Rusia celebra las elecciones regionales y locales más importantes de los últimos años. Se auguran pocos cambios, mientras que el Kremlin trata de anular a la oposición.

Buena parte de los 143 millones de rusos están llamados a las urnas el próximo 8 de septiembre, por tercera vez en menos de dos años tras las elecciones legislativas de 2011 y las presidenciales del pasado año. Se trata en esta ocasión de comicios regionales y locales, en los que según datos de la Comisión Electoral Central serán elegidos los gobernadores de ocho de los 83 sujetos federales de Rusia (incluidos el óblast y la ciudad federal de Moscú), 16 asambleas legislativas regionales, ocho alcaldes y 12 asambleas de capitales regionales y otras 2309 alcaldías y 3447 asambleas municipales de menor relevancia.
Es la primera vez en diez años que tienen lugar unas elecciones directas para estos puestos, ya que en 2004 Putin instauró un sistema de elección indirecta que ha permitido al Kremlin controlar los nombramientos de los gobernadores regionales y los alcaldes de las principales ciudades.
La elección de alcalde en la ciudad federal de Moscú es especialmente relevante. Aunque Serguei Sobianin, designado alcalde a propuesta de Medvédev en 2010 tras la destitución del influyente Yuri Luzhkov (que llevaba en el cargo desde 1992), tiene todas las papeletas para ser reelegido, los comicios tienen el interés añadido de ver en escena al abogado y bloguero Alexei Navalni, sin duda uno de los políticos opositores con mayor proyección.
Comicios poco transparentes
Pese a las declaraciones de intenciones del Kremlin, nada parece sugerir que estos comicios vayan a ser más limpios que los dos precedentes, donde se registraron numerosos casos de fraude electoral que provocaron multitudinarias manifestaciones de protesta. Un reciente informe emitido por el think tank “Comité de Iniciativas Civiles”, encabezado por el ex ministro de finanzas de Putin Alexei Kudrin (ahora crítico con el Gobierno), revelaba hace unos días que se han declarado ilegales el 9,2% de las listas presentadas, por el 2,4% que fueron rechazadas en las presidenciales de 2012.
La mayor parte de estas exclusiones, generalmente basadas en tecnicismos, responden según el informe a motivaciones políticas y afectan a partidos de oposición como el liberal Partido Republicano de Rusia – Partido de la Libertad del Pueblo (PRP-PARNAS), que en Moscú apoya la candidatura de Navalni. Por otra parte el observatorio electoral “Golos” ha reportado ya numerosas irregularidades durante la campaña electoral, principalmente en la capital pero también en otras regiones y ciudades relevantes como Sarátov. Todo parece formar parte de una estrategia de desprestigio del candidato opositor, al que también se ha acusado de financiar su campaña con fondos extranjeros
En Moscú los últimos sondeos del Centro Levada apenas otorgan a Navalni (segundo candidato mejor situado de los seis que aspiran a la alcaldía) un 18% del voto por el 58% que presumen para Sobianin, pero aún así el poder ruso no escatima esfuerzos para asegurarse el éxito. En julio Navalni fue condenado a cinco años de privación de libertad por el presunto robo de 380.000 euros de madera en 2009, cuando era asesor del gobernador de la provincia de Kírov. Aunque llegó a ingresar en prisión, fue liberado un día después a petición de la propia fiscalía y hasta que se resuelva la apelación presentada contra la sentencia, decisión cuando menos poco habitual.
Todo parece formar parte de una estrategia de desprestigio del candidato opositor, al que también se ha acusado de financiar su campaña con fondos extranjeros (asunto siempre complicado en un país que acostumbra a interpretar toda ayuda extranjera como una injerencia en su soberanía). Navalni se ha quejado asimismo de la enorme cobertura mediática recibida por Sobianin y de la relegación del resto de candidatos a medios minoritarios. Aún así, mantiene la esperanza de que el candidato oficialista no alcance el 50% de los votos en la primera vuelta y sea necesario celebrar una segunda.
Represión contra los migrantes
La campaña electoral moscovita ha girado en torno a los problemas de tráfico, la corrupción y la inmigración. Precisamente agosto arrancó en la capital y en otros puntos del país con redadas en busca de inmigrantes sin papeles saldadas con miles de detenidos que esperan su deportación en deplorables condiciones de salubridad y hacinamiento. A pesar de sufrir un grave problema de despoblación que hace necesaria la inmigración, las actitudes xenófobas están muy extendidas en Rusia y los inmigrantes sufren graves problemas de integración.
Buena parte de ellos son además musulmanes, provenientes de las ex repúblicas soviéticas de Asia Central y el Cáucaso, y han de enfrentarse con un odio a lo musulmán acrecentado a raíz del conflicto del Cáucaso Norte y los numerosos actos terroristas perpetrados en suelo ruso por grupos islamistas caucasianos. En todo caso, como ha apuntado la activista Svetlana Gánnushkina, de la ONG “Colaboración Cívica”, la campaña contra los sin papeles parece tener por objeto desviar la atención de problemas más acuciantes.
En este caldo de cultivo, se multiplican los grupos ultraderechistas que se toman la justicia por su mano, practican inspecciones en mercados ambulantes y detienen a inmigrantes ilegales ante la pasividad de las fuerzas de seguridad. La situación es paralela a la que se vive desde la aprobación de la llamada ley anti-gay, que prohíbe hacer propaganda de las relaciones sexuales no tradicionales entre los menores y su equiparación con las relaciones tradicionales. En medio de un clima internacional de indignación, con protestas en varias ciudades del planeta y amenazas de boicot a los JJOO de Invierno de Sochi 2014, florecen los grupos neonazis que practican una homofobia militante, torturan a homosexuales y cuelgan luego vídeos de sus abusos en Internet. Se multiplican los grupos ultraderechistas que se toman la justicia por su mano, practican inspecciones en mercados ambulantes y detienen a inmigrantes ilegales ante la pasividad de las fuerzas de seguridad
Mientras tanto Putin sigue cimentando su control autoritario sobre el país. El 1 de agosto entró en vigor una nueva ley contra la piratería que permite bloquear el acceso a web que difundan vídeos que atenten contra la propiedad intelectual. Los analistas coinciden en que esta ley será utilizada para controlar a la oposición que se hace al Gobierno desde blogs y redes sociales, ya que bastará con colocar un hipervínculo a contenido ilegal en un comentario para que las autoridades puedan bloquear cautelarmente el sitio.
Todo esto sucede, paradójicamente, a la vez que el presidente se apunta un tanto como defensor de las libertades individuales al conceder asilo político a Edward Snowden, el extécnico de la CIA que ha destapado una trama de espionaje global conducida por los servicios secretos estadounidenses. Aunque la negativa de Putin a extraditar a Snowden ha llevado a Obama a cancelar la cumbre bilateral prevista en Moscú para septiembre, no parece que este affaire vaya a afectar a las relaciones entre ambos países.
EE UU pierde fuerza en Rusia
Actualmente EE UU no es una prioridad para Rusia (en los últimos tiempos ha habido desaires sonados, como la prohibición de adoptar niños rusos a ciudadanos estadounidenses), enfrascada en la creación de una Unión Económica Euroasiática que pretende aglutinar a buena parte de las repúblicas ex soviéticas y siempre celosa de su independencia en política exterior (baste recordar su apoyo a al-Asad en la guerra civil siria).
Parapetada en su condición de superpotencia energética, la Rusia proyectada por Putin se perpetuará si lo hace el éxito económico. Aunque no hay esperanzas de que el presidente promueva un proceso de apertura que acabaría llevándoselo por delante (ahí está el ejemplo de Gorbachov), sí cabe confiar en la creciente oposición de una sociedad civil cada vez más respaldada por las clases medias y los universitarios. En este contexto, será interesante observar si el desarrollo y los resultados de los inminentes comicios regionales vuelven a encender los ánimos de los rusos.
*Rodrigo González Martín es historiador de Universidad de Valladolid
ALEXEI NAVALNI
Este abogado y activista político liberal de 37 años se ha convertido en una de las figuras mejor valoradas de la oposición a Vladimir Putin. Navalni inició su carrera política en el seno de la formación socioliberal Yábloko, de la que fue expulsado en 2007 a causa de sus tendencias excesivamente nacionalistas, y ha alcanzado mucha popularidad gracias a su blog de LiveJournal, desde el que denuncia casos de corrupción, critica a la clase política rusa y promueve manifestaciones prodemocráticas. El ahora candidato a la alcaldía de Moscú ya ganó en 2010 una elección ficticia para este cargo realizada online por Kommersant y Gazeta.ru. Al año siguiente fue uno de los manifestantes detenidos por protestar contra el fraude electoral en las legislativas y estuvo también entre los principales promotores de los raids anti-Putin que tuvieron lugar tras su elección presidencial en 2012.
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