Novelista, biógrafa, poeta; el legado de Françoise d’Eaubonne se
ha supeditado a su labor política, que la llevó a dar con algunas
de las claves que hoy manejan los movimientos feministas.
La pertenencia de su familia a movimientos
revolucionarios carlistas y
a movimientos religiosos con base
social marcó la vida de Françoise
d’Eaubonne, nacida en París el 12
de marzo de 1920. D’Eaubonne pasó
su juventud en Toulouse, donde
su padre se recuperaba de la inhalación
de gases durante la I Guerra
Mundial. En esa ciudad, vivió la llegada
de los republicanos exiliados
por la Guerra Civil española y la decadencia
y ocupación francesa de la
II Guerra Mundial, que plasmaría
en su obra Juventud perra (Chienne
de jeunesse) con una crudeza inhabitual.
Su militancia, como era de
esperar, comenzó en las filas de la
resistencia. Antes de encauzarse hacia
una visión del mundo ácrata y
radical, militó en el Partido Comunista
francés.
La lectura de El segundo sexo de
Simone de Beauvoir la introdujo en
el feminismo y, posteriormente
protagonizó algunos episodios de
desobediencia civil junto a esa autora.
Ambas, con intelectuales de la
época, como Sartre o Marguerite
Duras, firmaron el Manifiesto de los
121, que apareció en 1960 durante
la guerra de liberación nacional de
Argelia contra Francia, en protesta
contra la represión colonial en África
y a favor de la insumisión militar.
Fue un manifiesto colectivo y
desafiante, hasta el punto de que
ningún periódico se atrevió a publicarlo
y las firmantes fueron acusadas
de traición por la opinión pública
y las autoridades francesas. Años
después volvieron a escena con el
Manifiesto de las 343, en el seno del
Movimiento de Liberación de las
Mujeres. Una declaración por el derecho
al aborto, redactado por
Beauvoir en el que 343 mujeres se
autoinculparon de haber abortado
exponiéndose de esa forma a un
proceso penal.
La lectura de ‘El
segundo sexo’ de
Simone de Beauvoir,
la introdujo en el
feminismo militante
Es a partir de los ‘70, con la publicación
de sus ensayos más destacados
cuando D’Eaubonne tuvo un
desencuentro con Beauvoir, para
quien las mujeres debían ser consideradas
cultura, no naturaleza, en
un modelo de humanidad patriarcal.
Françoise revalorizó aspectos
de las prácticas de las mujeres cuya
universalización es deseable (también
para los varones), como una
necesidad vital para la existencia de
la humanidad, especialmente con
El feminismo o la muerte, ensayo en
el que acuñó por primera vez el término
ecologismo-feminismo en
contraposición a “ecofeminismo”.
D’Eaubonne define esta concepción
como una crítica a la modernidad,
estableciendo la conexión ideológica
que existe entre la explotación
de la naturaleza y la de las mujeres,
el control de la fecundidad de las
mujeres y la fertilidad de la tierra
por parte del varón. Parte de la necesidad
de dejar de depredar recursos
mediante otro sistema de valores
más cercano al pacifismo y mediante
el control de la natalidad, ya
que lo considera una sentencia de
muerte. Pero el control de la natalidad
–el aborto está penado y los anticonceptivos
no se venden libremente–
supondrá para las mujeres
el control de su propio cuerpo y con
ello de sus vidas, lo que modificará
las bases sociales. Y a eso, y no tanto
al control de la natalidad, es a lo
que realmente se opone el varón opresor.
El sistema capitalista es el
motor que hace del patriarcado un
poder devastador, sin embargo,
afirma, el socialismo no está libre
de ello.
En el ensayo ‘El
feminismo o la muerte’,
Françoise d’Eaubonne
expresó las ideas de
la ecología feminista
Con esta base y tras cofundar el
primer movimiento revolucionario
gay de Francia, el Front Homosexuel
d’Action Révolutionnaire,
creó en 1978 el Movimiento
Ecologismo-Feminismo, que tuvo
poco eco en París pero muchas seguidoras
en Estados Unidos, donde
D’Eaubonne participó en una cátedra
hasta su fallecimiento en 2005.
Allí, seguramente influida por el
buen vivir latinoamericano, renovó
su discurso y sus prácticas e incluyó
un ideal de calidad de vida al
margen del consumo y del binomio
patriarcado-capital.
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