"¿A quién desea votar, señora?" - "Lo más a la derecha que se pueda, claro". Este diálogo aproximado pertenece a una historieta del dibujante Carlos Giménez. En ella, incluida en uno de los álbumes de la serie "España una, grande y libre" que reunía sus estampas políticas de la Transición, Giménez mostraba a una monja tardofranquista en su primera votación, y al anciano senil cuyo voto introduce en la urna la propia monja.

Se trata de un ejemplo extremo de lo que se ha bautizado como ’voto zombie’: el sufragio animado por la inercia, los prejuicios y la desinformación que plataformas como Demcracia Real Ya (DRY) o blogueros individuales están combatiendo en la fase final de la campaña del 20N. Estas propuestas abarcan desde la reclamación activista hasta la divulgación sobre los fundamentos matemáticos de la Ley D’Hondt o la síntesis.

Tanto la plataforma que impulsó la convocatoria del 15 de mayo como algunas asambleas de barrio han optado por difundir sus propios modelos legales de reclamación ante las mesas electorales.

"Reclamación, no impugnación", precisa la Asamblea Popular de Alcorcón (Madrid). En sus modelos tratan de dotar a la ciudadanía, con independencia de su tendencia ideológica o de su decisión electoral de una herramienta legal para denunciar ante la misma mesa el día de las elecciones el carácter antidemocrático del sistema electoral español. Más allá del gesto, en teoría estas reclamaciones deben quedar anotadas en el acta de la mesa y ser por lo tanto publicables y cuantificables en el futuro.

Este tipo de acciones se han visto precedidas de intensos debates presenciales y de un trabajo colaborativo para reunir el saber legal y técnico necesario para sacar adelante las propuestas.