los brazos a ambos lados y los agita como un pájaro. Son muchas las preguntas. Sobre los tirabuzones a ambos lados de la cabeza (aladares) tan característicos de los haredim, nos habla de la Torá y de uno de sus libros, el Levítico, donde se afirma que está prohibido redondear los bordes de la cabeza.

La Torá también dice que no pueden mezclar determinados alimentos (como los lácteos con la carne) y que todas las mañanas tienen que sumergirse completamente en agua en movimiento en unas grandes bañeras denominadas micvé para purificarse. “Tenemos multitud de reglas, hay que tener cuidado, es muy complicado”. Las normas judías, los mitsvot, se recogen en los cinco libros de la Torá y alcanzan la friolera de 613 mandamientos que regulan desde la vestimenta, al casamiento, la manera de pelar una manzana, la desnudez en la familia, la impureza del cabello de las mujeres y de la regla, la virginidad o las poluciones nocturnas.

El sabbat, según la Torá y Jonatan, es un día de reposo, nada de ejercicio, nada de usar electricidad ni aparatos electrónicos, ni de ejercer el dominio sobre la naturaleza. Tampoco se pueden cargar objetos, por eso, desde que comienza, los viernes al atardecer, nadie lleva las llaves de su casa. Los barrios ultraortodoxos de Jerusalén, como Mea Shearim, quedan completamente cercados para que no pasen coches y vigilados por la policía para que no se robe en las casas abiertas.

-Jonatan, y la Torá ¿qué dice de Palestina?

-Sobre Palestina no dice nada, sólo que esta tierra perteneció a los judíos y que cuando volvimos de Egipto pues había gente que no se quería marchar. Es como si tú vuelves a tu casa y de pronto hay alguien sentado en tu silla y no te deja sitio. Entonces te vas a la cocina y esperas a que te dejen un hueco, pero realmente no quieren dejarte un hueco ni que estés en la cocina, lo que quieren es echarte, así que ¿qué podemos hacer?

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