La arabista Naomí Ramírez intervino en la mesa bajo el título: Siria, revolución y asfixia de un pueblo
“Revolucionario en Siria es salir a gritar contra el régimen”

En el centro Social Autogestionado La Enredadera, en el barrio madrileño de Tetuán, se llevó a cabo el pasado 21 de septiembre una jornada sobre Siria. El objetivo de este encuentro ha sido profundizar en el conocimiento del conflicto civil que asola a la población.

04/10/13 · 7:23

Una investigadora especializada en Siria, un periodista –analista en Oriente Medio―, un farmacéutico sirio y un sirio del Kurdistán, más un público inquieto y heterodoxo fue una fórmula perfecta para acercarse al conflicto en Siria. Así, las charlas del pasado 21 de septiembre tituladas "Siria, revolución y asfixia de un pueblo",arrojaron luz para distinguir parte de verdad entre las constantes interpretaciones vagas y dogmáticas que saturan la realidad.

Al principio, las exposiciones sentaron una base para después favorecer un coloquio de fondo y con juicio. Naomí Ramírez Díaz, autora de traduccionsiria, habló sobre historia y de la condición del régimen despótico para traer a contexto la revolución. La arabista tradujo: “Al pueblo sirio no se le humilla”, como uno de los primeros gritos de dignidad de esas manifestaciones que estallaron en la primavera de 2011.

Aquellas gentes perdieron el miedo y se echaron a las calles extendiéndose las revueltas por todo el país, desafiando un Estado de emergencia que se perpetuaba desde 1963. La población de Dar’a se levantó en solidaridad con los familiares de unos adolescentes torturados por hacer uso de su libertad de expresión que,contagiados por la revolución en Egipto, pintaron la reivindicación: “El pueblo quiere derrocar al régimen”. Se detuvo a esos a chicos y se les arrancó las uñas como castigo (práctica habitual de los servicios de seguridad). Cuando los padres fueron a buscar a sus hijos la respuesta, en palabras de la analista fue: “No os los vamos a dar, y si queréis otros, o los hacéis o nos traéis a vuestras mujeres para que os los hagamos”.

Desde entonces, el pueblo tuvo la necesidad de salir a la calle. Tal ardor había, contó Ramírez Díaz, que alguien decía: “La primera vez que grité libertad, era como una droga, no podía parar de decirlo”. Luego, a la pregunta de qué se entendía por revolución, la ponente señalaba: “Revolucionario en Siria es salir a gritar contra el régimen”, más aún, teniendo en cuenta de dónde venían y haciendo frente a la represión a tiros.

Una guerra larga

La lectura geopolíticala expuso Ilya U. Topper, periodista y coordinador de la revista MediterráneoSur. Después de más de dos años de la rebelión popular en Siria, valora: “Esa revolución se ha convertido en una pelota para las potencias vecinas en donde la voluntad del pueblo sirio cuenta bastante poco”. Predijo una guerra de larga duración, pues “Washington no tiene intención de que al-Asad deje el poder”, ni de que exista una Siria democrática. No es casualidad que “solamente lleguen armas a la oposición islamista más radical” desde la península arábiga. Finalmente, Topper cree que esas facciones de orientación wahabí “han secuestrado la revolución”.

Igualmente lo considera Mahamud Abdi. Este sirio, y kurdo, de la Asociación de Apoyo Al Pueblo Sirio (AAPS) piensa que el jihadismo está desviando las fuerzas de la revolución. Además, puso la mirada en el Kurdistán sirio, su región de procedencia, al norte del país, donde ha habido durante décadas “una política de empobrecimiento” y segregación por parte del Estado. También recuerda que al inicio de la revolución “nuestra zona, era zona libre”, pero ahora las milicias kurdas tienen que combatir a jihadistas antes que al régimen.

Durante estos dos años y medio ha habido “una oposición civil que no sale en las noticias”, asegura Ramírez Díaz. La misma que está organizada en Comités de Coordinación Local y sigue muy activa. “Han seguido pidiendo la caída del régimen”, rechazando a quienes quieren robarles la revolución en nombre del Estado islámico y negando la representación de aquella oposición del exterior, la Coalición Nacional Siria, que cruza la frontera para hacerse la foto y marcharse.

Por último, Mahaer Safi, de la Plataforma médica de cooperación con Siria apuntó que no dan abasto para cubrir las necesidades de los desplazados: “La  situación humanitaria es desastrosa. Nos quedamos cortos en todo”, pues hay un gran déficit de equipos sanitarios. Mientras tanto, éste farmacéutico sirio señala que las ayudas de la ONU las está canalizando el régimen. Así, “gran parte va a los almacenes de unos cuantos corruptos”; incluso, “las ONG de España hacen sus aportaciones a través de la Media Luna siria, cuyo presidente es un oficial de los servicios secretos del Estado”.

Probablemente, la dificultad para entender un conflicto tan complejo sea mayor por la sombra de los inmensos deseos de poder. Pero, con la ayuda de la información y la reflexión presentada en el encuentro del Centro Social Autogestionado La Enredadera, entorno a medio centenar personas elevaron la comprensión sobre la situación actual en Siria. Siempre, gracias a la resistencia del pueblo sirio para expresarse, y, a los principios de quienes acercan ese sentir, podemos presumir que se cultivó la libertad de conciencia.

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