El autor nos invita a un recorrido por las tensiones y declaraciones independentistas en Catalunya y cómo éstas se desarrollan en la era de la austeridad.
En el siglo XVII, Catalunya no sólo declara la independencia, sino que sus instituciones proclaman la primera República peninsular. En el siglo XVIII deja de ser Estado cuando los Borbones acaban, a sangre y boinazos, con la forma confederal que mantenía España desde el siglo XV. El XIX es una juerga. Catalunya es departamento francés durante un tiempo –es la segunda vez que es territorio francés desde el siglo XVII–. Por lo demás, al menos en tres ocasiones, diversos comités revolucionarios proclaman el Estado propio.
En el siglo XVIII deja de ser Estado cuando los Borbones acaban, a sangre y boinazos, con la forma confederal que mantenía España desde el siglo XV En el proyecto de Constitución federal de Pi i Margall, Catalunya era reconocido como uno de los Estados de la Federación. Durante los levantamientos federales –fieramente antiautoritarios–, en Catalunya se proclama un cantón. Y durante los levantamientos carlistas, se reclaman los fueros, es decir, las constituciones que hacían de Catalunya un Estado hasta 1714. En el siglo XX se proclama la República Catalana dos veces. Curiosamente, la mayor cuota de soberanía catalana, desde 1714 y hasta esta mañana a primera hora, se consigue durante varios meses de 1936, y bajo una forma que no es el Estado, sino su negación, con el Comitè de Milícies Antifeixistes –dominado por los anarquistas–.
Bueno, este momento Wikipedia es para intentar ilustrar que el hecho de que en Catalunya se plantee la cosa Estado no es el fin del mundo, sino que, por aquí abajo, ha sido parte de la historia del mundo en los últimos siglos. En Catalunya han participado de la juerga carlistas, federalistas, anarquistas, nacionalistas, personas sin Denominación de Origen Controlada e, incluso, fascismo autóctono. Un abanico demasiado grande como para que un tertuliano lo dibuje en un pis pas. Quizá lo que está pasando ahora en Catalunya es, simplemente, una vuelta a una tensión tradicional, aplazada durante el Franquismo y durante el Régimen del 78, dos regímenes que intentaron solucionar definitivamente la tensión.
Quizá lo que está pasando ahora en Catalunya es, simplemente, una vuelta a una tensión tradicional, aplazada durante el Franquismo y durante el Régimen del 78 La Unidad Nacional –un concepto relativamente reciente en su forma más estricta y unitarista–, esa cosa tan importante en el sible que ésa sea también la percepción de los usuarios del independentismo en Catalunya. Ni idea. De hecho, no hay un foro/lugar donde dibujar este nuevo independentismo, salvo esas manifestaciones de exaltación nacional como las de los dos últimos 11S, y salvo el voto cada cuatro años a partidos que no dibujan nada del futuro Estado ni hartos de garnacha –verbigracias: Mas, el presidente de Gobierno que más ha recortado en el Sur de Europa, por encima de Grecia, incluso, va y dice que el Estado propio es la garantía del bienestar; es decir, que no dice nada; Junqueras, líder de ERC, ha abierto la boca de la cara para decir que el futuro Estado será una República presidencialista y con un sistema electoral a dos vueltas; es decir, nada–.
Otra cosa divertida es que los partidos más involucrados en el proceso son partidos del Régimen –CiU, no sólo fue ponente constitucional sino, en lo que es una metáfora, ha provisto a la infanta de un Perry Mason para el caso Nóos; ERC está colaborando con CiU, más allá del deber, dibujando en el Parlament esos rodillos parlamentarios/esa interpretación de la democracia tan característica del Régimen español–. Tal vez es poco probable que interpreten el proceso catalán como ruptura de un Régimen que, y esto es la monda, está conformado de serie con los dos gobiernos –el catalán y el español–, que están gestionando el asunto.
Quizá lo que pase ahora es una vuelta a una tensión aplazada por el Franquismo y Régimen del 78Tradicionalmente, estas cosas, por aquí abajo, sólo las arreglaba el Ejército. Lo curioso es que en esta emisión de Estado, el Ejército no es un ejército, sino que es la UE. Una UE que, con el mismo carácter democrático que otros gloriosos ejércitos de tierra, parece pasar, inicialmente, del asunto. Y que en un segundo momento, si esto va a más, puede ser la única fuerza que garantice la imposibilidad de bienestar en un solo país.
Almunia y Durao Barroso
Por DANIEL FONT
El vicepresidente de la Comisión Europea y exministro socialista Joaquín Almunia, se mostró tajante el 16 de septiembre sobre el futuro de Catalunya en la Unión Europea si se independiza de España: “La parte segregada no es miembro de la UE”. Menos duro fue el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, si bien advirtió de que las reglas del Tratado de la UE establecen que cualquier nuevo Estado necesitaría negociar su adhesión al club comunitario. “Conozco muy bien Catalunya y también Escocia, pero no puedo, como presidente de la Comisión Europea, expresar una opinión sobre estos temas. Les compete a ellos y a los países de los que forman parte decidir”.
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